sábado, 29 de septiembre de 2012

Interesante...



Hace muchísimo, cuando comencé a hacer cambios en mí, percibí la cantidad de insultos, palabras denigrantes y catastróficas y pensamientos adversos que abrigaba cada día, como una manta que me enfriaba por dentro.

Me di cuenta de que necesitaba, por lo menos al principio, una palabra que no tuviera una connotación negativa, que abriera posibilidades, que liberara potenciales dormidos. Ese término fue "interesante". En lugar de dramatizar con vocablos hirientes o perjudiciales, los neutralizaba catalogándolos de interesantes, lo cual hacía también que los encontrara atrayentes y dignos de explorarlos. ¿Qué tal si pruebas? Es interesante...

miércoles, 26 de septiembre de 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Aprecias la epopeya de lo cotidiano?


Así como las malas noticias parecen hacerse cada día más enormes y fatídicas, también cada día más personas están despertando a sus potenciales.  Jamás en la historia tantos individuos están tomando conciencia de que no son simples peones en el juego de la vida sino que pueden tomarlo en sus manos y crear maravillas.  Sin embargo, no es un juego fácil, básicamente porque no se lo enseña: se lo aprende a medida que se va desarrollando.  Esto se debe a que no hay interés en la cultura dominante para que nos salgamos del sistema y también porque en realidad el juego es nuevo, lo cual lo hace más interesante todavía.

Una de las dificultades consiste en que estamos pendientes de que aparezca un Manual de Instrucciones, cuanto más complicado mejor.  No sé porqué razón privilegiamos lo complejo a lo simple… para después no cumplirlo porque es muy complejo… esas cosas del Ego.  Este es tiempo de mirar adentro y comenzar a descubrir que venimos con las instrucciones, sólo que no las escuchamos.  Ya diseñamos el plan de vida y cómo resolver los desafíos, pero nos resistimos a responsabilizarnos y buscamos gurúes y libros sapienciales afuera para echarles la culpa cuando nos fallen.  Por supuesto, podemos buscar ayuda para clarificarnos, pero los resultados son de nuestra incumbencia.

Una manera de crecer es poniéndonos incómodos.  Todos llegamos a un cierto nivel de conveniencia, de no hacer olas, de conformarnos con poco, de mediocridad conocida y supuestamente segura.  En algún momento, esa comodidad se vuelve incómoda y sabemos que tenemos que cambiar algo o mucho.  Atrevernos a salir de esa área de conformidad inicia el proceso de transformación.  Verdaderamente, los potenciales que traemos sólo pueden activarse cuando respondemos a los desafíos de la vida.  Nunca sabremos de qué somos capaces vegetando y huyendo de los conflictos.  Cuando hacemos esto, nos condenamos a la infelicidad y a una escalada de problemas que se habrían evitado si hubiéramos tomado el toro por las astas al comienzo y no cuando ya es inevitable. 

Un error común es pensar que la información hará el cambio.  Ella sólo crea un contexto, una perspectiva, unas disposiciones, pero el auténtico cambio se producirá cuando llevamos esa información a la práctica, cuando nos pescamos haciendo lo mismo de siempre, nos detenemos y aplicamos una nueva actitud, una y otra vez hasta que se incorpora.  Mientras está en la mente es información, cuando pasa al cuerpo es verdad.  Al respecto, también creemos que la mente nos salvará, que pensando resolveremos todo.  Simplemente nos llenaremos de pensamientos repetidos y reactivos, pero jamás encontraremos el camino desde la cabeza. Por el contrario, cuando hacemos silencio es cuando abrimos la conexión a instancias superiores y permitimos que aparezcan las reales soluciones.

