Hace muchos años, me di cuenta de por dónde venía mi incomodidad con el “sistema imperante”. Naturalmente, toda mi vida yo tenía una actitud de, lo voy a decir en palabras de mis padres o de la cultura:
- “vaga”, “cómoda”,
- “vos querés la chancha y las veinte”,
- “las cosas no son como vos crées: tenés que romperte el c… para conseguir algo”,
- “no tenés idea de cómo funciona el mundo”,
- “si no te costó, no vale”, etc., etc.,
- ¿se capta el sentido?
Tenía una gran guerra en mi cabeza, entre lo que yo creía y sentía que eran las cosas y lo que todos me decían que debían ser. En un momento, a raíz de mi propia labor interna y de lo que iba leyendo, me incliné por… mí!! El mundo podía pensar lo que quisiera, pero, para mí, las cosas iban a ser de otra forma. El tema era cómo ir implementándolo. Un día, me levanto y tengo en mi cabeza la frase: “LA VIDA ES FÁCIL”. Se repetía sola, continuamente, inexorablemente. Me dije que ese era un mensaje de mi alma, los guías, la Vida, Dios, quien sea, pero que me gustaba y que lo iba a seguir.
Así que, con varias resistencias varias, lo seguí repitiendo cada vez con más confianza hasta que comenzó a hacer efecto: ¡la vida se iba haciendo más fácil! En las primeras cosas en que me di cuenta fue en cómo los trámites se facilitaban y acortaban. Si tenía que ir a algún lado en donde, a la mayoría, le tomaba cuatro horas de cola, tres días, montón de papeles mal explicados o mal hechos, dinero extra, broncas, dificultades, a mí me tomaba una hora (o menos) sin problemas. Desde entonces, esto ha sido así casi siempre. No importa lo que le lleve a los otros, yo entro y salgo. Y así con muchos otros asuntos: encontrar asiento en un colectivo o tren llenos, averiguar algo, sacar pasajes, solucionar un inconveniente, tramitar una jubilación o una pensión, etc. También, ha funcionado para temas mucho más serios como lo que comenté acerca de la internación y el fallecimiento de mi madre.
Cuando algo se dificulta en el afuera, no me enojo con los otros ni despotrico contra el sistema. Me pongo a ver qué cosa en mí lo traba o lo retrasa. Cuando lo encuentro, la cuestión se soluciona sola. Si no lo descubro, me quedo tranquila porque, de cualquier forma, sé que ésa es la actitud correcta para que se arregle más rápidamente.
Ésta es la prueba más evidente de que creamos nuestro mundo. De que somos los hacedores de lo que nos sucede. Si hay caos a nuestro alrededor, hay que buscar cuál es el caos interno que lo provoca afuera. Las claves están en el cuerpo, ya que es el espejo concreto de lo que pensamos y sentimos.
Entonces, ¿qué tal si empezamos… o recordamos?: La vida es fácil, la vida es fácil, la vida es fácil…
miércoles, 8 de agosto de 2007
La vida es fácil
Publicado por Laura Foletto en 21:18
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