lunes, 31 de enero de 2011

Comentarios sobre comentarios

Recibí unos cuantos comentarios con respecto a “¿Juicio u observación?”. Entre ellos, Guillermo (que me contactó cuando escribí acerca de los síntomas de la Ascensión y que se encontró identificado con ellos) que dice: “Desde ese momento sentí que comenzaba a tocar algo más real, a ver alguna señal del camino a seguir, apartado de toda una colección de mensajes que me suenan a cuento para niños... algunos de ellos bajo efectos de alucinógenos infantiles. La página de hoy me reafirma que hay alguien más hablando claro. Me parece una postura adulta y realista. Dentro del cansancio que me produce el leer y escuchar mensajes empalagosos de bondad y ternura cósmica, creo que la realidad trae un componente que es oscuro y negativo, y que no está por facilitar el cambio a mejor o el ascenso espiritual. Y esto es nada más que yin y yang... y está ahí. Supongo que la mejor oposición a esas fuerzas de la oscuridad es la toma de consciencia desde una posición madura y realista, que incluye, como tu bien dices, el discernir, discurrir, discutir, sin violencia, pero sin falsas inocencias, y siempre con la intención de desvelar la verdad”.

Algunos me escribieron hace tiempo, justamente, que mis entradas eran “negativas”, que comentaba demasiado acerca de los comportamientos del Ego en lugar de hablar de las magnificencias del alma. No dudo de las mismas. El tema es que todavía no hemos llegado plenamente a ellas; recién estamos soltando el dominio del Ego y necesitamos saber cómo estamos enganchados para poder despegarnos. Pintar un panorama idílico es contraproducente porque se lee que todo es “bondad y ternura cósmica”, como dice Guillermo, y, cuando no se encuentra eso en la vida de uno, se cree que se está equivocado o que no se lo merece o que no es para uno.

Debemos conocer los mecanismos del Ego no sólo en lo personal sino también en lo macro: en la familia, en el trabajo, en la religión, en la sociedad. Al despertar a la verdad, podemos elegir libremente y finalmente dejarnos guiar por nuestra alma. Si no hacemos esto, caeremos bajo la ilusión e iremos proclamando las bondades de la Nueva Energía mientras nuestra vida es un desastre o sin las raíces profundas y sólidas que necesitaremos ante los cambios enormes que están viniendo y vendrán.

Guillermo habla del yin y el yang, de la dualidad, tema que he tocado mucho porque es sumamente importante (más de lo que se cree) al ser la base de esta experiencia en este hermoso planeta. Y no se trata de una “oposición”, ya que eso es seguir en la dualidad. La oscuridad es una forma de encontrar la luz. Si no la combatimos, si la observamos, si la atravesamos, llegaremos a la luz y allí tendremos unidad.

Comparto mis dudas, síntomas, inconvenientes, logros, motivaciones, porque creo que pueden ayudar a los que estamos en este camino. Muchos me lo han agradecido y yo les agradezco a mi vez su aporte porque entre todos aprendemos mejor.

¿Juicio u observación?

Desde hace tiempo, vengo observando una generalización de lo que muchos llaman una actitud “políticamente correcta”: “¡Cuidado! No digamos nada malo de ninguna etnia, religión, minoría, género, persona, etc.”. En este artículo, Neale Donald Walsch la refiere a la espiritualidad, pero se da en todos los ámbitos. En aras de una mayor aceptación y comprensión, se llega a extremos absurdos en que lo único que se logra es chatura y restricción. El discernimiento es un valor altamente estimado. Una de las características de la Nueva Energía es el énfasis en la VERDAD. Y sólo podemos dejarla surgir en nosotros si somos observadores agudos y concientes de la realidad. Esto no significa apegarnos ni someternos a eso que percibimos sino simplemente aceptar los muchos aspectos de ella y obrar en consecuencia con nuestra verdad. También, a veces, implica exponerla. La verdad es dura pero es liberadora. Conlleva responsabilidad y valentía y su fruto es la paz y la claridad. ¡Buena semana!


He decidido que tengo que dejar de confundir el simple acto de hacer una observación, con negatividad. Algunas personas, en un esfuerzo por “no poner ninguna energía negativa en el espacio”, se niegan a decir nada sobre nadie ni nada que pudiera interpretarse como negativo de ninguna manera. Y si alguien más dice algo acerca de alguna persona, lugar o cosa que no es del todo positivo, mucha gente va a criticar al que habla por “propagar energía negativa”.

Pronto, un cierto dogmatismo surge en torno a todo esto, y de repente se vuelve inaceptable en algunos círculos “nueva era” hacer otra cosa más que sonreír 16 horas al día y no decir nada más que cosas positivas acerca de todo. En estos círculos, cuando alguien ofrece el más mínimo comentario, predicción, o descripción que sea poco menos que totalmente positiva, alguien más sin duda va a decir: “¿Estás queriendo crear eso?”, o “¿Por qué estás creando eso”. (Ejemplo: “Ay Dios, sí que me duele la cabeza esta mañana.” “Bueno, ¿por qué estás creando eso?”). Después de un tiempo, la gente se siente tan amarrada, como en una camisa de fuerza, que tienen miedo de decir nada acerca de cualquier cosa, a menos que puedan resplandecer con positividad de la cabeza a los pies.

Yo llamo a esto un Bypass de la Nueva Era. Es cirugía psíquica, en la psique misma. También puede convertirse en un juego de “volverte-loco”, donde la gente ni siquiera puede describir objetivamente algo que está viendo justo delante de su cara, sin correr el riesgo de ser etiquetado como alguien “deprimente” o que “piensa negativamente”. (“El mercado bursátil tuvo sin duda un mal día.” “Bueno, tú sí que eres deprimente...”).

Sin embargo, una Observación no es un Juicio, y una Descripción no es una Condena. Nos beneficiaría mucho notar la diferencia. Es perfectamente correcto decir “Va a llover”, cuando de hecho, lo puedes oler en el aire. Recuerdo un día hace unos años cuando yo estaba en un enorme picnic, al que habían asistido cerca de 40 ó 50 personas, cuando uno de los invitados dijo casualmente, “Parece que va a llover”. A su mujer casi le da un ataque de histeria. “¡No DIGAS eso!” dijo bruscamente. “¿Estás tratando de HACER llover?”

Ahora, yo comprendo perfectamente bien que nosotros creamos nuestra propia realidad, y he leído todos los mensajes de Conversaciones con Dios y prácticamente todos los otros textos de Nueva Espiritualidad que hay por ahí que dicen que nosotros hacemos eso con las herramientas triples de pensamiento, palabra y obra. Yo sé todo acerca de la escuela de pensamiento “Como-Lo-Dices, Así-Será”, sobre este tema. Yo pertenezco a esa escuela. Pero ¿significa eso que no podemos ni siquiera ofrecer una simple observación, carente de cualquier juicio o anuncio de preferencia, acerca de lo que estamos experimentando en nuestras vidas?

Por supuesto que no. Decir “oh-oh, parece que va a llover” no significa que tú seas la causa -y por lo tanto, tengas la culpa- cuando lleguen las lluvias. Simplemente significa que estás observando lo que sucede a tu alrededor. Significa que eres consciente. Y la conciencia es uno de los mayores atributos que cualquier persona podría desarrollar.

El mensaje aquí es: no sustituyas pasividad por discernimiento; no insertes -en nombre de la “positividad”- la ceguera total, donde antes había observación aguda. Taparte los oídos no hace que disminuya el aullido del viento, y meter la cabeza en la arena no hace que desaparezca el peligro.

La capacidad de observar el entorno que nos rodea, la capacidad de discernir una cosa de otra es lo que resulta de evolucionar a un nivel superior de conciencia. La observación es el acto de ver algo; es el simple acto de presenciar sin evaluar. El discernimiento es el acto de diferenciación; es el simple hecho de diferenciar una cosa de otra. La observación es una declaración que dice “es así”. El juicio es una declaración que dice “¿y qué?”. Como seres sensoriales, los humanos tienen el deseo de notar lo que está pasando a su alrededor. De hecho, tienen la responsabilidad de hacerlo.

Cuando consciente y deliberadamente dejas de notar algo porque “no quieres poner energía negativa en el espacio”, renuncias a tu don más preciado como ser creativo: el don de decidir. No puedes decidir lo que quieres, no puedes elegir conscientemente tu propio futuro si te niegas a ver lo que hasta ahora es verdad.

Yo voy a seguir trabajando para eliminar el juicio y la condena de mi experiencia, pero nunca voy a eliminar la observación y el discernimiento. La enseñanza es: “No juzgues, ni tampoco condenes”, no es, “No observes, ni tampoco disciernas".

lunes, 24 de enero de 2011

¿Trasciendes la aburrida dualidad?

¿Esfuerzo o pereza? ¿Lucha o conformidad? ¿Femenino o masculino? ¿Riqueza o pobreza? ¿Materia o espíritu? ¿Luz u oscuridad? Nuestra mente piensa en dualidades. Nuestro Ego se mueve entre extremos. ¿Cómo trascenderlo?

Parece obvio cuando lo vemos escrito, lo sabemos de tanto leerlo… ¿lo aplicamos en nuestra vida? Casi nunca. Como todavía estamos atrapados en el Ego y en la sociedad que ha construido, automáticamente nos vamos hacia alguna polaridad. Cuando le digo a algún paciente que está haciendo demasiado, que esa puja desmedida impide la concreción y lo estresa, invariablemente me contesta: “¿me siento en mi casa y espero que todo me llueva de arriba?”.

Aún los que estamos en estos temas, tenemos grandes preconceptos, muchos herencias inconcientes de otras vidas y otros tiempos, relacionados con la prosperidad, la soledad, el sacrificio, la culpa, el merecimiento, etc.

Nuestra forma de pensar está impregnada por la dualidad y no saldrá de ahí hasta que aprendamos a conectar con el alma y su unicidad. Un malentendido común es que traspasar la polaridad es ir hacia el medio. Eso es sólo un primer paso: una negociación para, en todo caso, poseer lo mejor de ambos lados. Sigue siendo el Ego.

Si imagináramos un escenario en donde se representan los dos extremos de cualquier dualidad que nos ocupa en determinado momento, el equilibrio estaría en el medio de ellas. Existen en un mismo plano. La verdadera solución, la unicidad, estaría en un plano superior, englobando y trascendiendo todo.

Esta semana, estábamos viendo con una paciente sus inconvenientes para concretar sus vacaciones, que parecían dificultarse por varios motivos. No sabía a qué atribuir esto y había estado viendo pros y contras y distintas alternativas. Eso es el Ego, desplegándose en su grandiosidad. Le encanta hacer listas con los beneficios y perjuicios (bueno/malo, una de las más extendidas dualidades) y construir intrincados escenarios en donde desarrollar sus múltiples capacidades para solucionar los problemas… que él mismo diseña. En lugar de pensar tanto, ¿qué sentía? Que no tenía muy claro adónde ir. Simple. Su indecisión creaba indecisión en el afuera.

Los pensamientos nos gobiernan y casi todos son reactivos, repetitivos y dualistas. La Nueva Energía está conectada al sentir. Y no estoy refiriéndome a las emociones, que son tan pasajeras y egotistas como los pensamientos, sino al amoroso impulso del Ser en Acción. Esa es otra dualidad grande: cabeza y corazón. Sólo existe en el plano inferior, en donde caemos en una mente sobrecargada que quiere controlar a las emociones o una sensibilidad desbordada que desea primar sobre los pensamientos. Ni una ni otra: es la mente en el corazón.

Esa diversidad que propone el Ego es, paradójicamente, limitante. ¿Recuerdas el escenario? Como sólo puede ver en su mismo plano y está gobernado por el pasado y con miedo del futuro, su acción es pobre y corta. Imagina el alma, en un plano superior: ¡qué profundidad, inmensidad, riqueza! Todo el panorama, toda la interconectividad, para tu mayor bien y el de todos.

Cuando te desapegas y te elevas, se abre tu potencial. Comprendes tus dualidades como oportunidades de aprendizajes, sin sufrimientos ni resistencias. Liberas la adicción al dolor y al drama, porque entiendes que te restringen y te empobrecen. Se extiende ante ti un mundo nuevo y fresco, extraordinariamente vasto y entretenido. ¡Sí! No hay nada más aburrido y tonto que la mediocridad del Ego y sus reproducciones, por más fuegos artificiales que lance. Tu Ser es pura alegría creativa, porque está conectado a Todo Lo Que Es. ¿Cuál eliges?

jueves, 20 de enero de 2011

Kilos de más II

He estado reflexionando sobre este tema. Aquí van algunas puntas. El aumento de peso es una manera de enraizarnos en esta realidad. Mi personalidad tiende a la evasión, a habitar “los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles como pompas de jabón”. Noté hace muchísimos años que, a medida que iba encarnando más y trayendo mi energía al aquí y ahora, iba ganando peso. De piel y huesos, pasé a rellenarme primero con músculos y después… con un poco de grasita! J

La grasa, justamente, es una forma de protección, una coraza. Puede haber una coraza de músculos (la contractura constante, la rigidez, la tensión) y también una de grasa. Trabajar los miedos, liberar las limitaciones del Ego y conectarse verdaderamente con el Ser Superior, siendo un equipo con Él, es la solución.

Comer comida chatarra es, quizás, otra manera de “bajar” a tierra y sostener la magnitud de la energía que el cuerpo está tratando de asimilar. Tomarse momentos para meditar, para descansar, para aceptar tanta intensidad ayuda.

En otro orden, el desvarío y la cantidad de comidas también pueden indicar lo mismo a nivel mental. Aunque no tengo pensamientos productores de drama ni negativos, tiendo a la digresión, a “filosofar” con cada cosa que se me presenta, cuando no a perderme en pavadas. Ponerme límites (a la comida y a la mente) y enfocarme (en lo que realmente me sirve) son temas cruciales a elaborar.

Bendecir la comida , como Hoppe sugiere en: http://abrazarlavida.blogspot.com/2010/12/los-51-sintomas-del-despertar.html ), aceptar los cambios, perdonarse, desapegarse del Ego, contactar con el alma, disfrutar, estar en contacto con la Naturaleza, amarse… algunas sugerencias… Espero te sirvan. Yo estoy en eso.

lunes, 17 de enero de 2011

Niveles de conciencia

¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! El miércoles 19, vence la promoción del 25% en el Curso de CREACIÓN INTEGRAL. ¿Qué te impide hacerlo? Reflexiona tus motivos y date cuenta de que son excusas de tu Ego. ¿Es una cuestión de dinero? Piénsalo así: ¿cuántas veces has gastado ese dinero (y mucho más) en cosas de las cuales ahora ni te acuerdas ni te trajeron ningún beneficio ni te permitieron encontrarte a ti mismo y vivir como anhelas? Si lo hubieras hecho, ¿adónde estarías ahora? No te vuelvas a hacer la misma pregunta dentro de un par de años. Toma la oportunidad ahora. Sube tus niveles de conciencia.


LOS NIVELES DE CONCIENCIA
Álvaro Scamareli
Son los escalones que hay desde la tierra al cielo o si lo prefieres de la oscuridad a la luz. A medida que vas subiendo en ellos, te vas acercando a un entendimiento cada vez más amplio sobre lo que te rodea y sucede y eso inevitablemente se va convirtiendo en mayor paz para tu vida, puesto que te vas acercando a la panorámica total de la existencia lo que te permite comprender los procesos de dolor y sufrimiento.

Aquellos que tienen hijos se pueden hacer una mejor idea de lo que estoy hablando, ellos son parte de nuestro entrenamiento para adquirir más conciencia, puesto que volvemos a vivir nuestras vidas mientras los vemos crecer. Así que observarlos nos permite observarnos también a nosotros mismos. Cuando vemos a nuestros hijos apesadumbrados por sus pequeños problemas, bajo nuestro punto de vista, pero grandes problemas para ellos, tratamos de explicarles que no tiene sentido sufrir por algo que desde “nuestra perspectiva” entendemos, pero al mismo tiempo nuestras palabras solo sirven de consuelo ya que el niño todavía no tiene la panorámica o nivel de conciencia como para ver la “solución” o lo adecuado en la situación que nosotros si vemos.

¿Qué hay de nuevo en esto que estoy diciendo? Nada… salvo que seguimos siendo niños. Mientras sufras o te preocupes por algo, sigues siendo niño. En realidad “los problemas” nacen de nuestra incapacidad para ver el panorama completo. El problema es que estás en un nivel de conciencia que no te permite ver el “potencial de solución” que hay en la situación difícil o dolorosa que estás viviendo, solo sientes la desdicha y el abandono, con la diferencia de que ya no tienes a tu padre o madre que te consuele. Tampoco eres capaz de ver el “potencial de sanación” que hay en ello, puesto que esa situación bien abordada sería la que te permitiría aumentar tu nivel de conciencia.

La capacidad de perdonar, la capacidad de no emitir juicios ni levantar falsos testimonios en contra de los demás, la capacidad de no involucrarte emocionalmente cuando se levantan calumnias en tu contra, la capacidad de mantener la paz cuando se presentan dificultades, la capacidad de amarte a ti mismo, la capacidad de ver el milagro de la vida en todo lo que te rodea, la capacidad de levantarte agradecido por un nuevo día, la capacidad de ver que en la situación de sufrimiento de otros está ocurriendo algo adecuado para su transformación, etc.… dependen de tu nivel de conciencia, o sea, dependen de cuantos escalones has subido en tu vida.

La mayoría de las personas dedican su vida para aprender a “sobrevivir en buenas condiciones”, o sea, emplean su tiempo, creatividad e inteligencia para obtener todo aquello que los aleje lo más posible del sufrimiento, asegurándose el sustento diario y escapando a los problemas creando situaciones de distracción.

¿Es malo todo eso? No… en realidad nada es malo o bueno, simplemente son opciones. Pero la historia nos demuestra que tarde o temprano estas personas pasan por trances de sufrimiento y dolor y creemos que esto es inevitable ya que nadie esta ajeno a las desgracias. En el fondo es como si la vida consistiera en hacerse el tonto el mayor tiempo posible antes de que lleguen las desgracias inevitables.

¿Cuáles serían esas desgracias inevitables? Falta de amor, la muerte, la enfermedad, accidentes, violaciones, pérdida de seres queridos, pérdidas económicas, abandono, soledad, discusiones, divorcios dolorosos, peleas familiares, vicios, etc.…

¿Cómo se enfrentan estas cosas? La respuesta es lo mismo que ya enuncié al comienzo… ¿cómo le explicas a un niño que en realidad no tiene nada por qué temer o desesperarse? ... Estas cosas en realidad no se “enfrentan” son experiencias y deben vivirse y las vivirás de acuerdo al nivel de conciencia que hayas alcanzado.

¿Existe un nivel de conciencia donde estas cosas no te hacen sufrir? Si, ¡Por supuesto!, y lo que es más increíble de todo, es que el mismo nivel de conciencia elevado que te hace no sufrir, también hace que no te pasen la mayoría de estas cosas (ley de atracción). Entonces, ¿Qué hace la gente para aumentar su nivel de conciencia que le permita salir de este sufrimiento? ... ¡Nada!, La mayoría no hace nada, solo intenta evitar el sufrimiento.
¿Qué se necesita para aumentar el nivel de conciencia? El nivel de conciencia tiene un límite o umbral que hay que atravesar que es el de la lógica mental o racional. Es justamente esa lógica la que utilizas para esquivar el sufrimiento, lo que hasta una cierta altura en los escalones es necesaria, pero llegará el momento en que al seguir subiendo los escalones te topes con un techo y creas que hasta ahí llegó la escalera. Por lo tanto, hay cosas inevitables y el sufrimiento forma parte de la vida. Pero no es así y, para descubrirlo, deberás salir del pensamiento lógico para abrir una nueva puerta y comenzar a subir en una escala superior de conciencia; de lo contrario, no tendrás la panorámica completa para todas aquellas cosas que te causan dolor en la vida.
¿De qué puerta estoy hablando? Hablo de la fe, hablo de la espiritualidad, hablo de lo que está más allá de la lógica mental y que resuena en nuestro interior como una verdad mayor y profunda. ¿Que deberías hacer para no sufrir con la muerte por ejemplo? Aprender de ella, descubrir en ti mismo el potencial de vida y conciencia que eres, saber que existías antes de nacer y que seguirás existiendo después de morir, pero claro… ¡Mis palabras no te sirven!, como tampoco le servía al niño que su padre le dijera que su problema era pequeño e injustificado. Nadie puede aumentar tu nivel de conciencia por ti… debes hacerlo tú mismo. “Conócete a ti mismo”. Es fundamental iniciar este proceso buscando saber de qué sustancia divina estamos hechos para subir nuevas escaleras en la vida.
Cada sufrimiento, cada problema, cada desafío que te toque vivir tiene el potencial para que aprendas de él y puedas aumentar tu nivel de conciencia. Lamentablemente, la mayoría de estos potenciales son desaprovechados cuando “no ponemos” el problema dentro de nosotros y lo dejamos fuera como una situación externa que nos ha venido a estorbar en la vida y de la que somos solo victimas. Quizás el aspecto más difícil de superar es reconocer nuestros errores y mentirnos a nosotros mismos con el fin de quedar bien ante los demás.
¿A que le dedicas tus horas en el día? ¿A evitar y esquivar problemas y sufrimientos actuales o futuros? Cuando ya no temas y nada te perturbe será porque estarás tan alto en las escaleras que podrás ver la solución en todo y lo adecuado en cada cosa que vives, dejarás de sobrevivir y estarás en Paz disfrutando cada segundo en esta vida. No esquivarás nada porque nada habrá para esquivar.

domingo, 16 de enero de 2011

Kilos de más... en todos lados...

Ayer, fui a Parque Norte con una amiga. Había poca gente y nos instalamos cómodamente en un quincho con mesa y sillas de madera, alejadas de todos, rodeadas de verde, flores y agua. La pasamos muy lindo. En un momento, tiradas en el pasto, tomando mate y comiendo galletitas, nos pusimos a hablar de la comida y de los kilos de más. Ella tiene unos cuantos, que ya le están creando problemas. Los míos no son tantos, es más estético, pero la cosa viene por otro lado.

En un aspecto, no me importan demasiado. Suena bien pero es el principio de la desidia, de seguir aumentando hasta que sí importen. Por otro, me replantea qué estoy comiendo. Tengo una alimentación muy variada, de poca cantidad y más bien sana, aunque estoy bajando las proteínas animales y viendo cómo reemplazarlas. Tengo la teoría, pero que me guste es otro tema. Lo que me engorda son los "permitidos": medio kilo de helado, una barra de chocolate, cualquier cosa que me encante la sigo comiendo hasta que me sale por las orejas.

