lunes, 31 de mayo de 2010

¿Persistes, aún en momentos difíciles?

Estoy observando una tendencia desde hace un tiempo, tanto en mí como en los que estamos con la conciencia despierta: estamos hartos y cansados.

No valen eufemismos ni sutilezas. Como me dijo un paciente: “¡No doy más! ¿Cuándo va a ser mi tiempo, cuándo van a abrirse las posibilidades?!”. Muchos sentimos así. Estamos trabajando en nosotros mismos (y algunos también con otros) desde hace años, hemos tomado decisiones fundamentales, hemos pasado por toda clase de pruebas, pero… pareciera que todavía hay más de eso y nada bueno por delante.

Me han sucedido varias de estas crisis en estos años. “¿Hasta cuándo?” es la pregunta más frecuente. Luego de cada una de ellas, he elegido continuar no sólo porque no puedo hacer otra cosa (mi corazón está en ello más allá de cualquier lógica o problema) sino porque me he dado cuenta de todo lo que he aprendido y cambiado en ese tiempo, en una nueva espiral de evolución.
A pesar de que mi pasado es casi inexistente ahora (superado, perdonado, olvidado, en paz), sí recuerdo el vacío y la frustración, el miedo y la desvalorización en que vivía. Cada persona y situación en el camino me han vuelto más fuerte, confiada, serena y plena. No puedo más que agradecer.

Nos enganchamos de objetivos y cifras externos para medir cuánto hemos avanzado, sin darnos cuenta de que eso lo hace el Ego. La meta de nuestra alma es el aprendizaje. No le importa si debemos perder un empleo, amigos, comodidades o lo que sea para lograrlo.

Ahora, ¿es necesario que sea tan dramático? Obviamente que no, pero nuestras resistencias lo hacen forzoso. Y esto es así tanto para los que no están en el camino sagrado como para los que lo estamos. Observo una enorme ilusión y escapismo pueril en muchos. Como si, porque leen, meditan, hacen trabajos energéticos o se juntan en grupos “espirituales” (lo pongo entre comillas porque todo es espiritual), las cosas del mundo se les darán mágicamente (o los extraterrestres los vendrán a rescatar).

No existe tal cosa. No podemos escapar de la labor interna, de la integración sombra/luz, femenino/masculino, interior/exterior, de la dualidad. Y esto se dará en lo cotidiano: en las relaciones personales y sociales, en el trabajo, en la economía, en el ocio, en todo.

Otra cosa que observo es cómo el pasado no resuelto está apareciendo para ser sanado e integrado. Puede tomar la forma de personas, de circunstancias, de emociones, de enfermedades, de cosas que se rompen y necesitan ser reparadas, etc. Estamos limpiando y cerrando. No podemos entrar a lo Nuevo colgados de lo viejo. Tenemos que estar vacíos y plenos. Vacíos de conflictos y plenos de nosotros mismos.

En este complejo panorama, la perseverancia es fundamental. Cuando nos sentimos agotados, drenados, desalentados; cuando las situaciones se presentan complicadas y desafiantes; cuando parece que los demás (sobre todo, los que están atados a la vieja energía) obtienen las mieles del éxito y nosotros estamos perdidos, como habiendo saltado al precipicio y pataleando en el aire; cuando reclamamos en la oscuridad… la potencia del alma, que persiste en la eternidad del Universo, susurra que continuemos, muestra la luz al final del túnel, proporciona el calor que necesitamos.

Jamás nos abandona y nosotros tampoco debemos abandonarnos. Antes de sentarme a escribir estas palabras, estaba mirando la lluvia por un ventanal. Recordé que, por años, tuve una enorme gotera que caía directamente sobre mi cama. El consorcio se resistía a arreglarla porque era muy complicado y costoso. Después de insistir largamente, lo hicieron. Comencé a agradecer que ahora estuviera arreglado y se me llenaron los ojos de lágrimas. Me surgieron tantas situaciones en las que siempre se solucionó todo, cuánto he sido protegida y ayudada por tantas personas (los medios amorosos que Dios/Diosa utilizó para hacerlo), cuánto mejor estoy ahora, cuántos hermosos proyectos albergo en mi corazón, qué maravilloso es estar en este tiempo y lugar excepcionales.

