viernes, 31 de agosto de 2007

Consecuente, constante, con... migo

¡Qué fácil es romper un hábito, aunque sea maravilloso! Estos días, el servidor de Internet no está funcionando más que de a ratos. Así que, entre los cybers y los momentos en que puedo enviar algo, no he podido escribir en el blog.

Se me ocurrían los temas, pero lo dejaba para cuando anduviera de nuevo bien el servidor. En conclusión: no pasó nada. Así hago a veces: la primera excusa es suficiente para dejar algo. Y ni mencionar de que esperando que ocurra algo o de que sea “el tiempo apropiado” o de estar listo o de lo que sea se escapan las oportunidades. Esto no es malo en sí mismo porque lo que es para uno estará ahí siempre disponible. El tema es lo que pierdo de experimentar, de conocer, de comprender, de gozar, de vivir verdaderamente. Además, ¡se me olvidaron los temas sobre los cuales quería escribir!

Ser consecuente con el placer es, muchas veces, más difícil que con el dolor, los traumas, las postergaciones, las excusas, etc. Ser constante con lo que me hace bien, darme esos espacios de disfrutar y crear es una conducta con la cual… ser constante!

sábado, 25 de agosto de 2007

Sobre palabras importantes... y lo que encierran

Cuando decidí crear el sitio, pasé un tiempo pensando cómo llamarlo. No me interesaba ponerle mi nombre porque no se trataba de mí sino de un concepto que ayudara a las personas a acercarse a un nuevo paradigma, a ver su existencia desde otra óptica, a encarar su aventura en este hermoso planeta de una forma integral y amorosa. Entonces, surgió ABRAZAR LA VIDA.

Estaba harta de escuchar que debíamos luchar la vida, estaba irritada con la idea constante de que debía comportarme como un soldado para lograr lo que deseaba, estaba cansada de que “el otro” fuera el enemigo, de que la Vida fuera tan avara y miserable como para que yo le tuviera que arrancar algo (porque estas nociones están implícitas en esa concepción).

Así, abrazar envuelve todo: lo bueno, lo malo, lo mediocre, lo hermoso, lo horrible, el drama, la comedia, la tragedia, lo negativo, lo positivo, la luz, la sombra, lo femenino, lo masculino, dios, el demonio, los dioses menores, lo ateo… todo!

Porque somos todo y, por lo tanto, nada queda fuera de nosotros. Si no puedo reflejarme en algo es porque no puedo verlo, no porque no exista en mí, aunque sea en una mínima fracción. El peligro de no verlo es que lo proyecto y, entonces, el otro es el enemigo, el raro, el malo, el diferente y así surgen las divisiones.

Lo hermoso es valorar las diferencias sabiendo que nos recuerdan las múltiples posibilidades que poseemos en este brillante diamante que somos, sin olvidar que somos Uno.

Luego de un tiempo, comencé a encontrar el concepto de ABRAZAR LA VIDA en muchos lados. Cuando pensé en un título para los Libros Digitales, me apareció (así, tal cual, no lo pensé, se me impuso) la palabra VERDAD. No me gustó mucho en principio. Me parecía… inadecuada, vaga, antigua. Pero, la acepté y la uní a otra noción que creo fundamental: la de creación, la de que construimos nuestra propia vida. Así nació ENCUENTRA TU VERDAD Y CREA TU VIDA.

Ahora, me estoy tropezando con la palabrita todo el tiempo. Hoy, leí en una canalización de Kryon lo siguiente: “La verdad es el atributo del corazón humano que se desposa con el amor de Dios y cuyos resultados son la pasión por un camino espiritual que enriquece a ese Humano”. ¡Maravilloso!

Cada camino es absolutamente individual, único, precioso y todos conducen a uno único, como los rayos de una rueda. Mi verdad es distinta a la de otro y me brinda recursos y potenciales originales y exclusivos y así con cada ser humano. ¿¡No es fantástico?!!

jueves, 23 de agosto de 2007

Una madurez luminosa

Por distintas circunstancias, últimamente estoy en contacto con muchas personas mayores. Invariablemente, todas han decidido vivir lo que les resta de vida con alegría, optimismo, buena onda, haciendo lo que les gusta, prontas a seguir aprendiendo, con planes para el futuro, incluso unas cuantas siguen trabajando.