En este despertar, muchos tenemos la fantasía de que se abran los cielos y Dios en persona nos diga qué hacer y nos lleve a nuestros gloriosos destinos, en una epopeya divina.  No sucederá.  En todo caso, Dios (o nuestro Ser) nos lo muestran continuamente a través de los hechos cotidianos.  Lo que necesitamos saber, hacer, tener, vino con nosotros,  está a nuestro alrededor, sucede cada día.  Lo que pasa es que estamos esperando otra vida, otro lugar, otro tiempo, otras personas, otro trabajo, ser otros.   Mientras no nos aceptemos en la caleidoscópica variedad que somos y no comprendamos que el cambio se producirá adonde estamos, seguiremos peleándonos con nosotros y con la vida.
No tienes que ser de otra manera.  Eres todo lo que necesitas para lo que viniste a vivir en esta existencia.  Aprecia el esplendor de tus cualidades y atrévete a liberar el potencial que reside en tu interior.  No envidies ni te obnubiles con supuestas virtudes de otros.  Todos  tenemos facilidades y retos.  No quieras ser una versión de segunda de nadie sino la mejor versión de ti mismo.  Cada día tienes la oportunidad de dejar de enjuiciar, de enojarte, de victimizarte, de deprimirte.  Cada día puedes realizar la sagrada tarea de sonreír, de dar una palabra de aliento, de modificar un pensamiento, de cambiar una actitud, de agradecer, de cuidar tu salud, de hacer silencio y escucharte, de sintonizar con la paz, la luz, la abundancia, la alegría, el amor que eres.  Cada día trae su afán.  Accede a la epopeya de lo cotidiano.  Disfrútalo.  Aprende.  Trae la Nueva Energía a tu mundo.  

viernes, 21 de septiembre de 2012

¡Feliz primavera! Para celebrar la vida...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Simple



Frente a lo complicado,
hazlo simple.
Respira.
Conecta tus pies a la Tierra,
tu cabeza a Todo Lo Que Es,
tu corazón a tu Alma.
Respira.
Aún si no sabes cómo hacerlo,
deja que simplemente suceda.
Confía.
En ese segundo de silencio,
tu Ser comenzará a susurrarte,
sabia y amorosamente.
Confía.
Todo está bien.
Entrégate al plan que diseñaste.
Respira.
Confía.

lunes, 17 de septiembre de 2012

20 poderosas maneras para aumentar tu energía

1. Conéctate con tu propósito.
Si tu propósito, el para qué haces lo que haces, está conectado con tu pasión, tienes una poderosa fórmula de energía dentro de ti. Cuando haces aquello que te apasiona y entusiasma, tu energía fluye naturalmente y se retroalimenta con tus acciones. Mientras más te acerques a tu pasión, más energía experimentarás.
¿Qué te apasiona? ¿Qué te mueve? ¿Para qué elevar tu energía?

2. Enfócate en el resultado que deseas lograr.
No saber hacia dónde vamos nos desgasta. La acción sin propósito y dirección es pérdida de energía. Todo comienza con tener clara la visión del resultado que deseas lograr. Las personas de éxito tienen un hábito en común: orientan su actuar en función de resultados.
¿Qué quieres lograr? ¿Cuáles son tus metas? ¿Cuál es tu visión?

3. Encuentra tus “yo puedo”.
Siempre puedes. Es posible que no puedas hacer o lograr lo que quieres en el momento que lo estás deseando. Pero siempre puedes hacer algo.  Si no puedes hacer grandes cambios en este momento, ¿qué pequeñas transformaciones sí están en tu poder? Modificaciones que te permitan ir variando el rumbo para apuntar hacia el destino deseado.  Dirigir tu vida hacia la visión que en el fondo deseas puede requerir gran energía. Pero al igual que mover todo un buque de cientos de toneladas, todo comienza por un pequeño cambio. No te concentres en tus “yo no puedo”. Todos los tenemos. Sin embargo, es en nuestros “yo puedo”, por pequeños que sean, en donde está nuestro poder de redirigir nuestra vida.”  Recuerda: tu enfoque determina tu nivel de energía.
¿En qué te enfocas usualmente? ¿En lo que no puedes o en lo que sí puedes? Conéctate con tus “yo puedo” y estarás alimentando tu energía.

4. Encuentra la fe en ti mismo.
La fe es quizá, junto a la pasión, una de las fuerzas más poderosas a las que el ser humano puede conectarse. Es un recurso interior que te permite ir más allá. Es al conectarte con la fe cuando puedes construir lo que hoy es desconocido. La fe es la gasolina suprema. Conéctate con ella, decide creer en algo más allá de lo visible y sentirás una energía que te acompañará hasta el logro de tu visión.

