Hace unos días, un integrante de la Comunidad me twitteó que yo no daba mucha información sobre mí. Le contesté que creía que sí, en lo esencial, pero que había más en el blog. De cualquier forma, me quedé pensando que, ahora que somos cada vez más abrazando la vida, sería bueno contarte brevemente mi recorrido desde el punto de vista espiritual, para que comprendas también cómo llego a esta síntesis personal.
Nací en Diamante, una pequeña ciudad de Entre Ríos a orillas del río Paraná. Fui una hija buscada y, prontamente, di motivos para el arrepentimiento… era muy terrible!! Como Índigo pionera, era hipersensible (todo me afectaba y lloraba y gritaba sin cesar), rebelde y peleadora. Mi casa fue un pequeño infierno y volví locos a mis padres (tanto como ellos a mí). Fuera de ella, era muy creativa y carismática, alegre y activa; trataba de hacer lo que quería y generalmente lo conseguía. Siendo la única que tenía ideas propias en la escuela, me dejaron hacer. Luego, vino la pubertad y el traslado a Buenos Aires y se desencadenó un proceso interno que me pareció cercano a la locura. Lo clausuré por decreto al final de la adolescencia y me dediqué a salir al mundo.
Trabajé en una multinacional, en una agencia de publicidad, en un instituto de ejecutivos de finanzas, vendiendo seguros de vida (de todos me echaron por conflictos con la autoridad). Entretanto, me fui a vivir sola a los 24 y me mudé unas cuantas veces, tanto de departamentos como de novios y cursos. Mucha actividad externa, en general en contacto con personas de un alto nivel, con metas ambiciosas con las que no me sentía acorde. Y vino la depresión. Enorme.
En principio, terapia y, luego, un redescubrimiento de mi ser interior. Siempre, sentí el llamado de mi alma. De niña, a través del contacto con la Naturaleza y de la religión católica. Después, buscando en otras religiones y filosofías, en la psicología, en la Nueva Era, en el consumo voraz de información de cualquier clase, en las relaciones indiscriminadas, en lo que sea que llenara un vacío de sentido y propósito: ¿para qué vine a este mundo?
Años de búsqueda que impactaron en mi físico me llevaron a contactarlo e inicié la carrera de “Terapia de Integración Cuerpo-Mente”. En tercer año, llegó el colapso. Dramática, dejé de trabajar (sobrevivía vendiendo independientemente seguros de retiro e inversiones sin interés… de mi parte) y clamé al cielo: si existía un Dios, que me dijera para qué servía y cómo. La respuesta llegó, tan simple como realista: estaba en el camino. Lo que se había iniciado como una necesidad personal era mi fin vocacional y profesional. Inicié mi consulta y continué estudiando hasta llegar a esta síntesis que sigue evolucionando.
Uno de mis más grandes desafíos fue bajar la incalculable información que tenía a algo concreto y efectivo. Los libros que escribí cuando inauguré el sitio (otro emprendimiento que surgió de intencionar un cambio en mi recorrido) me ayudaron mucho. Ese rasgo de mi evolución, el materializar lo espiritual, ha sido clave en mi desarrollo, sobre todo ahora que es tan necesario. Debemos tener una espiritualidad práctica, cotidiana, arraigada en la tierra y lo personal y social.
Habiendo vivido en la fantasía gran parte de mi vida, rechazando los valores y formas de la sociedad, con ideales alejados de lo normal, con mundos interiores tan distintos de los exteriores, ha sido un gran reto estar en el mundo sin ser de él. Bernard Shaw dijo: “si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora, debes construir los cimientos debajo de él”. Eso hice, hago y estoy ayudando a otros a hacerlo.
Estos tiempos son fascinantes para ello. He sufrido indeciblemente las resistencias y demoras de décadas de vieja energía. Este año se está abriendo con una facilidad y una gracia impresionantes. Yo lo estoy experimentando en mi vida. Además de preciosas transformaciones internas, pedí pacientes que estuvieran dispuestos a ese salto de fe y de manifestación y llegaron y estoy maravillada: sanaciones aceleradas, emergencias espirituales, regresos espontáneos a vidas pasadas, concreciones rápidas. No se trata de “magia” ni de tonterías egoicas idealizadas sino de personas que están vibrando en el deseo interior de SER ellas mismas y trabajan para ello, sepan del cambio energético en el que estamos o no. No es importante en realidad. La teoría no construye el mundo que deseamos, los actos concientes lo hacen.
Y aquí estoy. Feliz. Simplemente feliz. Me he preparado muchas vidas para esto. Y aquí está. Agradezco cada instante. Abro mi corazón, mi cuerpo, mi mente para permitir a mi alma que me conduzca cada vez más. Es una maravillosa travesía. Simple, poderosa, conectada, amorosa. Te invito a recorrerla. ¿Me invitas a hacerlo juntos?