Tienen una gran vitalidad, les interesa mucho el arte (escriben, pintan, bailan, van a conciertos, miran programas culturales en la televisión), viajan, están informadas de todo, tratan de no engancharse en las tonterías ni en lo negativo. Cuando surge algún problema o se cuela alguien “quejoso”, lo minimizan y buscan seguir disfrutando.

En mis estudios por distintos lugares, encontré dos Maestras: una fue Patricia Stokoe, quien falleció trabajando y aprendiendo hasta el último día, con alegría y curiosidad. La otra es María Fux, quien continúa bailando y enseñando con creatividad y entusiasmo. Siempre dije que yo quiero ser como ellas: deseo trabajar hasta mi muerte, siempre abierta, cambiante, amorosa, dadora, receptora, alegre, sana, creativa, feliz.

Las personas que me rodean me muestran que es posible y les agradezco enormemente la compañía y el ejemplo que representan.

miércoles, 22 de agosto de 2007

La caravana de la alegría

"Hay una declaración preciosa de Mevlana Jalaluddin Rumi, uno de los mayores maestros sufíes que han existido. Dice: "Ven, ven, seas quien seas; Vagabundo, adorador, amante del aprendizaje... No importa. La nuestra no es una caravana de desesperación. Ven, aunque hayas roto tu voto mil veces. Ven, ven, una vez más, ven".

Recuerda esta preciosa declaración: «La nuestra no es una caravana de desesperación». Yo también puedo decirlo. La nuestra no es una caravana de desesperación, es una celebración; es la celebración de la vida. La gente se vuelve religiosa porque se siente desgraciada y la persona que se vuelve religiosa por sentirse desgraciada, lo hace por razones equivocadas. Y si el principio mismo está equivocado, el final no puede ser correcto.

Vuélvete religioso por alegría, por la experiencia de la belleza que te rodea, por el inmenso regalo de vida que Dios te ha dado. Hazte religioso por gratitud, por agradecimiento. Tus templos, tus iglesias, tus mezquitas y tus gurudwaras están llenas de personas desgraciadas. Han convertido también los templos en infiernos. Están allí porque están en agonía. No conocen a Dios, no tienen interés en Dios; no les importa la verdad; no se preguntan nada. Están allí sólo para ser consolados, reconfortados. Por eso buscan a cualquiera que pueda darles creencias baratas para poner parches a sus vidas, para ocultar sus heridas, para encubrir su desgracia. Están allí para buscar alguna falsa satisfacción.

La nuestra no es una caravana de desesperación. Es un templo de alegría, de canción, de danza, de música, de creatividad, de amor y de vida. No importa, puede que hayas roto todas las reglas: las reglas de conducta, las reglas de moralidad. De hecho, cualquiera que tenga agallas acabará rompiéndolas. Estoy de acuerdo con Jalaluddin Rumi, él dice: Ven, aunque hayas roto tu voto mil veces. La gente inteligente va a romper sus votos muchas veces, porque la vida sigue cambiando, las situaciones cambian. Y el voto se toma bajo presión: quizá el miedo del infierno, la avaricia del cielo, la respetabilidad social... No surge del núcleo más íntimo.

Cuando algo surge de tu ser interno, nunca se rompe. Pero tampoco es un voto, es un fenómeno simple, como respirar. Ven, ven, ¡y una vez más ven! A todo el mundo se le da la bienvenida, sin condiciones. No tienes que cumplir ningún requisito. Ha llegado el tiempo en que se necesita una gran rebelión contra todas las religiones establecidas. La religiosidad es necesaria en el mundo, pero no las religiones —no más hindúes, no más cristianos, no más mahometanos—, tan sólo personas religiosas, personas que tengan un gran respeto por sí mismas".

No puedo estar más de acuerdo con Osho.

lunes, 20 de agosto de 2007

Tengo el NO fácil

Si bien antes tenía un carácter belicoso, la verdad era que me costaba muchísimo poner límites (diría más bien “tener” límites), así que luego me encontraba complicada en situaciones en las que no quería estar nada más que por no haber podido decir NO a tiempo.

Comencé a trabajar con el tema y un día me llegó un poema de Hugo Filkenstein que me pareció espectacular:

NO
No es No y hay una sola manera de decirlo. No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos. No se dice de una sola manera. Es corto, rápido, monocorde, sobrio, escueto. No.
Se dice una sola vez, No. Con la misma entonación, No. Como un disco rayado, No. Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es No.
Un No que necesita explicaciones y justificaciones no es No. No tiene la brevedad de un segundo. Es un No, para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí. No no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas para arriba.
No es el último acto de dignidad.
No es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. No no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque No.
Cuando el no es No, se mira a los ojos y el No se descuelga naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula ni vacilante, ni agresiva, no deja duda alguna.
Ese No no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.