5. Muévete de manera diferente ..
¿Qué es primero: el huevo o la gallina? Lo mismo podemos preguntarnos sobre la energía y el movimiento. Obviamente necesitamos de energía para producir movimiento. A la vez, el movimiento por sí mismo es un generador de energía. ¿No te quedas a veces esperando a que surja tu sensación de vitalidad para ponerte en acción? En la práctica, muy factiblemente, lo que necesitas es ponerte en movimiento, en acción física, para movilizar tu energía y hacerla subir. Tu nivel de energía está directamente relacionado a la manera como te mueves. ¿Te falta energía? Significa que te falta movimiento. No esperes a tenerla para ponerte en acción. Just do it! Como dice el famoso slogan de Nike.  ¿Quieres transformar tu energía? Haz en este instante ese movimiento y grita “¡¡¡Sí!!!”. Explora tu cuerpo. Juega con tu capacidad de moverte para aumentar tu energía. No esperes a tenerla. A veces está simplemente “estancada” y esperando porque actives tu fisiología para poder fluir y expandirse.


6. Cambia tu expresión facial.
Los músculos de tu rostro funcionan como torniquetes, facilitando o disminuyendo el paso de la sangre hacia la zona frontal de tu cerebro. Si tus tensiones, frustraciones o amarguras se ven reflejadas en la rigidez de tu rostro, el flujo sanguíneo y el nivel de oxígeno que le llega a tu cerebro se ve reducido. Al sonreír, los 32 músculos de tu cara bombean un mayor nivel de oxígeno a los lóbulos centrales. Esto estimula la secreción de endorfinas, hormonas neuronales que inducen estados de placer los cuales comienzan a contrarrestar patrones de depresión, tristeza, apatía, rabia.  Imagínate: ¡¡Prozac gratis!! Y con un maravilloso efecto secundario: otros te devolverán sus sonrisas al verte. Así que la prescripción es simple: ríete más a menudo. Incluso, puedes probar hacer morisquetas para intensificar tus dosis de endorfinas.

7. Respira diferente.
Una de las primeras respuestas fisiológicas que cambia cuando tu emocionalidad se transforma es la respiración. Por ejemplo, cuando comienzas a estresarte tu respirar se tensa y se hace cada vez menos profundo. Cuando te excitas… bueno, ya sabes. Cuando necesites inyectarte energía instantánea, emplea el principio de cambiar el cuerpo para influir sobre tu emocionalidad al respirar diferente de manera deliberada.  ¿Cómo respiras cuando estás lleno de energía y vitalidad? ¿Cómo respiras cuando estás en tus mejores momentos? Si inhalas y exhalas como cuando te encuentras en esos estados, comenzarás a sentir esa energía. Oxigena tu cuerpo -respirando profundamente, ejercitándote o haciendo el amor- y llénate de vitalidad. No en vano para muchas filosofías y sistemas de vida oriental, la respiración es tu conexión con la energía del universo.

8. Medita.
Existen muchos tipos de meditación. Una manera de hacerlo es concentrándote en tu respiración como “ancla” para tu mente. Simplemente cierras tus ojos y colocas tu atención en el proceso y las sensaciones de tu respirar. Sin buscar cambiar nada, sino más bien siendo testigo de tu proceso, por unos minutos te concentras suavemente en tu respirar. Pruébalo. Cierra tus ojos y simplemente respira por unos 3 a 5 minutos. Vamos, regálate estos minutos. Obséquiate este mini-descanso… y comienza a agarrarle el gustito a la meditación.

9. Hazte preguntas que te potencien.
¿Qué hay de malo en tu vida? ¡¡Para!! No lo hagas, no lo pienses. ¡Rápido! Pon una sonrisa.  ¿Qué cosas te inspiran? ¿Qué hace vibrar tu alma y enciende tu pasión? ¿Qué aspectos sí se encuentra bajo tu control? ¿Qué sí puedes hacer hoy -por pequeña que sea tu acción- para mejorar tu vida? ¿Cómo vas a aumentar tu capacidad para avanzar hacia tus metas? ¿A quién amas? ¿Quién te ama?  Te apuesto a que experimentaste un cambio de energía entre el momento cuando leíste la primera pregunta (de apenas fracciones de segundo, espero) y las siguientes. Recuerda, es muy simple: tu preguntas frecuentes determinan tu enfoque; aquello con lo que te conectas, impacta tu energía. Diseña tus propias preguntas potenciadoras. Emplea conscientemente el poder que ellas tienen para dirigir tu mente hacia los pensamientos que te nutren y elevan tu vibración.