Ahí está el problema: no me pongo límites. Y no me pasa sólo con la comida. De a ratos, estoy como permisiva, caprichosa, perezosa, apática. Hago el chiste de que me sale el ascendente pisciano y me dejo llevar por las cosas, simbiotizada, sin filtros, anegada en aguas quietas y superficiales.

Es una de mis polaridades justamente: exploro un extremo hasta que lo agoto y busco otra cosa. Con las comidas es muy evidente, ya que como algo que adoro hasta que no lo tolero más. Ahora, estoy en algo parecido con todas las comidas. Se me ocurre algo y lo preparo o lo compro ilusionada, pero luego no me brinda la satisfacción que pensaba. Muy pocas cosas lo hacen y son, en general, alimentos naturales.

Es como si estuviera llevando el Ego a sus límites máximos y probando que no me da ninguna plenitud verdadera. Por supuesto, lo sé en la teoría, pero yo necesito llevarlo a la práctica. Es mi carácter. Encuentro muchos aprendizajes allí. Es también una forma de desactivarlo.

Me siento en el borde de una espiral de evolución: la aniquilación de los dorados (baratos, no de real oro) anzuelos del Ego... el de los deseos satisfechos por su obra y gracia. Tengo la impresión de que es algo así como un requisito previo para la inmersión en aguas profundas. Una especie de indolente indiferencia hacia lo que promete el Ego y el mundo. Para dejar que el alma tome su lugar. Más noticias en otro momento... después de pasarme un paquete de galletitas...

miércoles, 12 de enero de 2011

Luminosos "errores"

“Las relaciones que no deseo clarifican aquellas que deseo” leí no sé dónde. Es cierto para cualquier cosa. Muchas veces, no sabemos qué queremos y nos vamos dando cuenta a través de lo que no queremos.

Nunca tuve claro qué deseaba hacer. Era la gran espina clavada en mi corazón. Muchísimas cosas me gustaban (medicina, agronomía, psicología, astronomía, biología marina, bellas artes, contaduría, moda, etc.) pero ninguna tanto como para emprender ese camino. En el trabajo, fui cambiando continuamente de empleos y profesiones (como secretaria ejecutiva por todas las gerencias en una multinacional, en una agencia de publicidad, en un instituto de ejecutivos de finanzas; como vendedora de tarjetas de crédito, como agente de seguros de vida e inversiones, etc.) aunque ninguno me satisfacía. Mientras, iba estudiando toda clase de cursos que no tenían nada que ver uno con otro. Así, también conocía diferentes ambientes y personas de muy distintas clases sociales, carreras, personalidades, etc.

A medida que “romantizaba” algún empleo o lugar y me dedicaba a ello, me daba cuenta de que no era por ahí. Finalmente, en la cúspide de mi dolorosa frustración, me puse a estudiar Terapia de Integración Cuerpo-Mente (por una necesidad personal) y resultó que ése era el camino. Lo más interesante es que tomé conciencia de que todo lo que había hecho hasta ese momento me ayudaba en lo que era mi vocación y profesión. No había “errores”. Había aprendizajes y experiencias necesarias para lo que llegó en el momento justo.

Si pudiéramos ver nuestra vida de esta forma no estaríamos quejándonos todo el tiempo, paralizados mediocremente en un lugar, trabajo o relación, sin utilizar plenamente sus posibilidades. Me lo recuerdo continuamente.

lunes, 10 de enero de 2011

¿Adormecidos o concientes de la Luz?

Desde hace tiempo, vengo observando una tendencia en el ambiente psicológico/psiquiátrico: los “desórdenes de personalidad”. Los más conocidos son los de ansiedad, de alimentación, de bipolaridad, de atención, etc. Muchos inconvenientes “normales” (acelerados por el estrés, los cambios veloces, la sociedad misma) han pasado a ser casi enfermedades y, por supuesto, necesitan una medicación. Decenas de drogas son elaboradas continuamente para cada uno de estos temas y millones de personas en el mundo son recetadas, la mayoría de las veces con más de uno de estos productos.

Lo que antes era tratado (o no) a través de una reflexión, de una maduración, de una terapia, de una transformación, de una búsqueda personal ahora es acallado, tapado, minimizado (o exagerado) por una pastilla. Casi nunca se resuelve algo así. Si se saca la medicación, sigue el problema… así que mejor sigamos con la pastillita.

