jueves, 24 de abril de 2008

Regalos al alcance de la mano

Mientras hacía Chi Kung en la plaza, encontré regalos en las cuatro direcciones:

Cuando giré hacia la izquierda, el sol iluminaba entre dos edificios, a través de los árboles y un poco de humo, formando un bloque de luz directo a un césped verde brillante.

Me moví a la derecha y una bandada de palomas voló sobre nosotros hacia el otro extremo de la plaza.

Miré al frente y una bella pareja de ancianos, con sus pelos blancos largos y sueltos, caminaban en línea recta una y otra vez, con una sonrisa en los labios cuando se encontraban en el medio.

Giré atrás y vi sentados en un banco a un anciano con sus mejores galas de hace cuarenta años junto a un adolescente punk, que nos miraban atentamente.

Al final de una danza, en la que lentamente levantamos los brazos al Cielo, no pude menos que decir: ¡Gracias, gracias, gracias!

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