10. Conéctate con emociones inspiradoras.
Hay películas, libros, biografías e historias que nos muestran el poder de la fe, la determinación, el amor, la esperanza; nos inspiran a través de la muestra de otros seres humanos que han soñado, vencido y surgido. Recuerda esas escenas que te emocionaron y utilízalas como inspiración para lo que tienes que hacer, superar y lograr.  Pasión, amor, convicción, triunfo, coraje, fe, determinación, compasión, alegría, entusiasmo… cuando nos dejamos tocar por estas emociones no nos queda otra que sentirnos inspirados por la grandeza humana. Esa misma que reside en ti.
Leo Alcalá

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¡Sí!


lunes, 10 de septiembre de 2012

¿Aprendes a ser feliz?


Quizás, te resulte extraña esta pregunta.  ¿Acaso no sabemos todos cómo serlo?  Lamentablemente, no.  Hay razones personales y sociales que lo dificultan o impiden.  Comencemos por estas últimas.  Por cientos de años, el acento para la realización humana ha estado puesto en el sacrificio, la lucha, el esfuerzo.  Desde “ganarás el pan con el sudor de tu frente” hasta “sin dolor no hay ganancia”, se supone que debemos sufrir para obtener algo.  Cuantas más tribulaciones nefastas atraviesa alguien, más se la aprecia.  Cuantos más padecimientos se soportan por el bien de los demás, más metros de Cielo se logran. 

En los tiempos recientes, esta sobrevaloración del sufrimiento (en vistas al futuro, sea aquí o en el paraíso) ha tenido su contrapeso en un facilismo pueril y consumista, de disfrutar hoy sin importar el mañana.  Faltos de una guía interna espiritual, todo se diluye en la materialización urgente que brinde algún placer o sentido.

Tanto en una como en otra visión, lo más común es sentir culpa: por no ser lo que se debería ser, por no cumplir con las implacables expectativas, por sentirse vacío a pesar de tener todo, por lo que sea.  Esta “costumbre” judeo-cristiana nos ha sido transmitida en los genes y reclama su tributo: la culpa exige castigo.  Si te parece que te has salvado de su larga mano… mira mejor: muchas de tus imposibilidades nacen de eso.

Esta sociedad no nos enseña a ser felices, responsables, creativos, alegres, abundantes. Está llena de modelos rígidos e idealizados y margina al que no llega o es distinto.  En lugar de propiciar la libertad para que cada uno busque sus propias experiencias y aprenda de los inevitables errores en el aprendizaje, lo juzga y lo sanciona. 

Con respecto a las razones individuales, se podría decir que cada uno hizo lo que pudo con lo que tuvo.  Se supone que sabemos hacer bien lo básico por lo menos, pero ni siquiera esto es cierto.  Respiramos mal; nos paramos peor; manejamos pésimamente el cuerpo y la salud; tenemos la mente colmada de tonterías, miedos y dudas; nos desbordan las emociones; no poseemos una orientación verdadera de quiénes somos y adónde vamos. 

Dejamos de crecer después de la adolescencia y reaccionamos ante cada nuevo desafío con los pocos y nocivos recursos que asimilamos en la niñez.  Podemos tener cincuenta años y seguimos repitiendo lo mismo de cuando teníamos cinco.  No nos tomamos el tiempo de revisar lo que sirve y lo que no; de adecuarnos al presente; de fundar una nueva interpretación de acuerdo a lo que somos ahora; de diseñar cómo deseamos vivir, relacionarnos, trabajar, amar. 

La conciencia es la gran ayuda.  En lugar de vivir dormidos y reactivos, quejándonos y resignándonos, podemos poner luz en cada acto, en cada encuentro, en cada emoción, para evaluar los mandatos y traumas que arrastramos, a fin de sanarlos y reemplazarlos por ideas y actitudes que nos den plenitud y armonía, que liberen el potencial que traemos, que movilicen nuevos caminos, que nos relacionen amorosamente.


