Una posición común es creer que debemos destruir o negar al ego. ¿Cómo podríamos? Él es nuestro instrumento de aprendizaje en esta dimensión; en todo caso, debemos readiestrarlo. La impronta que cargamos está condicionada por nuestro diseño, que tiene una parte personal y otra genética, inconsciente. Además, somos moldeados por la interacción familiar y social. Como no nos tomamos el trabajo de cuestionarnos estas influencias, nos imponemos todo tipo de actitudes que nos dañan y limitan.
Madurar, encontrar nuestra esencia implica concientizar estos condicionamientos, eligiendo qué deseamos mantener para soltar los que ya no sirven, implantando otros nuevos que nos permitan crecer (no solo de edad) y estar en paz con nosotros mismos, única forma de ser felices. El ego contiene muchas facetas, roles, personajes, como deseemos llamarlos. Observar y sanar los más fuertes y persistentes, reeducando su accionar, es imprescindible para ello.
Uno de los más poderosos es el CRÍTICO (o sus versiones extremas el Juez, el Censor). Ya lo conoces: "¡Que tonto, cómo pudiste hacer/decir/pensar eso, cuándo vas a aprender, no sirves para nada, siempre equivocándote, así nunca lograrás nada, cualquiera es mejor, todo está mal, etc., etc., etc." (percibe la cantidad de conceptos absolutos -y erróneos- que dice, como todo, nada, nadie, nunca). Es omnipresente y omnipotente (hasta que comete un error y entonces es el peor). Nadie se salva de esta voz insistente, llena de reproches, autorizada promotora de la culpa y el castigo.
Una cosa que debemos entender de estos aspectos es que tratan de ayudarnos. En general, no están para hacernos daño pero, como aprendieron su conducta de ejemplos autoritarios, victimarios, incorrectos y los profundizaron (porque quieren ser mejores todavía), no tienen un modelo que permita la expansión y el desarrollo. Es nuestra responsabilidad mostrarles un camino distinto y formativo. ¿Cómo hacerlo? En principio, comprendiendo que no conocen otra forma y dejando de enojarnos con ellos, lo cual agrava el problema.
Tómate un momento e imagina que ese Crítico es un personaje: ¿cómo es: es una versión de ti con cierta apariencia, es un dibujo animado, tiene forma de otra persona?, ¿cómo se presenta, está enojado, frustrado, con actitud amenazante o cerrada? Dile que, cuando te reta y te humilla, no te ayuda; por el contrario, te mantiene en el error porque te paraliza. Cuéntale qué necesitas para que realmente sea efectivo: que te felicite cuando lo haces bien, que te marque cuando te equivocas (inevitable cuando estamos aprendiendo, porque lo hacemos a través de prueba/error), que te brinde herramientas para mejorar, que te proporcione ideas y recursos, que te aliente para continuar. De esa forma, ambos lograrán lo que se proponen y él no será un impedimento sino un apoyo. Haz una alianza con él: lo escucharas solo cuando se comporte de esa manera, si te grita o te insulta, lo frenarás y no lo tendrás en cuenta. Fíjate si tiene algo que pedirte o si necesita algo más y luego dense las manos y comiencen un nuevo capítulo.
Obviamente eso no hará que tu Crítico cambie de hoy para mañana, volverá a las andadas enseguida porque probará tu determinación y constancia pero está en ti, en tu autoestima, afianzar el acuerdo e interrumpirlo, recordándole que te debe tratar bien y que está para asistirte, no para detenerte. Esto lo puedes hacer con otros personajes: el envidioso, el soberbio, el miedoso, el iracundo, etc. Detrás de su "oscuridad", todos tienen una finalidad; cuando la descubres, puedes utilizar su parte luminosa para tu evolución. Entonces, destinas los aspectos de tu ego para lo que sirven, en lugar de ser instrumentos de dominación y perpetuación de modelos destructivos.
Todos tenemos cualidades y dones maravillosos, todos contribuimos con nuestro diseño al gran esquema de la Creación de Dios/Diosa. Cuando no los exploras, cuando te pliegas a la mediocridad del ambiente y a la conformidad, se pierde tu aportación y te pierdes a ti mismo. Acéptate, ámate, disfruta tu luminosa individualidad.
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