Vuelvo a llorar sobre el teclado: somos cuidados y amados más allá de cualquier oscuridad y dificultad. Reemplacemos el NO por el SÍ. Laboremos cariñosamente adentro y afuera. Sin esfuerzo, pero con confianza. Unidos. Pronto, tendremos un empujoncito liberador. Persistamos.

sábado, 29 de mayo de 2010

Soluciones

Durante bastante tiempo, en algunos momentos, había un olor horrible en mi baño. Vinieron algunos plomeros con distintas teorías al respecto. Como algunas eran muy caras, el consorcio dificultaba su arreglo. Finalmente, vino un señor mayor que, con su experiencia, se dio cuenta de que era algo muy simple, producto de una mala colocación del inodoro. En veinte minutos, lo resolvió.

Pensé cuántas veces me ha pasado algo parecido: arrastro situaciones pesadas, creyendo que su resolución es larga, costosa, complicada, y finalmente se resuelven de forma rápida y simple. Debo confiar más y estar más abierta... aún.

jueves, 27 de mayo de 2010

¡Voy a Bariloche!

Te cuento que, desde el jueves 3 a la tarde hasta el domingo 6 a la noche, voy a estar en Bariloche. Además de sesiones individuales, existe la posibilidad de realizar un Taller. Si estás interesado, escribime para concertar un horario. Me encantaría conocerte personalmente y ayudarte. Estoy feliz de ir a una ciudad que amo especialmente y encontrarte.

martes, 25 de mayo de 2010

Un mundo de gente... en paz

Hoy, fui con dos amigas al festejo del Bicentenario en la Av. 9 de Julio (fotos en mi blog). Había estado en el cierre de campaña del Presidente Alfonsín, pero esto lo superó. Nunca vi tantas personas en un mismo lugar. A menos que uno tuviera paciencia para hacer cola, era difícil ver los pabellones de las provincias y temáticos. Como ninguna la teníamos, vimos pocos, pero comimos un rico guiso de chivito (siempre la comida...) de la enorme variedad disponible. La organización fue impecable.

En estos cuatro días, seis millones de personas de toda Argentina (y extranjeros) estuvieron en el centro, tanto en los pabellones como en los recitales o desfiles (el del final, de Fuerza Bruta, fue maravilloso). En total paz y respeto. Con banderas argentinas solamente. Y escuché frecuentemente una frase que me encantó: "disfrutemos ser argentinos". No sé si esto será el comienzo de un nuevo tiempo o la efervescencia del Bicentenario, pero me encantaría que fuera lo primero. Los políticos no lo entienden así obviamente. Que se inicie con el pueblo entonces.

sábado, 22 de mayo de 2010

Patria

Estaba mirando el desfile militar y cívico por el festejo del Bicentenario. Ya no siento el mismo fervor que tenía cuando era chica ante estos acontecimientos. Al final, miles de personas trajeron, lo que dijeron, era la bandera más larga del mundo. Siempre fui un poco fría ante los símbolos patrios. Cuando vine a vivir a Buenos Aires, no entendía que la gente pusiera tanto en ellos. Luego, comprendí que mi idea de patria era otra.

Nací en una pequeña ciudad de Entre Ríos, rodeada de campos cultivados de trigo, maíz, lino, girasol, sorgo, alfalfa (un color diferente en cada estación) y a la orillas del río Paraná, salpicado con islas que constituyen el comienzo del delta. Tierra de mil verdes y mil colores y agua por doquier. Mi conexión con la Naturaleza ha sido profunda, plena, poderosa, alegre, amorosa. Para mí, eso era patria.

Una vez, vi un documental de Eduardo Mignogna, rodado en Misiones. En un capítulo, trataba sobre la educación y hablaban maestras rurales. Cuando le preguntaron a una si cambiaría algo de lo que enseñó, ella, sentada en la tierra colorada, dijo que, en lugar de enfatizar tanto en los símbolos, les diría que la patria es la tierra. Hoy más que nunca, mi Patria es la Tierra.

lunes, 17 de mayo de 2010

¿Cambiamos el NO por el SÍ?

Desde hace bastante tiempo, me estoy planteando las formas de comunicación conmigo misma y con los demás. Lejos de ser algo banal, es una clave fundamental para contactarme con el alma y sus aprendizajes.

Tengo un temperamento agresivo, hacedor e impaciente. Quiero todo ya (creo que vivo más en la quinta dimensión que en la tercera…). Esto me ha dificultado mis procesos muchas veces, así que he debido aprender a esperar, a dejar fluir situaciones hasta su resolución (en lugar de hacer algo para adelantarlas), a adquirir constancia, a fortalecerme.

