Ahora que el bullicio del Mundial de Futbol (para nosotros) se terminó, quiero hacer una reflexión acerca de una actitud que me molestó en los jugadores y en la gente. Cada vez que hacían un gol, el equipo festejaba con gestos de bronca, de animosidad, en lugar de alegría y contento. La hinchada hizo popular una frase para animar a la selección: “¡Vamos, Argentina, carajo!”, con la misma carga de escozor. ¿Qué resentimiento guardamos para hacer esto? ¿Es que no podemos entregarnos a la felicidad de la celebración de un hecho deportivo?
Es cierto que, tanto aquí como en muchos otros lugares, deja de ser un acontecimiento relativo al fútbol y pasa a ser una representación del país, con sus virtudes y defectos, con sus inquinas vecinales, con sus esperanzas y anhelos, con la manipulación de los periodistas y gobiernos. Muy probablemente es necesario considerar estas reacciones desde este punto de vista y, por eso justamente, es que me gustaría que alguna vez podamos bajarnos del caballo cuando estamos arriba y dejar de ser los peores cuando estamos en baja. Asumirnos con todas las luces y sombras y apreciar lo que somos. Está en nosotros, en cada uno de nosotros lograrlo. Pongo mi granito de arena.
miércoles, 7 de julio de 2010
Carajo no
Publicado por Laura Foletto en 13:07
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3 comentarios:
Te doy toda la razón Laura! aquí en Paraguay las sensaciones fueron muy similares...
Besos!
Laura, ésta es mi sensación en España, que he relacionado con la situación laboral.
http://silencioactivo.blogspot.com/2010/07/si-hay-salida.html
Un beso
AnTo, Concha, la situación parece ser parecida en muchos lugares, con sus respectivas diferencias. Como dices en tu blog, Concha, una de los temas es el énfasis que ponemos en los resultados, sin importar los medios. Veo a muchos poner la pasión en el fútbol y no en sus vidas. Obnubilados por hacer dinero y obtener reconocimiento, se pierden a sí mismos. Entre todos, podremos volver al interior y hacer desde el ser. Gracias.
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