Este es el tiempo.  Deja de correr, encandilado por objetivos externos.  Respira, cálmate un momento, mira adentro, pide asistencia a tu Ser, comienza a crear la mejor versión de ti mismo.  Cambia tus prioridades y valores; aprecia la alegría y la simplicidad; confía en que ya eres y tienes lo que necesitas para lograr tus metas del corazón; pon el aprendizaje constante como un camino valioso; ábrete al amor y la abundancia; fíate en que el Universo es amable y te sostiene; conéctate como el ser espiritual y luminoso que eres a Todo Lo Que Es.

viernes, 7 de septiembre de 2012

¡SÍ!


Por bastante tiempo, fui vendedora independiente de productos intangibles.  Fue una magnífica escuela para aprender muchas cosas que necesitaba.  Para comenzar, el simple hecho de presentarme frente a personas que no conocía y convencerlas de escucharme y comprarme.  Surgían temas de vergüenza, timidez, autoestima, aspecto físico, amabilidad, convicción y otras cosas.  También, implicó cómo ganarme la vida independientemente, habiendo sido antes empleada.  Temas de merecimiento, perseverancia, confianza, superación, prosperidad, empuje, eficiencia, organización, creatividad, innovación, etc.  Todo trabajo hace surgir aspectos y actitudes que necesitamos trabajar; si estamos concientes, un trabajo es un lugar inapreciable de evolución.

Para lo que más me sirvió fue para aprender a decir SÍ frente a tantos NO.  Como entre mis desafíos están la paciencia y la constancia, era más fácil para mí abandonar todo ante los primeros problemas y hacer otra cosa o deprimirme.  En los primeros tiempos, se trataba de armar la cadena de clientes: continuar aún frente a mi inexperiencia y tantas negativas.  Luego, ante las rachas de crisis personales y del país y de la normal renovación, seguir hasta remontar otra ola de cambios. 



Se dice frecuentemente, “el No ya lo tienes; ve por el Sí”.  Y así es.  Sea que iniciemos algo, que estemos frente a una transición, que debemos pedir una mejora, que estemos estancados, los No parecen estar alineados enfrente como tótems atemorizantes.  En realidad, la mayoría de ellos son construcciones mentales que nosotros alimentamos con nuestras dudas y miedos.  Así como la más mínima luz hace retroceder la oscuridad, decirnos SÍ, afirmarnos en nuestra esencia, confiar en el camino, creer que todo es para nuestro mayor bien, es fundamental y vigorizante.  La actitud del SÍ es abierta e inclusiva, integral y conectada.  Comienza ahora y confía.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Cuál meditación?


“La meditación no es un medio para algo. Descubrir en todos los momentos de la vida cotidiana qué es verdadero y qué es falso es meditación. La meditación no es algo por cuyo medio escapan. Algo en lo que consiguen visiones y toda clase de grandes emociones. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo opera su pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver los temores, las ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto, indagarlo todo el tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación. El control implica resistencia. La concentración es una forma de resistencia que consiste en reducir el pensamiento a un punto en particular. Y cuando la mente se adiestra para concentrarse por completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su sensibilidad, y se vuelve incapaz de captar el campo total de la vida.”



Estoy totalmente de acuerdo con estas palabras de Krishnamurti.  Frecuentemente, observo cómo se usa la meditación para escapar de la vida cotidiana y estar una hora en un mundo “ingrávido y gentil”, pretendiendo ser “espiritual” por eso.  La vida es una meditación en movimiento.  ¡Qué estimulante!

lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Quién eres y para qué estás aquí?


Estar encarnados es una maravillosa oportunidad.  ¿Pensamos alguna vez en ello?  En las corridas de la vida diaria, raramente nos hacemos preguntas fundamentales.  Nos decimos: “esto es lo que soy; esto es lo que es” y seguimos adelante.  Habiendo tanta confusión y estrés, ¿para qué nos vamos a dificultar más la vida indagando acerca de ella?  Sin embargo, eso es lo que realmente nos la simplificaría.

Como comenté en otros boletines, esta sociedad es producto del Ego y está vaciada de espiritualidad y sentido.  ¿Qué es el Ego?  Es eso que llamamos “Yo”: yo soy Juan Pérez; yo soy empleado; yo soy hijo, padre, marido, hermano, amigo; yo soy bueno, trabajador, voluntarioso, malhumorado.  Usamos mucho el “tengo” con el Ego: yo tengo una casa, un auto, un empleo, un hijo, un prestigio, un carácter.  Y muchísimo los verbos que denotan actividad (generalmente, con el “tengo que” adelante): yo voy a la oficina, yo plancho, yo corro, yo hago dieta, yo llevo los chicos a la escuela.

