lunes, 2 de marzo de 2009

Espiritualidad práctica

Ayer, estaba con mi amiga de La Plata caminando por la orilla del río, en una mañana gloriosa después de una noche de lluvia y viento. De pronto, un grupo de unas veinte personas (todas vestidas formalmente) comenzaron a hacer una especie de ceremonia de bautismo en el agua. No sé a qué credo pertenecían.

Comenzamos a charlar sobre el tema y le digo: “estamos todos en el mismo espacio, pero cada uno vive en una realidad diferente, creyendo que la suya es la única”. Y recordé que, a la noche, nos encontramos con una conocida suya en un bar adonde fuimos a escuchar jazz. Esta persona recibía mis Boletines y le había comentado una vez que, para ella, una mujer de círculos intelectuales, eran “muy infantiles”.

Me molestó un poco, pero, entonces, después de mi observación, me di cuenta: “en realidad, a mí no me importa usar términos difíciles ni hacer comentarios crípticos e ingeniosos: lo que de verdad me interesa es que cada uno pueda bajar su filosofía de vida a la cotidianeidad y ver cómo funciona y qué transformaciones necesita hacer para vivir el potencial que trajo, para ser feliz, para iluminar un poco más este momento. Algo así como una filosofía/espiritualidad práctica, concreta, vivible”. En eso estoy…

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