La vida tiene ritmo. Al ego no le gusta eso porque
quiere estar siempre bien y avanzando, por lo que detesta los bajones y las
retiradas. Sin embargo, somos como las olas del mar, como la respiración,
como la noche y el día: contracción y expansión.
Negar este hecho nos estresa y nos frustra; cuando estamos
arriba, deseamos que eso siga y, cuando estamos abajo, queremos que se termine
rápido. Cada fase tiene su propósito y su tiempo. Una frase que
sirve es: “Esto también pasará”; ni una ni otra son eternas (a menos que nos
obsesionemos con la fase baja y nos hagamos adictos al dolor, el sufrimiento y
la lucha, que eso existe).
Disfrutemos las olas altas y aprendamos de las bajas.
Todo tiene su tiempo bajo el Sol y la Tierra nos sostiene y nutre en
ambas. Siendo realistas y aceptando cada una, sacaremos provecho de todo.
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