jueves, 27 de marzo de 2008

Hacer

Este día ha sido particularmente fructífero en lo que describía en la entrada anterior. Me enojé mucho con temas relacionados con el departamento: me tienen que romper los pisos, por tercera vez, por pérdidas en el piso de abajo y no me arreglan pérdidas en mi techo, que vengo pidiendo hace mucho, aunque no muy insistentemente.

Lo interesante es que utilicé esa súbita escalada de energía (no hay como la ira para llenarse de energía) para comprender determinadas cosas. Sentí que pasaba muy rápidamente de 100 grados a 20. Respiré, solté la situación y dejé que vinieran aspectos relacionados con ello.

Leyendo una canalización, me di cuenta de algo importante. Antes, yo era una "accionadora". Pasaba de un trabajo al otro, de un curso a otro, de un departamento a otro, de una pareja a otra, de unos amigos a otros. Hacía y hacía, liviana y creativamente. Hasta que un cierto episodio crucial en mi vida me paró de golpe. Tomé conciencia de la responsabilidad y de las consecuencias que traían cada cosa que realizaba.

Fue un aprendizaje fundamental. El aspecto negativo de él fue que, sin darme cuenta, tomé cada nuevo proyecto como algo pesado y serio, muy cargado de implicancias. Esto me frenó mucho. Ahora, caigo en la cuenta que no es necesaria esta actitud. Ya soy responsable, naturalmente. Entonces, puedo jugar y crear diferentes cosas, con alegría y sencillez, en un ciclo continuo de creación/destrucción/creación como lo hace la Naturaleza. Sin apegarme ni cargarme. Por el simple placer de "bajar" a la realidad mis sueños y mis múltiples intereses.

Comienzo esta nueva etapa desde esta óptica. Por supuesto, me lo voy a tener que recordar frecuentemente, pero le voy a pedir a mi Niña Interior que no me deje olvidarlo.

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