Así que, con el tiempo, me fui haciendo tan experta que, como dice un amigo mío, "tu No es tan contundente que no deja lugar a nada"… y me parece un elogio!

Concordante con esto, creo que estar atenta a las primeras señales de una actitud, de una situación, de una tendencia, hace que podamos poner los límites mucho más fácilmente al hacerlo al principio y no cuando ya se han convertido en problemas enmarañados. Igual, siempre es tiempo de decir No y comenzar a poner las cosas en su lugar. Porque nunca hay que olvidar que los límites implican contención.

viernes, 17 de agosto de 2007

¿Metal o bambú?

Mirando un documental sobre Hong Kong, hacían hincapié en el enorme crecimiento de la construcción. Fue impactante ver cómo realizaban los andamios: ¡con bambú! Debido a que es una zona de movimientos sísmicos, lo más seguro es construir con ellos y no con metales. Es algo increíble pensar que un edificio de cuarenta pisos está basado en cañas. Los chinos dicen que “Lo que se dobla con el viento, no se rompe”.

El bambú siempre ha representado esta maleabilidad necesaria para evolucionar. A diferencia de la noción, predominantemente occidental, de que es preciso ser duro y rígido para prevalecer, los orientales privilegian la flexibilidad y la blandura para poder fluir con los acontecimientos.

Tu cuerpo es quien te lo muestra: ¿dolores, tensión, contracturas, pobre respiración, rigideces? ¿Y si probás ser como el bambú?

jueves, 16 de agosto de 2007

Multifacético diamante

Yo nací en una ciudad llamada Diamante. Cuando comencé la escuela primaria, mi padre me regaló una regla de acero llamada Diamante, que nadie más tenía y de la que me sentía muy orgullosa. Las piedras que más me gustan son los diamantes. La primera meditación importante que me movilizó fue ver mi corazón como un diamante. Bastantes cosas han sucedido que tienen que ver con ellos.

A lo largo de mi vida, lo que siempre me encantó de los diamantes es que, cuanto más facetas, más brillan. Y que sus destellos irradian el arco iris: todos los colores en la transparencia.

Los diamantes son la más perfecta metáfora de nuestro ser. Creo que somos más valiosos e íntegros cuando podemos reunir todas nuestras facetas y hacerlas refulgir en la unidad. A diferencia de muchos gurúes de la New Age que sólo hablan de la luz y se olvidan de la oscuridad (llevando a las personas a rechazar partes suyas y a crear una "pátina" de pensamientos positivos sobre una bola de negatividad, que los aliena), a partir de ciertas experiencias tuve claro que debía reconocer, aceptar y darle espacio interno a todas mis facetas, sean las que sean.

Cuantos más aspectos pueda reunir de mí (la compasiva, la soberbia, la orgullosa, la creativa, la mentirosa, la generosa, la avara, la estúpida, la inteligente, la víctima, la poderosa, la dulce, la mal hablada, la colérica, y todos los etcéteras imaginables), más conciente seré y más autonomía de elección tendré porque no puedo transformar lo que no conozco.

Si hay aspectos míos que no advierto, éstos trabajan desde el inconciente, desde las sombras y soy su prisionera, termino haciendo lo que ellos quieren. En cambio, si puedo observarlos a plena luz, soy capaz de ponerles límites y de tomar decisiones desde la libertad.

Por eso, estoy orgullosa de ser multifacética: tengo decenas de matices para elegir qué y cómo ser y actuar. Soy un diamante que cada vez brilla más.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Logro-fobia

Leí lo siguiente en una canalización:

PREGUNTA: Por más de un año ahora he estado al borde de crear progreso significativo en mi vida. He tenido varias oportunidades y potenciales tocando a mi puerta que me hacen creer que estoy a punto de finalmente manifestar las cosas en mi vida que siempre he querido. Pero cuando estas cosas están a punto de entrar a la manifestación, siempre, en el último minuto todo se derrumba. Todo desaparece justo frente a mis ojos como un espejismo. Trato de mirar el lado positivo de las cosas, convenciéndome a mí mismo de que quizá esas cosas no eran realmente lo que yo quería al final. Pero para ser honesto, me siento muy frustrado y confundido en lo profundo. ¿Podrías explicarme qué está pasando?

TOBÍAS: Ciertamente. Logro-fobia. Es un miedo real. Logro-fobia – el miedo a lograr. Dices que casi lo puedes saborear, casi lo puedes sentir, pero luego se aleja. ¿Qué está sucediendo? Le tienes miedo. ¿Qué sucede si tienes ese progreso? ¿Qué responsabilidad coloca sobre ti? ¿Cómo cambia tu vida? ¿Cómo tienes que dejar de alimentarte de la manera en que te has estado alimentando? ¿Cómo tienes que cambiar algunos de esos patrones y adicciones que tienes en tu vida? Así que, tienes logro-fobia. Tienes que echar un vistazo al porqué tienes este miedo al progreso. ¿Qué significará en tu vida? ¿A qué tendrás que renunciar para convertirte en todo lo que eres?

No pude sentirme más reflejada. Si bien he hecho muchísimos cambios en mi vida y, como buena ariana, he comenzado de cero unas cuantas veces, este momento es muy especial y significa tanto para mí, que la “logro-fobia” me estaba pegando fuerte. Así que, me fui a respirar y liberar. Muchas cosas vinieron a mí y otras simplemente pasaron, sin reconocerlas más que por la emoción de miedo que brotaba de mi pecho y de mi plexo.

Al día siguiente, “sucedieron” dos pequeños milagros, que apuntaban a mis deseos. Sigo respirando…

lunes, 13 de agosto de 2007

¡Pobrecito!!

Me fastidia cuando alguien dice eso con respecto a otra persona. Me pasa desde chica, cuando mis tías vivían “pobreciteando” lastimeramente a todo el mundo cada vez que contaban algún problema, sea mínimo o catastrófico. La palabrita no se les caía de la boca nunca.

No sabía porqué me irritaba escucharla. Después, me fui dando cuenta de que esa es una forma de victimizar a otros, de ponerlo en el lugar de mártir a quien “le pasan” cosas malas, sin tener nada que ver en el asunto. Obviamente, yo, sin darme cuenta, también me victimizaba frecuentemente, aunque de una forma “combativa” (la cólera era mi marca registrada, así que el enojo es mi primera reacción).

A medida que fui creciendo, fui tomando conciencia de la responsabilidad que tenemos frente a nuestra vida y de que no somos “pobrecitos”. Hemos creado esas circunstancias por alguna razón y la clave es registrarlo y usarlas para transformarnos.

Aún con pacientes con historias terribles, no me nace la lástima ni el dolor. Sí la compasión para quienes se han puesto en situaciones difíciles, la claridad para que puedan reconocerlo y el amor para acompañarlos en la solución.

Además, si somos espejos que nos colaboramos mutuamente en descubrirnos, no nos sirve a ninguno esa actitud desmerecedora. Mejor identificarnos en la similitud de aprendizajes y fortalecernos en las respuestas positivas que podemos presentar.

jueves, 9 de agosto de 2007

Oda al vino

Siempre me gustó el vino (tengo un gen alcohólico). No tanto las otras bebidas, sino específicamente el vino y otros derivados de la uva, como el champagne y el oporto.

Yo soy de provincia (de Entre Ríos) y era normal en mi tiempo que, desde chicos, nos “colorearan” la soda o el agua. A medida que crecíamos, se iba incrementando la proporción. Mi primera borrachera la tuve a los trece, en una fiesta familiar, con vino patero de Mendoza. Probé un poquito y, como era muy dulce, me encantó y, aprovechándome de que los adultos estaban en la suya, fui tomando los restos de los vasos que encontraba. Al ratito, me arrastré a una cama y me dormí profundamente. Todos pensaron que era porque estaba cansada…

A los catorce, algunos sábados, con mi amiga del alma de la pubertad, robábamos cualquier bebida (anís generalmente) de nuestras casas, comprábamos cigarrillos sueltos y bajábamos las barrancas. Nos sentábamos al lado del río a chismear, filosofar, contenernos y contemplar el Paraná, que se deslizaba marrón y turbulento para desembocar en la ciudad en la que poco después viviría.

Ya en Buenos Aires, a los veinte, me hice amiga de una compañera de estudios que era unos diez años mayor. Con ella, aprendí a ir a restaurantes elegantes y comer y tomar de lo mejor. Me di cuenta, cuando empecé a salir, que los hombres aquí no estaban acostumbrados a tomar como en las provincias, así que era común que yo bebiera más que ellos.

