Este escrito de Neale Donald Walsch (de “Conversaciones con Dios”) es sumamente importante en estos tiempos en que muchas almas están desencarnando, en millares a veces (como en Japón). Walsch lo expresa brillantemente al decir que “el Alma de nuestro ser querido que partió se ha hecho una con nosotros, en cuerpo y alma”. Una aclaración al respecto: esto sucede cuando podemos aceptar y liberar al Alma. Si continuamos sufriendo (en negación, en cólera, en rechazo) o si dejamos de vivir nuestra vida o si nos aferramos a ellos continuamente o los invocamos para que nos “salven”, ese dolor y apego impide esta unión amorosa que Donald expresa. Mi hermano y mi madre partieron con poca diferencia. Jamás sentí que se “fueron”; ni los lloré ni los extraño: están en mí siempre. La Nueva Historia Cultural: La Muerte es una Experiencia Gozosa La Nueva Historia Cultural que se nos ofrece en Conversaciones con Dios nos dice que la muerte no existe. No, por lo menos, como nosotros la definimos. No es el final de la vida, porque la vida nunca se termina, dice la Nueva Historia, sino que sigue por siempre y para siempre, y aún más para siempre. Por lo tanto, la fecha en que una persona “muere”, en la Nueva Historia se la conoce como el Día de la Continuación de esa persona. Es más, la Nueva Historia nos dice que el evento que los humanos llamamos muerte es una experiencia extática, marcada por un gran despertar a lo que es Realmente, una alegre reunión con cada ser querido que hayamos conocido (en esta vida o cualquier otra), y una feliz fusión con lo Divino. Por último, las afirmaciones de la Nueva Historia que bien podrían producir el mayor choque cultural son sus anuncios de que la muerte nunca es y nunca puede ser impuesta a nadie, sino que siempre es elegida – y, lo que es aún más sorprendente, la muerte no es definitiva. Todo esto es cierto, dice la Nueva Historia, debido a Quienes Somos. Cada alma es una individuación de la Divinidad, dice la Historia, y como tales, nada le puede pasar AL Alma, sino que todo pasa A TRAVÉS del Alma. Esto incluye la muerte. Por lo tanto ningún Alma muere nunca de ninguna manera, ni en ningún momento, que no sea de su propia elección. Tampoco le sucede nada a Lo Divino que sea en contra de la Voluntad de lo Divino. Ya que lo Divino es Todopoderoso y Omnipresente en Todas Partes y en Todo, un evento que ocurra en contra de su voluntad es, por definición, funcionalmente imposible. La muerte es una experiencia sagrada, llena de verdad y de gracia, cuando Lo Que Es se conoce totalmente y no es simplemente imaginado; cuando todo dolor y sufrimiento de cualquier tipo, físico o emocional, se disuelve; cuando el miedo y la incertidumbre y la infelicidad se evaporan; y cuando la suave y gentil conciencia de la presencia eterna de Dios y la dulzura del amor incondicional de Dios se vierte en la Esencia de Nuestro Ser, revelando allí que es, y que siempre ha sido, nuestra Esencia misma. Reconciliando las Historias: Por qué la Gente Elige Morir Si se va a creer la Nueva Historia Cultural, muchas preguntas deberán ser contestadas. Muchas de ellas tendrán que ver con la Intención del Alma, si es que en efecto está eligiendo marcharse de esta vida física por su propia voluntad. Muchas personas en duelo me dicen: “¿Quieres decir que mi esposa (esposo, madre, padre, hijo, etc.) en realidad eligió dejarme? ¿Qué me estás diciendo? ¿Qué me dice eso acerca de lo felices que eran conmigo?” Si no tenemos cuidado, sin darnos cuenta vamos a convertir la Nueva Historia en una ocasión para la cólera. De hecho, todos hemos conocido personas que, incluso estando inmersas en la Vieja Historia Cultural, se han enojado con un ser querido por morir. Las dos Historias se reconcilian cuando comprendemos plenamente y abrazamos la verdad que nos cuentan las dos historias: que quien muere nunca nos deja realmente, sino que siempre está con nosotros. Con nuestro simple pensamiento sobre ellos, su Esencia vuela a nosotros a la velocidad de la luz, revoloteando a nuestro alrededor, y de hecho, impregnando nuestro cuerpo. Podemos sentirlos con nosotros y dentro de nosotros. Y aunque mucha gente diga que eso no es tan reconfortante como su mano cálida en la nuestra y su cuerpo para abrazar, encontramos un consuelo diferente, mucho mayor que el físico, en la fusión de la Esencia que duplica lo que ocurre entre nosotros y Dios en el momento de nuestra propia muerte. Puede haber una dicha en esta fusión que iguale la maravilla y la alegría del contacto físico; porque cuando se tocan las Almas, los cuerpos igualmente experimentan el éxtasis. Yo he conocido esto en mi vida cuando he sido tocado por Dios, y en algún momento incluso por pensar en alguien más. Otros lo han conocido también, y han escrito de eso en poemas y canciones. Aun así, si el Alma de nuestro ser querido tan amado estaba tan feliz con nosotros, ¿por qué, realmente, se marchó? Esa sigue siendo la pregunta apremiante. La respuesta es que no se marchó, sino que elige ahora quedarse con nosotros en una nueva forma, una forma mediante la cual nos puede mostrar más amor, y experimentar más unicidad y felicidad con nosotros, que cualquier otra expresión de vida en lo físico podría haber permitido. Cuando un Alma parte del cuerpo, lo hace porque ha completado su viaje en esta expresión particular de vida. Ha experimentado lo que vino a experimentar, y ahora está lista para lo que podríamos llamar, en términos terrenales, su recompensa final, su premio mayor, y su mayor experiencia: la oportunidad de amar a sus Amados tan plenamente que, literalmente, se convierte en nosotros en una unión eterna de la Esencia de vida. El Alma de nuestro ser querido que partió se ha hecho una con nosotros, en cuerpo y alma. Y no hay cielo mayor que ése. Imaginen poder impregnar el cuerpo de su Amado, hacerse Uno a un nivel sub-molecular, incluso mientras las Almas que están en el cielo hacen lo que quieren. Y así será, cuando su ser querido muera, en la Tierra como en el Cielo.
lunes, 11 de abril de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario