En estos momentos de gran debacle económica, estos temas crean mucho miedo e inseguridad. La sociedad capitalista ha hecho del dinero el centro y el fin de la vida. Nos han inculcado que, cuanto más tengamos, más dichosos y plenos seremos. Pero… como me comentó Ingrid, una paciente peruana viviendo en Estados Unidos, “una lucha tanto para darse cuenta al final de que el dinero no trae la felicidad y quiere regresar a su origen, en donde se vive más”.
En realidad, todos nuestros conceptos acerca de la existencia misma se ponen en duda: ¿qué valores sostenemos?, ¿qué clase de vida deseamos?, ¿estamos sacando el potencial que traemos?, ¿cuál es el más alto concepto de nosotros mismos?, ¿es lo que hacemos lo mejor para todos?
Ante tantos interrogantes y una información muchas veces catastrófica en los medios, los temores aumentan y tendemos a descentrarnos y correr hacia las opciones menos vitales y creativas, refugiándonos en lo conocido.
Pero, ¿qué está sucediendo? Básicamente, se trata de un reacomodamiento necesario de la abundancia en este planeta. Son los primeros pasos hacia un proceso más equitativo y amoroso que nos devuelva el poder a cada uno. La pobreza y la riqueza desmedida son “creaciones” de la humanidad, basadas en sistemas de poder desequilibrados y avariciosos y en la creencia de que no hay suficiente para todos, por lo que entramos en la lucha competitiva o estamos fuera del círculo de prosperidad.
Hay muchos de nosotros “despertando” a este nuevo paradigma de abundancia, porque de eso se trata. Se piensa que el dinero es la única forma de ella y que sólo así se consigue lo necesario. La Abundancia es un flujo de energía divina, que nos proporciona lo que realmente es para nosotros, en tiempo y forma.
En búsqueda de ella, muchos acuden a La Ley de Atracción o El Secreto o escritos similares. Como su propósito es (nuevamente) el dinero, generalmente no consiguen resultados o, si lo hacen, terminan pronto. Su aproximación es errónea. No se trata de poner la atención en lo económico. Lo importante es entregarnos a la abundancia de la vida, a los recursos que poseemos y al potencial que traemos, a nuestros sueños, a esas facilidades y dones que poseemos. Con todo eso, podremos hacer nuestro camino. El dinero (o lo que sea que fuera necesario) vendrá por añadidura. Pero, si ponemos el carro delante de los caballos, sólo tendremos más carencia… y miedo.
¿Cómo hacerlo cuando estamos llenos de deudas o con problemas económicos? Ahí es cuando MÁS debemos entregarnos y creer. Concentrarnos todo el día en un rosario de quejas, temores, versiones apocalípticas (viendo noticieros y “expertos” que ya han demostrado que fallaron) no nos sirve. Es en los momentos de más grandes problemas cuando debemos fortalecer la confianza, los merecimientos, el servicio.
Cualquier trabajo es un servicio. No tendemos a verlo así. Parecería que sólo algunas labores sociales lo son y, para otros, servicio es algo no remunerativo. Es una enorme equivocación. Servicio hace el barrendero que quita la basura (o estaríamos llenos de suciedad y enfermedades), servicio hace quien nos atiende en un comercio, servicio hace quien maneja el taxi que nos lleva adonde debemos ir, servicio hace el empleado que realiza nuestros trámites gubernamentales, servicio hace quien cuida la salud física o mental. TODOS hacemos servicio.
Si apreciamos y acentuamos y ponemos la atención en el servicio que estamos prestando a los demás y lo hacemos con alegría, con amabilidad, con conciencia, con pasión, confiando en la abundancia de la Vida, que siempre nos sostendrá, los medios vendrán solos. De cualquier forma, no sólo como dinero.
Siempre he tenido problemas económicos. Es uno de mis aprendizajes. En momentos de gran incertidumbre, hace años, mi Guía me dijo “No temas. La Provisión está asegurada” y tenía razón. Jamás, jamás me había faltado ni me faltó nunca el dinero o lo que necesitara, sin importar las circunstancias. El que tuviera más, el que me “sobrara” era una cuestión mía, formaba parte de asuntos que debía trabajar. Lo estoy haciendo y los resultados son asombrosos. Ni en mis mejores sueños hubiese pensado lo que está sucediendo.
Por eso, te animo a que cambies tu actitud, a que entres en la Nueva Energía. Sé de lo que hablo. Pero no lo hagas por miedo ni avaricia. Así no resulta. Hazlo para sacar de ti tus mejores cualidades, tu potencial, para brindar a los demás tu servicio más preciado y valioso, para entregarte a la Abundancia de la Vida. Para aprender a confiar en ti, a amarte incondicionalmente y, así, amar a los demás. De esta forma, obtendrás resultados divinos. Porque la Provisión es divina y es para todos.
martes, 14 de octubre de 2008
¿Sabes que la Provisión está asegurada?
Publicado por Laura Foletto en 14:04
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