Jamás perdí la compostura ni me puse alegre/estúpida ni triste. Sostengo que el alcohol (y las drogas) te llevan al nivel en que estás, verdaderamente. Yo siempre tuve una “borrachera cósmica”: un hermoso estado flotante en que todo está bien, cada cosa en su sitio, con un propósito, un tiempo y un lugar apropiados y perfectos… una meditación etílica!

El mayor episodio al respecto me pasó en Guaruja, en Brasil. Estaba con una pareja, en la playa, y tomé dos caipirinhas fuertísimas. En un completo estado beatífico, fui hasta la orilla del mar, sintiéndome Una con Todo. En un momento, todos los chicos que jugaban alrededor mío, se acercaron y me rodearon. Algunos me dieron la mano y me sonrieron. No sé cuánto duró, pero finalmente se me pasó y regresé. Pensé que había sido una alucinación propia de la borrachera, pero mi pareja, sin yo preguntárselo, me comenzó a contar lo que había visto con los chicos. ¡Fue hermoso!

Ahora, ya no tomo tanto, básicamente porque me cae mal, pero no renuncio a unas copitas con la comida, de vez en cuando. Para mí, el vino ha sido una bebida social, de amigos, de encuentro, de charlas, de gratos momentos en compañía. Este año, se me ha ocurrido abrir un buen Malbec y cenar sola con una copa, brindando a mi salud.

miércoles, 8 de agosto de 2007

La vida es fácil

Hace muchos años, me di cuenta de por dónde venía mi incomodidad con el “sistema imperante”. Naturalmente, toda mi vida yo tenía una actitud de, lo voy a decir en palabras de mis padres o de la cultura:
- “vaga”, “cómoda”,
- “vos querés la chancha y las veinte”,
- “las cosas no son como vos crées: tenés que romperte el c… para conseguir algo”,
- “no tenés idea de cómo funciona el mundo”,
- “si no te costó, no vale”, etc., etc.,
- ¿se capta el sentido?

Tenía una gran guerra en mi cabeza, entre lo que yo creía y sentía que eran las cosas y lo que todos me decían que debían ser. En un momento, a raíz de mi propia labor interna y de lo que iba leyendo, me incliné por… mí!! El mundo podía pensar lo que quisiera, pero, para mí, las cosas iban a ser de otra forma. El tema era cómo ir implementándolo. Un día, me levanto y tengo en mi cabeza la frase: “LA VIDA ES FÁCIL”. Se repetía sola, continuamente, inexorablemente. Me dije que ese era un mensaje de mi alma, los guías, la Vida, Dios, quien sea, pero que me gustaba y que lo iba a seguir.

Así que, con varias resistencias varias, lo seguí repitiendo cada vez con más confianza hasta que comenzó a hacer efecto: ¡la vida se iba haciendo más fácil! En las primeras cosas en que me di cuenta fue en cómo los trámites se facilitaban y acortaban. Si tenía que ir a algún lado en donde, a la mayoría, le tomaba cuatro horas de cola, tres días, montón de papeles mal explicados o mal hechos, dinero extra, broncas, dificultades, a mí me tomaba una hora (o menos) sin problemas. Desde entonces, esto ha sido así casi siempre. No importa lo que le lleve a los otros, yo entro y salgo. Y así con muchos otros asuntos: encontrar asiento en un colectivo o tren llenos, averiguar algo, sacar pasajes, solucionar un inconveniente, tramitar una jubilación o una pensión, etc. También, ha funcionado para temas mucho más serios como lo que comenté acerca de la internación y el fallecimiento de mi madre.

Cuando algo se dificulta en el afuera, no me enojo con los otros ni despotrico contra el sistema. Me pongo a ver qué cosa en mí lo traba o lo retrasa. Cuando lo encuentro, la cuestión se soluciona sola. Si no lo descubro, me quedo tranquila porque, de cualquier forma, sé que ésa es la actitud correcta para que se arregle más rápidamente.

Ésta es la prueba más evidente de que creamos nuestro mundo. De que somos los hacedores de lo que nos sucede. Si hay caos a nuestro alrededor, hay que buscar cuál es el caos interno que lo provoca afuera. Las claves están en el cuerpo, ya que es el espejo concreto de lo que pensamos y sentimos.

