jueves, 5 de marzo de 2009

Cambios compartidos

“Ningún objeto es constantemente idéntico a sí mismo. Un tomate, por ejemplo, nunca es única y verdaderamente rojo. Si creemos que es rojo y única y verdaderamente rojo, ese prejuicio nos impide percibir sus estados sucesivos y por lo tanto, al cegarnos para lo que las cosas son íntimamente, nos ciega también para entender el sentido de nuestra existencia. El mismo tomate cambia muchísimo al paso de los días desde que aparece en la planta hasta que es arrancado y depositado en un plato, pero no más de lo que cambia en ese plato durante las horas del día o en unos pocos segundos, cada vez que mi mirada se fija en él y me permite tomar conciencia de su presencia. En mi memoria, sigue cambiando a través de infinitas e imprevistas transformaciones. Tanto como en lo exterior, cambia de forma, de color, de estado y, por último, de sentido.”

Estas palabras de Juan José Saer me impactaron mientras las leía hoy porque es lo que me está sucediendo en estos días. Me percibo totalmente cambiante, mientras en la superficie pareciera que estoy igual.

Me estoy replanteando muchas cosas (en estos 40 días antes de mi cumpleaños… ¿tendrá algo que ver?) y paso de un estado al otro, de una idea a otra, de una emoción a otra, a veces en minutos. Y, como dice Saer, al percibirlo, entiendo el sentido de mi existencia en este devenir, tomo conciencia de mi presencia y, al hacerlo, cambia también la de los que me rodean.

Si bien siempre me he dado cuenta de que los pacientes que me “llegan” tienen que ver conmigo, esto se ha hecho más evidente aún en los últimos tiempos. Y me sorprende (lo charlaba hoy con una paciente nueva) los rápidos cambios que se están sucediendo en ellos. Cuando se dice livianamente “Todos somos Uno”, creo que no terminamos de comprender realmente lo que quiere decir. Lo estoy experimentando bastante estos días…

1 comentario:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

Pues a mí me está pasando exactamente lo mismo, y más en estos últimos días. Sincronicidades, que dice Jung.

También me aparecen muchas señales. Ayer mismo pensaba que tenía que cambiar de gafas para la lectura, que estaban algo anticuadas, pero que me merecía :-)) otras. Al rato, pensé que quizá era un gasto innecesario. Pero, por la tarde, cuando las fui a coger, se me partieron literalmente por la mitad, sin posibilidad de arreglo (y no hice fuerza física ni movimientos bruscos...). El universo me estaba diciendo que lo hiciera, que actuara a favor de la corriente. A quien no crea en estas cosas, podrá poner mil excusas para verlo como algo normal, pero si a ello se le suman pensamientos telepáticos con otras personas (mi editora me escribió aconsejándome la lectura de unlibro, del que nunca habíamos hablado y, un par de horas antes, me lo acababa de comprar yo, por ejemplo), encuentros que esperas y suceden y que no debían ser normalmente... entonces, empiezas a atar cabos y a ver que lo que te pasa es que te estás alineando con tus deseos y que todo se va poniendo a tu favor.

Laura, me has dado pie a escribir sobre ello. QUizá este fin de semana lo haga en mi blog.

Un abrazo