Somos una sociedad adictiva: al alcohol, las drogas, la comida, el cigarrillo, los medicamentos; el trabajo, las relaciones, el juego, los bienes materiales; el status, la fama, el dinero; el sufrimiento, la lucha, los dramas… ¿en cuál te reconoces? Llenamos el vacío con adrenalina química, emocional, mental.

Esto es consecuencia de la desacralización de la cultura, sesgada hacia lo meramente material, dirigida por el Ego.
En lo macro, los laboratorios multinacionales en connivencia con ciertos psiquiatras están “creando” los desórdenes junto con la solución medicamentosa. Detrás de los miles de millones de dólares que genera, se encuentra la concepción de que somos animales, sin alma (irónicamente, psique en griego). Después de ensañarse con las formas del cuerpo, se pasó a la química y ahora a los genes. Lejos de la verdad de que el cuerpo muestra y expresa el alma, pero no la constituye. Si no existe el espíritu (ni Dios), todo es posible. Así estamos…

He estado explorando en Internet este tema. He encontrado dos documentales muy interesantes. Uno es: “El marketing de la locura. Vendiendo la enfermedad”. El otro es más largo, pero imperdible: “Psiquiatría. Industria de la muerte”, sobre todo los últimos videos que tratan acerca de estos tiempos.

Hace poco, volví a ver un documental que hizo un fisicoculturista acerca de los anabólicos y demás drogas que ninguno dejaba de tomar para llegar a los altos niveles de competición. Era imposible no hacerlo porque nadie consigue esa definición de musculatura sin ellos. Desacreditado por los medios de comunicación, este hombre comenzó a investigar los otros deportes: ninguno se salvaba. Siguió hacia otros ámbitos (profesionales, universitarios, empresariales, etc.); cada uno tenía sus drogas particulares para rendir al máximo. Ahí estaba la clave: había que ser el ganador, el primero, el mejor, el más. La tensión, la exigencia, la crítica, el perfeccionismo, la excelencia, encendidos por el dinero, eran tan tremendos que se necesitaba de las sustancias para lograrlo. Cuanto más alto el nivel, más presión y más droga (cuanto más bajo, más frustración y más droga, agrego yo; los extremos se tocan). Llegó a la conclusión de que era drogadicto porque era americano, era parte de la cultura. El superhombre mediatizado por la química.

Es bien interesante que este cambio que estamos atravesando se trate justamente de un enorme salto en cualquier nivel: físico, mental, energético. Es lo divino en la materia. Es la integración perfecta de muchas dimensiones. Es el alma tomando asiento en el cuerpo humano. Muchos de los síntomas son resultado de esto (sobre todo en los niños), pero, vistos desde el Ego, se trata de desórdenes, de enfermedades, no de una transformación radical y bastante rápida.

Una mayor conciencia es estimulada y una constante presencia es requerida. Las drogas adormecen esta oportunidad, retrasando el despertar y trayendo más problemas. No se trata de estigmatizarlas a ultranza. Algunos indudablemente las necesitarán. Otros durante un tiempo, supervisadas por personas abiertas a nuevos rumbos. Sea como sea, tenemos que ir hacia adentro, aceptarnos, reconocer el potencial que traemos y permitirle que se manifieste.

Como comenté en el blog en “Miedo a la Luz”, primero tememos nuestra oscuridad, pero más realmente a nuestra luz. ¿Quién se amedrenta de la esencia? Sólo el Ego. Cuando comprendemos esta falacia, liberamos el potencial y somos naturalmente la Luz que brilla eterna.

viernes, 7 de enero de 2011

Bendiciones y una plegaria

Ayer, no tenía pacientes a la mañana, así que me levanté tarde (a las 10) y me fui a desayunar a una confitería muy linda que está enfrente de las Barrancas. Un rico café con leche con deliciosas medialunas, el diario, el rumor de personas hablando suavemente, música de jazz; levantaba la vista y tenía un gran árbol a un costado y el verde total de las barrancas a través de los ventanales... me salía agradecer espontáneamente. Salí, miré vidrieras (me compré una remera preciosa) y fui a la camilla de masajes.

Las pequeñas cosas me recuerdan cuán bendecida soy. Y elevo una plegaria:

miércoles, 5 de enero de 2011

Miedo a la Luz

Cuando recién comencé a conocerme, sentía mucho miedo de mi oscuridad, de los “esqueletos en el ropero”, de sufrir nuevamente por lo que ya había sufrido, de las carencias, etc. Al tiempo, me di cuenta de que todo eso era superable y no tenía la importancia que yo (el Ego) le daba. Entonces, comprendí que mi mayor miedo era a la Luz, al potencial que traía, a no ser suficiente para ello, a lo que podía crear.