Entonces, ¿qué tal si empezamos… o recordamos?: La vida es fácil, la vida es fácil, la vida es fácil…

lunes, 6 de agosto de 2007

Adoptando... relaciones

Cuando era chica, yo creía (o quería) ser adoptada. Yo era tan diferente a mis padres y a mis familiares que me consideraba una extraña. Me sentía tan poco comprendida, apoyada, querida, sostenida que fantaseaba que mis verdaderos padres eran reyes de otro lugar, que vendrían a buscarme y a darme todo lo que necesitaba (el mito de la princesa perdida… demasiada literatura…).

En algún momento, tuve que aceptar que esos eran los padres que me habían tocado. Más adelante, acepté que eran los que había elegido. Pude encontrar la matriz que nos había unido y perdonar y compartir.

En estos días, estoy tomado conciencia de una matriz más grande y poderosa: la del amor. Hablando con papá, con parientes, recordando, me encuentro rodeada de un capullo de personas buenas, cariñosas, cálidas, contenedoras. El camino ha valido la pena. No, no me gusta esa palabra: ha valido la alegría de hoy.

jueves, 2 de agosto de 2007

Pensamientos de madre

Hace unos tres años, mamá había ido a una fonoaudióloga porque tenía problemas con la garganta. Esta profesional era muy especial, porque, además de hacerle hacer los ejercicios corrientes, le daba pensamientos del tipo de los de Louise Hay y preguntas para que contestara en la casa. Haciendo orden en sus papeles, encontré un cuadernito en donde había hecho borradores de los “deberes”. Estaban todos tachados y escritos uno encima de otro, pero rescaté lo que sigue. Tenía 77 años y sólo hizo tres grados de la escuela primaria (cosa que siempre lamentó porque le encantaba aprender). Escribió esto:

A veces, creemos cosas por tradición y, cuando lo pensamos, vemos que no es así. Ya grandes, tomamos conciencia de porqué voy a creer eso. Tengo mi propia opinión. Antes, cuando alguna chica se embarazaba siendo soltera o se iba a vivir con alguien sin casarse, era pecado. Dios la castigaba. Hasta la familia la miraba mal. Qué cosa estúpida. Es necesario repensar nuestras creencias para ver si son ciertas o no.

Yo soy feliz como soy y con lo que tengo. Nunca pensé que si tuviera más dinero o una casa más linda sería más feliz, esas cosas que mucha gente piensa que lo de afuera te hace más feliz. Para nada. La felicidad nace de uno, estar bien con la familia, pero otra cosa no. Con mi familia, en las buenas y en las malas. Con lo que nos pasó
(la muerte de mi hermano) nos unió más. Para mí, esa es la felicidad.

Yo considero amigos a los demás sin pensar en mi interior, que eso es lo mejor que tengo. Desde hoy, seré mi mejor amiga.


Al otro no se lo puede ayudar, hay que dejar que lo haga solo cuando esté preparado. Yo pienso que al otro se le puede dar una idea para que haga su trabajo pero no hacerlo por él. Yo con los años aprendí eso. Mi trabajo lo hago yo mal o bien, es mi trabajo, nadie debe depender de los demás.

Si yo permito que el amor entre en mi interior será beneficioso para mi salud. Estaré a salvo de malos pensamientos. También, al yo estar bien porque me amo, todos los que me rodean sentirán eso, porque para mí el amor es contagioso.

Una tragedia puede ser para una familia perder a un ser querido. Entonces, se pregunta porqué a mí y se angustia tanto que se queda encerrado en ese dolor, hasta que se da cuenta “tengo que salir de alguna forma; no soy la única a la que le pasa esto” y decide formar una fundación para ayudar y ayudarse a si mismo. Crecer en el dolor junto con otras familias.

Yo pienso que no hay otra vida
(esto es por una conversación que tuvimos). Esta es única. No me cabe otra. Yo tuve ésta, con todo lo que tengo, con lo que me pasó (malo o bueno) y estoy conforme con ella. Tengo mi familia que era lo que más quería, mi marido, mis hijos a los que quiero y creo que ellos también a mí. Estoy feliz con la vida que tengo. Si hay otra, no sé. Puede ser que esté equivocada. Por ahora, pienso así.

Pensamos diferente en esto, mamá, pero en el resto… estoy de acuerdo. Sobre todo, en que nos hemos querido mucho.

miércoles, 1 de agosto de 2007

En resumen,

todo lo que puedo decir hoy es: ¡GRACIAS!