Las elecciones
son una de las cosas que más nos cuestan.
Hay indecisos crónicos, procastinadores (los que postergan actividades o
decisiones sustituyéndolas por situaciones más irrelevantes y agradables),
preocupados y dudosos varios. Hay
quienes precipitan acontecimientos porque no soportan la espera y otros que
esperan más allá de lo viable, precipitándose en el vacío. Hay inseguros insoportables y simuladores
suaves, que esconden la ansiedad bajo una pátina de serenidad.
Las conductas más comunes para retrasar la decisión son:
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Querer tener la mayor
cantidad de información posible.
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Pretender controlar cada
situación con previsión suprema.
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Estar preparado totalmente.
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Desear que todos estén de
acuerdo.
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Buscar aprobación.
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Ser detallista y exigente.
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Perseguir la solución
perfecta.
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Poner la atención en lo que
se perdería y no en lo que se ganaría.
-
Creer que es una sentencia
de vida o muerte, única y para siempre.
-
Fantasear que cambiará todo
mágicamente ya.
¿Qué verdades hay detrás de estas presunciones rígidas e infantiles?
-
No podemos saber todo ni
conocer anticipadamente los resultados.
-
Es imposible controlar la
enorme variabilidad de situaciones; la omnipotencia es una mala consejera. Además, con tanta obsesión, terminamos
creando lo que tanto tememos.
-
Cuando algo se presenta es
porque estamos preparados para afrontarlo; lo que necesitemos extra lo
aprenderemos en la marcha.
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Siempre habrá personas que
tengan discrepancias; no hay nadie como nosotros así que el disenso es lo
normal.
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Si no nos aprobamos, si
dudamos, atraeremos individuos que lo expresarán por nosotros.
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La auto-exigencia es el
mejor método para fallar, frustrarse y culparse.
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No existe la perfección en
este plano, a menos que dispongamos que eso es perfecto para nosotros porque
así lo decidimos.
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Perder algo es parte evidente
del cambio: es aquello que debemos liberar para dar espacio a lo nuevo, a lo
que mejorará nuestra vida.
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Dramatizar la decisión,
imaginando consecuencias extremas, nefastas y definitivas es un engaño para
postergar lo impostergable; sólo hace más difícil la situación, sin aportar
nada útil. Nuevas oportunidades hay
continuamente y podemos ir rectificando el rumbo a medida que avancemos y
veamos más claramente el camino.
-
Lo peor es engañarse con
cambios instantáneos y mágicos, en los que seremos exitosos sin transformarnos
ni crecer ni aprender. Las novedades se
darán poco a poco, de acuerdo a tu capacidad y comprensión, sin pretender ni
temer sucesos enormes e inmanejables.
Cuando no recurrimos a nuestros mejores aspectos para decidir o actuar,
seguramente nuestros peores yoes (los que más intervienen con sus miedos y
dudas) tomarán el mando y harán lo usual. Como dijo Einstein, “locura es hacer siempre
lo mismo y pretender resultados distintos”.
Aunque
estas observaciones anteriores son lógicas, no es con ellas que
arrancarás. Sirven para calmar al Ego, pero la verdadera opción es confiar,
descansar en que cada situación que se te presenta es a tu medida, enviada por
tu Ser para tu mejor aprendizaje.
Calmarte, aceptarlo, conectarte con tu interior, respirar, creer,
entregarte son opciones valederas.
No se trata de tomar LA decisión, sino de tomar UNA decisión. El primer paso desencadenará los siguientes y
serás llevado a tu camino del alma. Decide. No esperes el milagro: el milagro eres tú.
2 comentarios:
Mil gracias por este artículo cargado de profundas verdades y con el que me he sentido muy identificada.
El empujon que me faltaba para lanzarme al más allá...
GRACIAS
¡Qué bueno, Virginia! Me alegra haber ayudado a darte el empujón que te ponga en tu camino. Gracias! Un gran beso.
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