jueves, 10 de abril de 2008

Fascinante

Uso mucho esta palabra. Me di cuenta hoy charlando con alguien. Sinónimos son: hechizante, embrujador, magnético, encantador, atractivo, hipnotizante, embelesador, cautivante, maravilloso, asombroso, deslumbrante. Me gusta…

La usé más que nada en dos cosas: la Vida es fascinante y mi vida es fascinante. En realidad, no es que lo piense continuamente y aquí está lo que llamó mi atención: DE VERDAD son fascinantes, pero no tomo conciencia de ello.

Creo que tendemos a caer en la rutina y ver lo cotidiano como “normal”, cuando todo es un milagro, un misterio. Al contarle a alguien que no me conoce aspectos de mi vida y de mi filosofía, caigo en la cuenta de que son fascinantes y de que en algunos períodos lo han sido muchísimo.

Tomar cada momento, cada persona, cada situación, cada cosa como deslumbrantes, como dignas de maravillarnos debería ser lo común, no lo opuesto. Perdemos la perspectiva al caer en la inercia de lo conocido. En realidad, no conocemos nada. Apelamos a la memoria, a la seguridad de lo transitado, a la repetición condicionante para no abrirnos profundamente al enigma de la Verdad.

Hablando de transitado, hace mucho leí un excelente libro de M. Scott Peck cuyo título fue traducido (malamente) como La Nueva Psicología del Amor. En inglés, se llama The Road Less Travelled, línea que está tomada de un poema de Robert Frost. Me sentí muy identificada con esa frase porque generalmente he tomado el camino menos transitado.

Eso no implica que sea más difícil ni mejor ni preferible. Simplemente, es una elección. Con quien charlaba hoy, tocamos el tema de no quedarnos con la versión “archivada” de todo, sino ir más allá, hacia el significado oculto incluso de lo común. Cualquier cosa puede llevarnos hacia una epifanía fascinante si nos dejamos invadir por el misterio.

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