Desde hace tiempo, observo que nos hemos acostumbrado a picotear: como con el control remoto, pasamos de una cosa a la otra, sin encontrar satisfacción ni soluciones en ningún lado.
Abrumados por la oferta impresionante, probamos y probamos, esperando que alguna sea la indicada. Así, corremos con los tiempos veloces que estamos transitando y la sociedad de consumo que supimos conseguir.
Lo paradójico es que, a menos que nos detengamos, no hallaremos lo que anhelamos. En principio, el placer está asociado al cuerpo y a cierta morosidad. La mente traga algo y quiere más. No sintió, no percibió, no gustó. Si nos aquietamos y paladeamos, olemos, tocamos, escuchamos, ahí será posible el placer y la plenitud.
En el terreno terapéutico o espiritual, pasa algo parecido. Veo personas yendo de un lugar a otro, leyendo de todo, contando o escribiendo en los foros sus problemas una y otra vez, esperando cambios en un mes… y después quejándose amargamente de que no encuentran soluciones.
Obviamente, no se trata de quedarse años con terapeutas o en lugares con los cuales la relación ha caducado y ya no hay aprendizaje. Pero el picoteo tampoco sirve. Se trata de elegir y comprometerse a profundizar. Quizás, ahí está el problema. Falta verdadera motivación. El Ego se ha implantado tanto que sólo reina la queja y el sufrimiento. Se “dice” que se busca salir, pero no se “quiere”.
Aquietarse y hacer distancia del Ego vuelve a ser la solución. Ahí podrá emerger el Ser, que nos conducirá a la verdad.
miércoles, 19 de agosto de 2009
El picoteo
Publicado por Laura Foletto en 12:21
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