martes, 17 de enero de 2017

Deja de correr: espera la invitación de la Vida

“¡Ve y hazlo!”.  “¡Levántate y comienza tu sueño!”.  “¡No esperes  más!”.  ¿Te suena familiar?  No hay escrito o curso de desarrollo personal (sin importar la tendencia) que no sostenga ese mensaje.  En la cultura del HACER, tenemos que movernos (no importa demasiado hacia dónde ni porqué).

Da la impresión de que cualquiera tiene la capacidad de iniciar algo, sin necesitar a nadie ni importarle lo que los demás dicen, y hacerlo exitoso.  Según Diseño Humano, solamente un 10% de la población puede efectivamente realizarlo (los Manifestadores).  Para el otro 90%, la estrategia es esperar.  ¡Qué interesante!  Todas las convocatorias  le sirven a muy pocos…

Acorde a una sociedad patriarcal, las tácticas corresponden a la energía masculina: como los espermatozoides, es cuestión de salir disparados hacia el objetivo, a la carrera, ciegos y competitivos.  Y, al igual que ellos, solo uno logra su cometido.  Para el resto, queda la “satisfacción” de participar… ¿o la frustración y la amargura?

Quiero aclarar que me estoy refiriendo a una forma de encarar la existencia, no a quienes tienen un propósito definido o a quienes procastinan todo.   A diferencia de lo que creemos, la Vida no tiene procesos Yang sino Yin (femeninos), como el óvulo, que aguarda confiado y elige a quien deja entrar. 

Ante esto, seguramente estás protestando: “¡Entonces me siento a esperar a que todo me caiga!”.  Eso es lo que hace la mente (que está anclada a la dualidad), se va de un extremo al otro: o te mueves sin sentido o te sientas pasivamente.  Hay algo en el medio, pero es difícil de asir para la mayoría (los Generadores) que tienen muchísima energía y necesitan descargarla con la acción. 




Siendo Proyectora (y con poca energía), igual me cuesta lo que es constitutivo de la espera: la paciencia y la confianza, unidas al reconocimiento de lo que soy y puedo.  Aquí se revela la razón de esta huida hacia delante de muchos, no nos conocemos y no creemos que obtendremos lo que deseamos.

Bombardeados por grandes expectativas y con poca autoestima, hacemos lo que la mayoría hace, lo que está de moda, lo que aparece, lo que otros dicen.  No nos tomamos el tiempo ni invertimos dinero en lo más importante: entender los potenciales, los aprendizajes, el propósito que traemos y la forma de gestionarlos.  Existe una profunda paz en aceptarnos como somos y fluir con ello.

Entonces la espera se transforma en un estado de atención constante, de vivir en el aquí y ahora, conectado a lo que la Vida te ofrece a cada momento.  Porque Ella te invita continuamente a desarrollarte, a evolucionar, a ser lo mejor que puedes ser, de acuerdo a tu diseño particular y sagrado.  En esto consiste la Ley de Atracción finalmente, en saber que tu energía vibra atrayendo lo similar. 

Cuando estás presente, abierto, receptivo (no reactivo), tu cuerpo, tu Ser (no tu mente), te envían señales para guiarte en el camino.  Si un acontecimiento perjudicial surge, estresarte y hacer cualquier cosa es la peor decisión.  Respira, cálmate, entrégate al momento, haz silencio y pide guía.  A medida que aprendes a fiarte de que cada situación y persona tiene un aprendizaje y es para tu mayor evolución, la resolución surge clara y luminosa (a veces, sin hacer nada). 

Por ello, más que moverte frenéticamente (actitud del Ego), vuelve a ti, a tu cuerpo, a tu conexión maravillosa con Todo Lo Que Es, a este instante mágico y confía en que te será presentado lo que es para ti.  Si tu energía no responde positivamente, déjalo correr.  Si tus entrañas te dan ese chispazo energético, ese “¡Ajá!”, es para ti, estás disponible.  Busca tu paz interior, confía, ten paciencia y la Vida te invitará a su Fiesta.

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