Si analizamos el párrafo anterior, el Ego parece ser una colección de roles y de facetas, llevadas a la acción.  Y así es.  Ese Yo que tratamos como si fuera un ente monolítico, es en realidad una multitud de aspectos, que se contradicen entre sí.  Basta que nos pongamos un objetivo, para que surjan cantidad de ellos que dudan, se enojan, tienen miedo, se desmerecen, etc.  Habitualmente, los calificamos en buenos y malos y ahí nos la complicamos peor, porque terminamos juzgándonos, culpándonos y castigándonos por no ser esa persona agradable, consistente y productiva que deberíamos ser. 
 
Así las cosas, se podrían resumir en algo así como “nazco, me reproduzco, consumo y muero”.  ¿Eso es todo?  Las preguntas esenciales nacen cuando logramos todas las cosas que nos prometieron que nos iban a hacer felices y no lo somos.  Las grandes crisis, la frustración continua, la insatisfacción, el vacío nos llevan a plantearnos qué más somos, qué más hay además del Ego. 

Existen muchas explicaciones, como sabrás.  Todas reclaman ser las únicas y auténticas y tener libros autorizados y pruebas fehacientes.  Conócelas y elige la que sea afín a tu corazón y sirva a tu mayor transmutación.  Como habrás notado, yo tengo una síntesis personal, producto de años de estudios y vivencias.  Entre otras cosas, creo en la reencarnación (o en algo parecido a ello, ya que somos un tanto más complejos que la sencilla idea de ir y venir en distintos cuerpos, en distintos tiempos).  Sin entrar en discusiones abstractas  (no evangelizo; comparto), somos un Espíritu, una chispa divina, que tiene un Alma, que coordina los aprendizajes, experiencias y evoluciones en diferentes dimensiones, tiempos, lugares y criaturas

Una de esas posibilidades es estar encarnados en este planeta.   Para concretarla,  el Alma crea en cada una de ellas un determinado diseño, para asegurarse un determinado aprendizaje.  El cuerpo que tenemos, la personalidad, los padres, las cualidades y desafíos, el lugar, la clase social, los dones, todo tiene un propósito.  Este propósito se despliega a lo largo de la existencia de cada uno, forzando a comprenderlo y honrarlo en su cumplimiento. 

¿Vas entendiendo que no viniste aquí a tener y hacer?  ¿Que tu vida es una creación desde su mismo inicio y que está en ti seguir creándola desde tu mayor conciencia y magnificencia?  ¿Que lo “malo” que somos o hacemos y los sufrimientos que conllevan son una forma de aprender simplemente?  Tener un cuerpo físico en la Tierra  implica muchos niveles, desde el más primario de conocerlo y sobrevivir al más  arduo de buscar la trascendencia.  Como Humanidad, hemos hecho que este proceso sea demasiado brutal y, paradójicamente, inhumano.


Todos somos responsables, porque hemos contribuido en este tiempo y en otros a que esto sea así.  Es hora de tomar conciencia plena de que Todos Somos Uno.  Que lo que nos sucede a cada uno no termina en nuestra propia burbuja sino que es patrimonio común, a través de la energía divina que nos hermana, a través de una red invisible que nos une, hoy y siempre.  Es tiempo de traer el Cielo a la Tierra y vernos como seres espirituales haciendo un tránsito humano.  Esto significa, entre otras cosas, hacernos la vida más simple, verdadera, alegre, abundante, conectada.  Desapegarnos de las nimiedades del Ego (un instrumento, no nuestro dueño), de sus dramas tontos y aún de sus grandes miserias y sufrimientos.  Somos mucho más que una colección de aspectos sin sentido; ellos están para experimentar los desafíos de ser un creador responsable. 

Nos debemos el vivir desde la luminosa guía de nuestro Ser.  Se trata de cambiar hacia una mirada más integral, abarcadora, conciente, amorosa.  Es la salida que estamos buscando en medio de la oscuridad.  No está afuera ni en los demás.  Está dentro de nosotros mismos.