Esto también se ha visto reflejado en mis modales: impulsivos, rigurosos, acelerados. Ha sido un largo camino para bajar los decibeles y respetar el ritmo de los otros (todavía me falta, como lo sabrán algunos…). No quiero parecer una bruja demandante. Este es uno de mis aspectos. Además, tengo otro que es exactamente el opuesto: alegre, despreocupado, tranquilo, artístico. El tema es cuando mi faceta “hay que” (hay que ser así, hay que hacer esto) se pone en marcha con ganas.

Está de más decir que la que más sufre esto soy yo misma porque soy mil veces más exigente conmigo que con los demás. Tengo períodos en que deja el protagonismo y otros en los que toma el micrófono y no para de taladrarme el cerebro. Con los años, el volumen y la frecuencia han descendido muchísimo, pero me estoy planteando para qué vivir así.

Esto me sucede con muchos temas últimamente. Cosas que damos por sentado tanto en lo económico, en lo relacional, en lo familiar, etc. No por nada estamos en el fin de un ciclo, en el “caos” del sistema. Todo está presentado desde el problema en lugar de la solución. Desde la carencia, la complejidad, la aceleración, la exigencia, la acumulación.

Esta sociedad materialista-consumista tiñe lo que toca de ansiedad, estrés, voracidad, miedo, violencia. Y no hay nadie que esté libre de ello, aunque se ilusione de zafarlo. Entonces, ¿qué parte de mí se engancha? Ésta del “hay que”. ¿Qué puedo presentarle que sea más atractivo y, a la vez, funcional?

En principio, apreciar las cualidades del SER en lugar del HACER. Valores perennes (no de moda) y plenos (no vacíos de sentido). ¿Qué cualidades necesito poner en primer plano en mi vida? Observar y laborar en ellas.

Luego, simplificar mi vida alrededor de lo que verdaderamente tiene significado en ella. ¿Cuántas situaciones no resuenan con esto? Ir liberándome de ellas.

¿Cómo llevar esto a cabo? Aquí vuelve el tema de la comunicación. El otro día, el diario PERFIL en un artículo sobre Alzheimer, listaba lo que no se debía hacer con personas con esta enfermedad. Mientras lo leía, inmediatamente percibí que así era cómo debía tratar a mi aspecto. A él, a mi Ego y a los demás. ¿Qué te parece?

  • Nunca discutas con él, ponte de acuerdo.
  • Nunca trates de razonar, distrae su atención.
  • Nunca lo avergüences, alábalo.
  • Nunca trates de darle lecciones, serénalo.
  • Nunca le digas “ya te lo dije”, repíteselo cuantas veces haga falta.
  • Nunca le digas “tú no puedes”, díle “haz lo que puedas”.
  • Nunca le exijas u ordenes, pregúntale o enséñale.
  • Nunca condesciendas, dale ánimo.
  • Nunca fuerces, refuerza la situación.
En eso estoy. Cambiando el NO por el SÍ. La complejidad por la sencillez. La carencia por la abundancia. La exigencia por la comprensión. La rapidez por el placer. La rigidez por la amabilidad (que, entre paréntesis, quiere decir “ser digno de ser amado”). ¿Lo hacemos juntos?

sábado, 15 de mayo de 2010

La hormiga eléctrica o la persona común

Estoy leyendo un libro de Philip K. Dick, un increíble escritor de ciencia ficción, en cuyos relatos se han basados películas como "Blade Runner", "El vengador del futuro" y "Minority Report", entre otras.

Adoro la ciencia ficción porque, muchas veces, plantea temas filosóficos o religiosos en un contexto de libertad y creatividad absoluta en cuanto al contexto. En los libros de Dick aparece, entre otros temas, un asunto que es patente en Blade Runner: ¿qué es real?, ¿qué es irreal?, ¿son los androides, que parecen humanos y actúan como humanos, humanos verdaderos?, ¿deberíamos tratarlos como a máquinas o como a personas?, ¿cuál es el factor crucial que define al ser humano como "vivo", en oposición a los que solamente viven en apariencia?

