jueves, 4 de noviembre de 2010

Encarnación


Para los que hemos venido con un fuerte componente “espiritual” (lo pongo entre comillas porque todo es espiritual), el cuerpo es… ¡un problema!! :-)

Hipersensibles, en contacto con otras dimensiones, con ideas o visiones distintas, con vivencias “raras”, sea como sea, el mundo físico se presentaba difícil, duro, pesado, incomprensible, extraño, salvaje, agitado, etc. Así que mejor era huir hacia los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como escribió Machado. Acostumbrados a soñar y disfrutar en ellos, bajar a tierra siempre ha constituido un paso arduo de afrontar.

Obviamente, el primero de esos pasos es habitar el cuerpo. Sentirlo, escucharlo, cuidarlo, gozarlo es muy movilizador. Lejos de las abstracciones y fantasías mentales o espirituales, el cuerpo aporta un valor de realidad y verdad que son inestimables. Vivir en el aquí y ahora, mediatizado por el cuerpo, constituye el real sentido espiritual de lo que vinimos a crear en esta encarnación.

El segundo paso es qué cuento nos contamos con respecto a lo que es “el mundo”. Como me decía una paciente hoy, para ella es la selva. Para otros, será una burbuja de colores o una guerra o un shopping o lo que cada uno quiera. Porque de eso se trata: esta es una ilusión que le da a cada uno lo que crea. Por lo tanto, es una cuestión de elección. ¿En qué mundo estás?

Cuerpo y entorno físico no son algo separado de lo espiritual. Por el contrario, son el escenario donde el espíritu evidencia su desarrollo. Honrarlos es fundamental para lograrlo.

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