jueves, 3 de mayo de 2007

¿Cuántas miradas miran?

A raíz de un suceso, estuve viendo distintos programas de televisión y algunos foros. Era sorprendente la enorme variedad de opiniones que todos sustentaban y, más asombroso aún, era que cada uno tenía LA VERDAD; ni siguiera creía tenerla, la ostentaba como la única. Observando esto, no hay que extrapolar demasiado para preguntarse porqué tanta agresividad, violencia y guerra.

Todos tenemos una porción de la verdad y, entre todos, encontramos La Verdad. Es difícil comprender esto porque, en la dualidad, tendemos a pensar que solo un lado es cierto y, por lo tanto, el otro es falso.

Esto me hace acordar un cuento judío. La esposa de un rabino se preguntaba porqué su marido era tan respetado y todos acudían a él por consejo, sin demasiado fundamento según ella (es complicado ser profeta en su tierra). Un día, decidió esconderse y observar qué hacía. Vino un vecino a quejarse acerca de otro, dando sus razones para que el rabino lo aprobara. Efectivamente, le dijo “Tienes razón”. Al rato, vino el otro vecino aportando sus propios argumentos. El rabino le dijo “Tienes razón”. Cuando el hombre se retiró muy contento, la esposa salió furiosa de su escondite y le soltó que era estúpido que le diera la razón a ambos, ya que los dos no podían tenerla. El rabino la miró y le dijo “Tienes razón”.

Es sabio escuchar todas las voces y dejarlas resonar adentro hasta que cada uno encuentre su porción de verdad, la cual, por supuesto, no es inalterable: cambia, crece, se transforma, desaparece, se ilumina, se mueve, es dinámica como la Vida misma.

En una época, leía vorazmente sobre diferentes técnicas de desarrollo personal y, a la vez, hacía una carrera con distintas orientaciones. Llegaba un momento en que mi cabeza estallaba porque unas afirmaban unas premisas y otras las contrarias. Tomé la resolución de simplemente “alimentar la máquina”, confiando en que, en alguna circunstancia, mi sabiduría interna produciría la síntesis adecuada… y lo hacía!

Igualmente, cuando escuchaba (y escucho) distintos profesores o maestros o amigos o personas circunstanciales o la televisión o un cartel en la calle o lo que sea. El mensaje que necesito, la parte de verdad que me falta, la palabra reconfortante están en cualquier parte. Sólo es necesario estar atenta y receptiva.

También, mis voces internas son verdaderas… o son mentirosas… o son… o no son… En un cierto nivel, todas tienen razón y, en otro, todas son ilusiones. ¿Cuáles elijo para esta porción de tiempo, para este propósito, para este lugar, para mí, para esta persona que tengo enfrente?

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