En el cuento "La hormiga eléctrica", el presidente de una compañía descubre despues de un accidente que no es humano sino un robot orgánico y que ha sido usado por los dueños. Si traspolamos el rollo de cinta grabada que tiene en su pecho y que es un constructor de realidades supletorias, ¿de qué está hablando?:

"Si yo corto la cinta, comprendió, mi mundo desaparecerá. La realidad continuaría para los demás, pero no para mí. Porque mi realidad, mi universo, proviene de una unidad minúscula. Alimenta la lectora y luego pasa directamente a mi sistema nervioso central mientras se desenrolla lentamente. Comprendió que esto había estado sucediendo durante años.
Tengo que ir despacio, se dijo. ¿Qué es lo que estoy tratando de hacer? ¿Abandonar mi programación? Pero la computadora no encontró un circuito de programación. ¿Quiero interferir con la cinta de la realidad? ¿Y si así fuera, ¿para qué?
Porque si la controlo, pensó, controlaré la realidad. Al menos, en lo que tiene que ver conmigo. Mi realidad subjetiva... pero eso era todo. La realidad objetiva es una construcción sintética, está vinculada a la universalización hipotética de una multitud de realidades subjetivas.
Mi universo está al alcance de los dedos, comprendió. Si siquiera pudiera descubrir cómo funciona el maldito aparato. Lo primero que tengo que hacer es buscar y localizar mi circuito de programación, con el fin de obtener un verdadero funcionamiento homeostático. El control de mí mismo. Pero con esto...
Con esto no solo obtendría el control de sí mismo: también obtendría el control sobre todo.
Y esto me hace distinto de cada ser humano que haya vivido y muerto, pensó sombrío"

miércoles, 12 de mayo de 2010

En el mar de las pampas, renazco (una vez más)

En el medio del bosque,
las cotorras desquician con su charla inútil.
Igual que mi mente, disparan toda clase de
recriminaciones, críticas, planteos, chismes,
hacia atrás y hacia delante.
Los árboles me recuerdan estar aquí y ahora,
enraizada en este momento, en la calma de lo que es.

Olor a leña quemada,
palomas rucuqueando,
arco iris de luz entre las ramas,
quietud, serenidad.
Una piña en el suelo me cuenta que ha nacido,
al igual que muchas otras,
aún cuando nunca sea árbol y dé frutos.
Me enseña que yo también siempre puedo aportar,
feliz de dar y de crear,
sea que dé nacimiento a algo nuevo o que,
en la tierra maternal, sirva de nutrición para el futuro .

Sobre las huellas de pájaros, olas, viento y paseantes,
una plumita se desliza danzando,
un mosquito me sobrevuela curioso,
un pescador lanza su línea una y otra vez, hasta que la deja y se va a caminar,
un muchacho de largo pelo, en la orilla, mira incansable el incansable mar, ir y venir.
Yo siento el agua limpiándome, la tierra recargándome, el sol iluminándome.
¡Gracias!
¡Hola, ola!
Limpiame, des-re-cargame,
tributame tu potencia, tu constancia,
tu tranquilidad que energiza,
tu tempestad que renueva.
En la amplia playa que visitas incesantemente,
siento la paz y la conexión que vine a buscar con la Naturaleza.
Mi cuerpo se relaja,
pero noto una contracción en el plexo.
Como un puño cerrado. El puño de una niña.
Cerrado en defensa y ataque.
Le digo: Yo te cuido ahora, yo te protejo.
Yo te amo.
¿De verdad?
Sí, te quiero y te admiro.
Adoro tu inocencia, tu entusiasmo, tu espontaneidad,
tu alegría, tu fuerza, tus exploraciones.
Te quiero conmigo siempre. Te necesito. Te amo.
El puño se abre, dispuesto a dar y recibir.

Y, de pronto, surge, bajo el amparo de la tierra y el sol,
el matrimonio de mi femenino y mi masculino.
Me abro, me dejo penetrar, recibo, contengo.
Honro mi Femenino.
Penetro, avanzo, doy mi simiente.
Honro mi Masculino.
Pequeñas vivencias de una corta visita a Villa Gesell y Mar de las Pampas. Si querés ver más fotos y un video del mar, te espero en mi blog de fotos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Nadie te ofende: son tus expectativas

Las personas se la pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo (o no les hizo). ¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas las que te hieren. Y las expectativas tú las creas con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarios.

Entonces:

1) Entiende que nadie te ha ofendido. Son tus ideas acerca de como deberían actuar las personas y Dios las que te hieren. Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente. Reconoce que la mayoría de las personas NUNCA van a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque son ideas falsas.

2) Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, SOLO SI TE LO SOLICITAN, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho divino por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.

3) Nadie te pertenece. Ni tus padres, hijos, amigos y parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Ama y deja ser.

4) Deja de pensar demasiado. Abrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No utilices tu “inventario”. Cuando una persona es maltratada (por NO haber dicho o hecho lo que se esperaba de ella) por alguien, deja esa experiencia en su inventario. Cuando conoce a otro alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que le hirieron, o sea que se predispone. Saca una experiencia de su inventario negativo. Se pone los lentes de esa experiencia y ve a las nuevas personas y experiencias de su vida con esos lentes (obviamente provoca lo que más teme). ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas.

Y el inventario negativo sigue creciendo. En realidad, lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año. Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es. Cuando limpias tu visión de lentes oscuros y te los quitas, el resultado es la limpieza de visión.

5) La perfección no existe. Ni el padre, amigo, pareja o Dios es perfecto.
Es un concepto creado por la mente humana que, a un nivel intelectual puedes comprender, pero en la realidad NO EXISTE.

Un bosque perfecto serían sólo árboles, Sol, lluvia, sin bichos… ¿existe? No. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay depredadores ¿existe? No. Deja de resistirte a que las personas no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.

6) Intoxícate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.

7) Imagina a esa persona que te ofendió en el pasado. Imagínate que ambos están cómodamente sentados. Dile porque te ofendió. Escucha su explicación amorosa de porqué lo hizo. Y perdónala. Si un ser querido ya no está en este mundo, utiliza esta dinámica para decirle lo que quieres. Escucha su respuesta. Y dile adiós. Te dará una enorme paz.

8) A la luz del corto periodo de vida que tenemos, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices. Nuestra compañera la muerte, en cualquier momento, de forma imprevista, nos puede tomar entre sus brazos. Es superfluo gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes darte ese lujo.

9) Es natural pasar por un período de duelo al perdonar, deja que tu herida sane. Descárgate con alguien para dejar fluir el dolor. Aprende con honestidad los errores que cometiste, prométete que no lo volverás a hacer y regresa a vivir la vida.

Y como dirían los Beatles, LET IT BE....
Desconozco el autor.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La verdad

"¿Con cuánta frecuencia pronunciamos la verdad total, expresando nuestras palabras y sentimientos con claridad completa? Semejante verdad es elusiva. Incluso el intento de este tipo de verdad equilibrada lo lleva a uno al campo del asombro.

Cuando me hallo en la verdad equilibrada, yo lo siento en cada palabra que pronuncio, y es asombroso. De hecho, ese sentimiento asombroso es la medida de si estoy en la verdad o no. Frecuentemente cuando hablo con la verdad equilibrada, soy incapaz de decir si alguien me está mintiendo, salvo que vaya más profundamente dentro de mi esencia de la verdad. Si permanezco en mi esencia de la verdad sin ahondar más, yo solamente asumo que la otra persona está diciéndome la verdad. Yo podría profundizar más para estar seguro, pero no quiero ser el que exponga la verdad de otro. Yo solamente puedo controlar mi propio viaje, no el de otro.

Cuando pronuncio mi verdad, frecuentemente no estoy seguro de que la persona que me escucha y con la que hablo siquiera le importa. Finalmente, no importa si la otra persona aprecia mi verdad, o no. Es suficiente que yo aprecie mi verdad. Para mí, la verdad es confiar en lo que estoy diciendo y estar siempre en la conciencia del amor de una verdad. Nada más importa siempre y cuando esté en el momento y ese momento esté en la verdad. Eso significa que al final, está bien de ser el único, en cualquier conversación que se tenga, de estar en la verdad, porque cada persona es responsable por su propia parte. Así que pronuncien su verdad y avancen. Ahí lo tienen, otro misterio que puede descansar. Yo estoy listo para avanzar hacia mi Nuevo viaje; y esa es mi verdad"

Estas palabras de Fred Sterling me hacen reflexionar. Tengo una relación pendular con la verdad. En lo más hondo de mí, detesto la mentira y prefiero la verdad sin importar cuan dura sea. En la superficie, he mentido bastante, me he ocultado muchas cosas, he cometido "sincericidio" (dicho verdades matadoras, sin anestesia), he pronunciado mentiras blancas y ocultamientos.

