Muchas veces, me percibo inocente, como una nena. Siempre fue así. Sin importar las frustraciones, los traumas, las deslealtades, las falsedades (mías y de otros), una parte mía sigue confiando, continúa adelante sin mancha, sin rencor, sin amargura, sin hipocresía, sin astucia. No se trata de ingenuidad ni de estupidez. Como dice Clarissa Pinkola Estés: “La inocencia no tiene nada que ver con la ingenuidad. Hay un antiguo dicho en las salvajes y remotas regiones de las que yo procedo. "La ignorancia es no saber nada y sentirse atraído por lo bueno. La inocencia es saberlo todo y seguir sintiéndose atraído por lo bueno”.
Hay personas que son buenas e ingenuas porque han nacido así o porque no se han visto envueltas en sucesos desafiantes. Hay otras que lo son porque han recorrido un largo camino, lleno de toda clase de conflictos, y han decidido moverse a través del corazón.
3 comentarios:
Qué bueno, Laura. Me has conmovido.
Un beso
Hola Laura, y puede ser que haya personas que nacieron ingenuas, y que pasaron muchas cosas malas, y las siguen pasando, pero siguen también siendo ingenuas, sin pizca de mal en sus mentes, pero "ahora" viven a la defensiva, por ver tanto mal en lugares, personas, familiares, amigos, etc.?
Concha, tu inocencia se conmovió... qué hermoso! Besos.
Adriana, el "mal" es parte de la dualidad y debe ser visto con otra visión, la de la Unidad. Entonces, dejamos la ingenuidad y, con inocencia, comprendemos que todo es parte del Todo y aprendemos de ello. Abrazo.
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