sábado, 1 de agosto de 2009

El miedo esclavizante

Anoche, entre bruschetas, calzones y cerveza, charlábamos con un amigo acerca de cómo se utiliza al miedo desde el poder para lograr que las personas tengan determinadas conductas.

Desde lo económico (muy fuerte últimamente), se excitan los temores del desempleo, la pobreza, la caída de las empresas, los valores del mercado de acciones y las propiedades, la disminución del consumo y muchas otras variables… mientras los más ricos siguen conservando sus fortunas.

Desde siempre, otro miedo agitado es el de “los enemigos”, que pueden variar desde países hasta razas, religiones, grupos terroristas, ideologías y demás yerbas.

Uno más reciente es el de la destrucción del planeta: calentamiento global, guerras por el agua, desertificación, agujeros de ozono, fenómenos climáticos, etc.

Los medios de comunicación, las películas, los discursos políticos, las propagandas encubiertas, los libros apocalípticos, los falsos estudios de todo tipo, el encubrimiento y la mentira en diversos grados son vehículos para encender en la gente el miedo hacia la vida, el encierro, el egoísmo, la falta de participación, la destrucción de proyectos creativos y a favor de la paz y el amor.

Por el contrario, surgen los organismos de “lucha” por la paz (contradicción de términos absolutamente irracional), en contra de lo que sea, por las víctimas. Bien intencionadas personas, en realidad, actúan en apoyo del mismo sistema que pretenden sanar al continuar con la ideología de la victimización y el asistencialismo en lugar de empoderar a los que buscan ayudar.

Justamente, ejerciendo el poder interno (que nos abre a la capacidad de discernir, de elegir, de crear) podemos construir entre todos una Tierra en donde seamos individuos plenos unidos en el amor.

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