Nací en Diamante, una pequeña ciudad de Entre Ríos a orillas del río Paraná. Fui una hija buscada y, prontamente, di motivos para el arrepentimiento… era muy terrible!! Como Índigo pionera, era hipersensible (todo me afectaba y lloraba y gritaba sin cesar), rebelde y peleadora. Mi casa fue un pequeño infierno y volví locos a mis padres (tanto como ellos a mí). Fuera de ella, era muy creativa y carismática, alegre y activa; trataba de hacer lo que quería y generalmente lo conseguía. Siendo la única que tenía ideas propias en la escuela, me dejaron hacer. Luego, vino la pubertad y el traslado a Buenos Aires y se desencadenó un proceso interno que me pareció cercano a la locura. Lo clausuré por decreto al final de la adolescencia y me dediqué a salir al mundo.
Trabajé en una multinacional, en una agencia de publicidad, en un instituto de ejecutivos de finanzas, vendiendo seguros de vida (de todos me echaron por conflictos con la autoridad). Entretanto, me fui a vivir sola a los 24 y me mudé unas cuantas veces, tanto de departamentos como de novios y cursos. Mucha actividad externa, en general en contacto con personas de un alto nivel, con metas ambiciosas con las que no me sentía acorde. Y vino la depresión. Enorme.
En principio, terapia y, luego, un redescubrimiento de mi ser interior. Siempre, sentí el llamado de mi alma. De niña, a través del contacto con la Naturaleza y de la religión católica. Después, buscando en otras religiones y filosofías, en la psicología, en la Nueva Era, en el consumo voraz de información de cualquier clase, en las relaciones indiscriminadas, en lo que sea que llenara un vacío de sentido y propósito: ¿para qué vine a este mundo?
Años de búsqueda que impactaron en mi físico me llevaron a contactarlo e inicié la carrera de “Terapia de Integración Cuerpo-Mente”. En tercer año, llegó el colapso. Dramática, dejé de trabajar (sobrevivía vendiendo independientemente seguros de retiro e inversiones sin interés… de mi parte) y clamé al cielo: si existía un Dios, que me dijera para qué servía y cómo. La respuesta llegó, tan simple como realista: estaba en el camino. Lo que se había iniciado como una necesidad personal era mi fin vocacional y profesional. Inicié mi consulta y continué estudiando hasta llegar a esta síntesis que sigue evolucionando.
Uno de mis más grandes desafíos fue bajar la incalculable información que tenía a algo concreto y efectivo. Los libros que escribí cuando inauguré el sitio (otro emprendimiento que surgió de intencionar un cambio en mi recorrido) me ayudaron mucho. Ese rasgo de mi evolución, el materializar lo espiritual, ha sido clave en mi desarrollo, sobre todo ahora que es tan necesario. Debemos tener una espiritualidad práctica, cotidiana, arraigada en la tierra y lo personal y social.
Habiendo vivido en la fantasía gran parte de mi vida, rechazando los valores y formas de la sociedad, con ideales alejados de lo normal, con mundos interiores tan distintos de los exteriores, ha sido un gran reto estar en el mundo sin ser de él. Bernard Shaw dijo: “si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora, debes construir los cimientos debajo de él”. Eso hice, hago y estoy ayudando a otros a hacerlo.
Estos tiempos son fascinantes para ello. He sufrido indeciblemente las resistencias y demoras de décadas de vieja energía. Este año se está abriendo con una facilidad y una gracia impresionantes. Yo lo estoy experimentando en mi vida. Además de preciosas transformaciones internas, pedí pacientes que estuvieran dispuestos a ese salto de fe y de manifestación y llegaron y estoy maravillada: sanaciones aceleradas, emergencias espirituales, regresos espontáneos a vidas pasadas, concreciones rápidas. No se trata de “magia” ni de tonterías egoicas idealizadas sino de personas que están vibrando en el deseo interior de SER ellas mismas y trabajan para ello, sepan del cambio energético en el que estamos o no. No es importante en realidad. La teoría no construye el mundo que deseamos, los actos concientes lo hacen.
Y aquí estoy. Feliz. Simplemente feliz. Me he preparado muchas vidas para esto. Y aquí está. Agradezco cada instante. Abro mi corazón, mi cuerpo, mi mente para permitir a mi alma que me conduzca cada vez más. Es una maravillosa travesía. Simple, poderosa, conectada, amorosa. Te invito a recorrerla. ¿Me invitas a hacerlo juntos?
2 comentarios:
¡Felicidades por ser!
Estoy contigo en las aperturas del cuerpo, el corazón, la mente y el espíritu, en atención y complicidad plenas.
Un abrazo amigo.
¡Felicidades por ser y estar!
Beso amigo.
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