Como comenté hace poco, es necesario descartar esa premisa de que algunas cosas son espirituales y otras no. Todo es Espíritu. Esta encarnación y sus desafíos son parte del proceso del alma y de la creación de Todo Lo Que Es. Nada está fuera de Dios/Diosa. Este hermoso texto de Neale Donald Walsh, el autor de “Conversaciones con Dios”, es muy claro al respecto. Te invito a sacralizar tu vida y gozar de la magnificencia de ser tú.
Si aceptamos, en cambio, lo que incluso las religiones tradicionales dicen: que Dios es el Alfa y el Omega, el principio y el fin, el Todo-en-Todo, entonces necesariamente tenemos que concluir que Dios existe en nosotros. Ésta es una conclusión importante, porque si es correcta (y lo es), nos encontramos con una interrogante muy intrigante y significativa: ¿Dónde en nosotros existe Dios? ¿En nuestro dedo meñique? ¿En nuestro dedo gordo del pie? ¿En nuestro cerebro? ¿En nuestro corazón? ¿En nuestra alma? (¿Tenemos siquiera un alma?) (Sí.)
La respuesta: si Dios realmente es el Todo-en-Todo, el Alfa y el Omega, entonces no puede haber ningún lugar en nosotros donde no esté Dios. De hecho, no hay ningún lugar en nada donde no esté Dios. Dios está en todas partes, y se manifiesta en todo. Esto nos lleva de vuelta a la Verdad Tácita. Si Dios está en todas partes en ti, si no hay ningún lugar en ti donde no esté Dios, entonces Dios eres tú. Y todo lo demás.
Una vez que entiendes esto, ya nunca más puedes imaginar que la vida se trata de “ti”. No en el sentido de que “tú” tienes que ser, hacer o tener algo en particular para poder ser feliz. No en el sentido de que “tú” necesites algo, o que requieras de algo, para poder sobrevivir. Vivir en esta verdad hace que sea muy difícil ser “atrapados” en los pequeños “dramas” cotidianos de la vida, tal como la vive actualmente la mayoría de la gente en la tierra, y proporciona una nueva perspectiva sobre las tragedias realmente importantes y el conflicto de nuestra especie.
Durante 50 años estuve viviendo un caso de identidad equivocada. Yo pensaba que estaba separado de Dios. Ahora sé que esto no es verdad, y que Dios y yo somos Uno. Esto no quiere decir que “yo soy Dios” en el sentido arrogante de esas palabras. Esto significa que “yo soy lo que Dios es, y Dios es lo que yo soy”. ¡Esto significa que verdaderamente he sido hecho a imagen y semejanza de Dios! Y tú también.
En un nivel estrictamente personal, esto significa que ya no necesitas nada en absoluto, y por tanto puedes soltar todos tus “dramas” personales cotidianos ahora mismo. Dado que eres todo lo que puedes imaginar que necesitas o deseas, ¿de qué hay que preocuparse?
Estas son comprensiones que, una vez que se abrazan verdaderamente, pueden alterar tu experiencia de vida para siempre.
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