Leí una reseña acerca del libro "El animal social" de James Brooks, un periodista que construye una rara novela, mezcla de ciencia, crónica y autoayuda. Siendo alguien afuera de lo alternativo, fascinado por la psiquiatría, la psicología y la neurociencia, es interesante sus conclusiones acerca de los papers publicados por estas especialidades. El viejo inconciente de Freud ha sido redefinido, dando lugar a un nuevo concepto (un nuevo inconciente). Lo de Freud es conocido: mientras más moralista sea una persona, más inconciente tendrá. La neurociencia, sin embargo, ha dicho lo contrario: es el inconciente el que genera la moral. Vale aclarar que el inconciente de Freud es diferente al que ha estado investigando la neurociencia; según ellos, los seres humanos tomamos nuestras decisiones desde la incertidumbre porque el verdadero responsable de nuestros actos concientes es un área del cerebro que no está al alcance de nuestra conciencia.
Brooks lo explica así: "el inconciente ha sido asociado a lo impulsivo, a lo impredecible. Pero ese concepto ha sido revisado y ahora sabemos que el inconciente puede ser realmente brillante y hacer conexiones creativas. Es más, el inconciente es gregario. Te quiero ver hacia afuera y estar bien conectado, en comunión con el trabajo, la familia, los amigos, el país y las causas sociales". La mente conciente, dice, se centra en el poder del individuo. La mente interior, el nuevo inconciente, busca las conexiones. ¿Qué es lo que, en verdad, explicaría la gran crisis que hay hoy en el mundo? Pues que ambos mundos siguen distanciados.
Leer esto me hizo acordar cuando leía sobre psicología y no me veía reflejada en sus deducciones. Parecía que la oscuridad y lo primitivo eran patrimonios del inconciente, una especie de furiosa y caótica bolsa de gatos, que podía salir con cualquier cosa y destruir nuestra ordenada vida conciente. Si bien esto podía ser en parte verdad, era nada más que la superficie. Yo pensaba que el inconciente era el lugar de la luz, de lo mejor de nosotros, de la creatividad, de las uniones profundas.
Cuando nos adentramos en él, ciertamente surgen los esqueletos en el ropero, lo guardado y reprimido porque no pudo ser metabolizado en su momento, pero están allí para ser revisados, comprendidos, sanados y liberados. Al hacer eso, abrimos la entrada al potencial que traemos, a una plenitud ni siquiera imaginada por el conciente. Hemos sido inculcados a no creer en ello, a entregar nuestro poder a instituciones y sistemas, a adaptarnos a las limitaciones que otros nos imponen. Es tiempo de entrar a nosotros mismos y encontrar lo que siempre estuvo allí: la conexión a Todo lo que Es.
2 comentarios:
Hola Laura, me ha gustado esta entrada.
Quizás una manera de comprender lo inconsciente sería considerarnos como entidades centradas en nuestra mente. Todo lo que queda por debajo, léase el cuerpo, el corazón, lo reprimido, el pasado traumático, todo eso está bloqueado, enterrado.
Pero igualmente todo aquello que está por encima de nuestra cabeza, lo numinoso, los reinos superiores de la conciencia, también suele estar cerrado bajo llave.
Sucede que increíblemente estos dos inconscientes pueden estar conectados, y cuando se abre una compuerta que retenía un antiguo dolor reprimido, la energía que se libera es usada a veces de forma espontánea para acceder a los reinos superiores.
Esta sorprendente conexión es la que permite caminar hacia la maduración personal, usando la pierna del desbloqueo inferior y la pierna del acceso a lo superior. Esto sería en definitiva iluminarse: echar luz o hacer consciente los dos inconscientes a los que negamos entregarnos para mantener intacta la falsa seguridad de nuestro querido yo.
Un saludo desde Barcelona, Laura.
Muy buena tu explicación, Gunther. Muchas gracias! Otro saludo desde Buenos Aires.
Publicar un comentario