En otros tiempos, he lastimado a algunas personas al decir cosas que no estaban preparadas para escuchar o de formas demasiado crudas. No había agresividad en eso. Simplemente, decía lo que veía. El tema es que no estamos preparados para ello. Yo tampoco a veces (aunque luego siempre agradezco haber pasado por ese momento de iluminación). También me pasa que llega un punto en que no me importa decir nada. Es como si la nave ya hubiera zarpado y hará su recorrido: lo que debe ser, será. Las palabras no lo tocarán. No sé explicarlo mejor.

Una parte de mí quisiera hablar con la verdad todo el tiempo, como dice Sterling. Y otra no quisiera hablar nada. Dejar que las cosas sean, en el silencio de lo que es. ¿Tengo que elegir?

lunes, 3 de mayo de 2010

¿Floreces en este instante?

Una amiga aparece con una fuerte alergia. Al rato, me cuenta un incidente con un compañero de oficina que le resulta agresivo y con quien le cuesta relacionarse. Callada, se “brota”.

Escucho a una persona, a viva voz, en un café, despotricando sobre los abusos de los familiares, de los jefes, del gobierno, del mundo en general. Cuando se para, veo que camina encorvado, con la cabeza gacha, el pecho hundido, los ojos huidizos: la postura de la víctima.

Luego de que analizamos la necesidad de reformular sus concepciones de lo que es ser un adulto, un paciente, que se había sacado la corbata, se la pone al revés al irse. Le comento que eso era una linda metáfora de lo que charlamos: debía rehacer las formas que se había trazado en su adolescencia.

Continuamente, estamos recibiendo mensajes de quiénes somos, de lo que sentimos y pensamos, de los cambios que necesitamos hacer. ¿Los tomamos en cuenta?

Al no haber sido educados al respecto, al vivir reaccionando con pautas de la infancia, en el afuera, en la “lucha por la vida”, nos perdemos del significado de la existencia y de los diversos caminos que nuestra alma nos abre para abordarlo y avanzarlo.

El cuerpo es el más concreto. Al ser la parte “densa”, al reflejar las emociones y los pensamientos, podemos interrogarlo con la seguridad de que expresará claramente lo que nos sucede. Posturas, formas, síntomas, accidentes, enfermedades son un rico muestrario a nuestra disposición.

Los demás son espejos muy claros. Eso que rechazamos y criticamos está en nosotros también, pero preferimos verlo en el otro para no afrontarlo. Igual que lo que envidiamos y admiramos. Tanto lo bueno como lo malo que nos engancha de nuestras relaciones habla más de nosotros que de ellos. Por algo, los hemos convocado.

Este mundo es portentoso. Es una ilusión inmensamente variada y múltiple: le da a cada uno lo que quiere. Si creemos que la sociedad es violenta, nos robarán, nos atropellarán, nos pasarán por encima. Si creemos que es solidaria, nos ayudarán, nos sostendrán. Si tenemos odio, recogeremos odio. Si tenemos amor, recogeremos amor.

Nos resistimos a verlo así porque ponemos todo en el afuera. Es muy lindo leer “La ley de atracción” y teorizar al respecto, pero, cuando atraemos lo que no nos gusta, nos olvidamos rápidamente y nos ponemos en víctimas.

En esa posición, sentimos que todo es repetitivo, mediocre, aburrido, pesado. Como escribí en el anterior Boletín, es necesario cambiar el enfoque. Pasarlo del exterior al interior y abrir la conciencia al presente para observar nuestros patrones.

Al hacerlo, podemos darnos cuenta de que vivimos estresados, ansiosos, ocupados, divididos. Estamos “aquí” pero tenemos que estar “allá”; existimos “ahora” pero nuestra mente está en “ayer” o “mañana”; somos “éste” pero deseamos ser “otro”.

Esta constante división genera rechazo, duda, miedo, frustración, desgarra interiormente. Al reconocer la dicotomía y aceptarla, al morar integralmente en el momento, cesa la lucha y aparece la confianza y la plenitud. El AHORA es el antídoto para cualquier división.

Por otro lado, es lo que hace a la vida entretenida, entusiasmante, valiosa, real. Si existimos en conciencia, cada instante nos energiza y nos llena de sabiduría y gratitud. No hay cansancio ni tedio. Es florecer en cada respiración. Es un fluir continuo, soltando el pasado y abrazando el presente. Abrazando la Vida.