Esto nos sucede a todos. Sólo que la mayoría no pasa del miedo inicial a enfrentarse consigo mismos y siguen con las fantasías de lo que encontrarían. Sin embargo, esto es un desperdicio increíble. Nadie lo dijo mejor que Nelson Mandela:

“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da miedo. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, bello, con talento y fabuloso? En realidad, ¿Quién eres tú para no serlo? Eres un hijo de Dios.
El hecho de que juegues a ser insignificante no le sirve de nada al mundo.
No hay nada de iluminado en encogerse para que la gente a tu alrededor no se sienta insegura. Se supone que todos tenemos que brillar, tal como lo hacen los niños. Hemos nacido para manifestar la gloria del Dios que tenemos dentro. Y no, esto no está sólo en algunos de nosotros: está en todos.
Y así cuando dejamos a nuestra luz brillar, inconscientemente estamos dando permiso a otros para hacer lo mismo. Y así cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros”.

lunes, 3 de enero de 2011

Propósitos y concreciones

Para Navidad, te pregunté si te habías planteado tus propósitos para el 2011: para tus relaciones, trabajo, creatividad, salud, interior, para la Humanidad y la Tierra. Quizás, te preguntes para qué si ya lo hiciste otros años y no lo cumpliste. Si es tu caso, veamos algunas razones.

La primera puede ser porque los escribiste y los olvidaste en un cajón… simple, sí? Entonces, ponlos en donde puedas tenerlos a mano y verlos frecuentemente. Lo que te permite esto es enfoque. Cuando no encauzas concientemente tu energía, tiendes a la inercia. O sea que continuarás con más de lo mismo y, por supuesto, con las mismas quejas de que nada cambia, de que tu vida es una repetición mediocre, de que el mundo no te da posibilidades, etc. No subestimes el poder de la inercia y del estancamiento del Ego en sus estructuras. A menos que diseñes nuevos rumbos y trabajes para ello, nada nuevo sucederá.

Esto requiere constancia y dedicación (por eso, planteé el Curso de CREACIÓN INTEGRAL con Entregas semanales). Si te propones un objetivo y lo olvidas o lo cambias frecuentemente porque no ves resultados inmediatos, jamás lo lograrás. Recurre a la confianza: cuando plantas una semilla, no cavas la tierra continuamente para ver si está creciendo; tienes fe en que en algún momento aparecerá el brote. Nutre a tu semilla y a tu planta todo el tiempo.

Te recordé que te propongas metas interiores. Haces largas listas de objetivos externos, pero no concibes cómo conseguirlos. Y no me estoy refiriendo a estrategias y planes sino a que la única forma de hacerlo es que cambies tus ideas y actitudes. Lo que te impidió concretarlas no fue el exterior sino el interior: tus carencias, limitaciones, traumas, emociones. Por eso, ten en cuenta tu transformación interna porque ello interactuará con lo externo y lo movilizará.

Esto es lo fundamental, verdaderamente, de proponerte metas. ¿Le importa a tu alma que cambies de trabajo o de automóvil, que bajes de peso, que tengas pareja, que ganes más dinero? No. Ella quiere tu evolución y todo esto la tiene sin cuidado. Lo que verdaderamente interesa es en lo que te vas transformando mientras lo logras. Así, te irás conociendo, expandiendo, creando, intercambiando, entregándote al devenir de tu vida interior, que se manifestará en el exterior de formas cada vez más armoniosas, ricas, alegres, amorosas.

Mi 2011 está pleno de preciosas realizaciones. Este año será clave para el afianzamiento de la Nueva Energía y quiero hacer mi parte, luego de tantos años de trabajo interno y externo para lograrlo. Espero contar contigo. Crea el mejor año que puedas soñar. Para inspirarte, aquí va una hermosa canción. ¡A volar!


CREO QUE PUEDO VOLAR
Solía pensar que no podría continuar
y que la vida no era más que una horrible canción.
Pero, ahora que sé el significado del verdadero amor,
me apoyo en los brazos eternos.
Si puedo verlo, entonces puedo hacerlo;
si solo creo, no habrá nada más.
Creo que puedo volar.
Creo que puedo tocar el cielo.
Pienso en eso cada noche y día.
Extenderé mis alas y volaré lejos.
Creo que puedo elevarme.
Me veo corriendo a través de la puerta abierta.
Creo que puedo volar.
Veo que estuve al borde del desastre.
A veces, el silencio puede hacerse tan fuerte.
Hay milagros en la vida que debo alcanzar.
Pero, primero debo saber que empieza dentro de mí.
Si puedo verlo, entonces puedo hacerlo.Si solo creo, no habrá nada más.