“¡Ve y
hazlo!”. “¡Levántate y comienza tu sueño!”. “¡No esperes
más!”. ¿Te suena familiar? No hay escrito o curso de desarrollo
personal (sin importar la tendencia) que no sostenga ese mensaje. En
la cultura del HACER, tenemos que movernos (no importa demasiado hacia dónde
ni porqué).
Da la impresión
de que cualquiera tiene la capacidad de iniciar algo, sin necesitar a nadie
ni importarle lo que los demás dicen, y hacerlo exitoso. Según Diseño
Humano, solamente un 10% de la población puede efectivamente realizarlo (los
Manifestadores). Para el otro 90%, la estrategia es esperar. ¡Qué
interesante! Todas las convocatorias le sirven a muy pocos…
Acorde a una
sociedad patriarcal, las tácticas corresponden a la energía masculina: como
los espermatozoides, es cuestión de salir disparados hacia el objetivo, a
la carrera, ciegos y competitivos. Y, al igual que ellos, solo uno
logra su cometido. Para el resto, queda la “satisfacción” de
participar… ¿o la frustración y la amargura?
Quiero aclarar
que me estoy refiriendo a una forma de encarar la existencia, no a quienes
tienen un propósito definido o a quienes procastinan todo. A
diferencia de lo que creemos, la Vida no tiene procesos Yang sino Yin
(femeninos), como el óvulo, que aguarda confiado y elige a quien deja
entrar.
Ante esto,
seguramente estás protestando: “¡Entonces me siento a esperar a que todo me
caiga!”. Eso es lo que hace la mente (que está anclada a la dualidad),
se va de un extremo al otro: o te mueves sin sentido o te sientas
pasivamente. Hay algo en el medio, pero es difícil de asir para la
mayoría (los Generadores) que tienen muchísima energía y necesitan
descargarla con la acción.
Siendo
Proyectora (y con poca energía), igual me cuesta lo que es constitutivo de la
espera: la paciencia y la confianza, unidas al reconocimiento de lo que
soy y puedo. Aquí se revela la razón de esta huida hacia delante de
muchos, no nos conocemos y no creemos que obtendremos lo que deseamos.
Bombardeados
por grandes expectativas y con poca autoestima, hacemos lo que la mayoría
hace, lo que está de moda, lo que aparece, lo que otros dicen. No nos
tomamos el tiempo ni invertimos dinero en lo más importante: entender los
potenciales, los aprendizajes, el propósito que traemos y la forma de
gestionarlos. Existe una profunda paz en aceptarnos como somos y
fluir con ello.
Entonces la
espera se transforma en un estado de atención constante, de vivir en el aquí
y ahora, conectado a lo que la Vida te ofrece a cada momento.
Porque Ella te invita continuamente a desarrollarte, a evolucionar, a ser lo
mejor que puedes ser, de acuerdo a tu diseño particular y sagrado. En
esto consiste la Ley de Atracción finalmente, en saber que tu energía vibra
atrayendo lo similar.
Cuando estás
presente, abierto, receptivo (no reactivo), tu cuerpo, tu Ser (no tu mente),
te envían señales para guiarte en el camino. Si un acontecimiento
perjudicial surge, estresarte y hacer cualquier cosa es la peor
decisión. Respira, cálmate, entrégate al momento, haz silencio y
pide guía. A medida que aprendes a fiarte de que cada situación y
persona tiene un aprendizaje y es para tu mayor evolución, la resolución
surge clara y luminosa (a veces, sin hacer nada).
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martes, 17 de enero de 2017
Deja de correr: espera la invitación de la Vida
Publicado por Laura Foletto en 16:28
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