lunes, 4 de febrero de 2013

¿Aprendes a hacerlo simple y fácil?


Desde siempre, he buscado lograr o hacer las cosas con eficiencia, o sea, con la menor cantidad de recursos.  Desde limpiar la casa a escribir a hacer un viaje, sin importar lo que sea, busco simplificar.  Suelo decir que no levanto el c… de la silla hasta no idear lo que voy a hacer eficientemente.  Esto me permite gastar menos energía, dinero, trabajo, y me evita malos ratos e idas y vueltas inútiles. 

En una de mis profusas lecturas de la adolescencia, encontré que esto se llama La Ley del Menor Esfuerzo y me encantó.  La palabrita “esfuerzo” nunca estuvo entre las más estimadas de mi vocabulario.  Pienso que implica que uno no encontró lo que le gusta, que no sabe hacer las cosas, que cree que le recompensarán el empeño y no los resultados, que no sabe cuándo parar, que privilegia la lucha al aprendizaje. 

En la secundaria, tenía una compañera que escribía hasta cuatro páginas en una prueba y se sacaba un cuatro.  Yo escribía media y me sacaba un ocho.  Cuando se quejaba y me daba su prueba para ver qué estaba mal, resultaba que había escrito mucho de lo que no le preguntaban, yéndose además en detalles menores.  Yo contestaba exactamente el tema, en tres palabras.  Ir al grano nos cuesta, en todos los sentidos, me di cuenta más tarde…

Somos expertos en justificarnos, explicar, victimizarnos, excusarnos, irnos por las ramas, evadirnos, para no afrontar lo que tenemos adelante.  Nos absolvemos con “no puedo”, “es más fuerte que yo”, “no sé”, “no tengo opción”.  Mentiras verdaderas.  Si admitimos que todo lo creamos nosotros, entonces también creamos las resistencias.

Y aquí vuelve la famosa Ley.  ¿De qué se trata?  Mira la Tierra.  ¿Percibes esfuerzo en cómo se abre una flor, en cómo vuela un pájaro, en el agua corriendo?  Está en su naturaleza abrirse, volar, fluir, es lo que son y hacen.  Observa a alguien que es experto en lo suyo, un cocinero, un albañil, un pintor.  ¿Notas la facilidad con que actúa?  Una vez que aprendió el asunto, se mueve en el máximo de eficiencia, con gracia y belleza.  Entonces, lo primero es admitir que ya somos, la naturaleza intrínseca de nuestra individualidad única, original, preciosa. 

Gastamos demasiada energía en “parecer”, en la máscara, en lo que deberíamos ser, en lo que se supone que tendríamos que hacer y tener, en un modelo idealizado por la sociedad y por nosotros mismos (resabios de una niñez carente).  En esta falta de aceptación, nos perdemos y salimos presurosos a compensarlo con acciones faltas de corazón y de sentido, pretendiendo elogios y aprobaciones por lo que no somos… ¿un círculo vicioso un poco loco, sí?

Aceptar lo que eres, lo que hay, lo que puedes, lo que son los demás, los recursos que ya tienes, los aprendizajes que te propusiste, los cambios, abre las puertas de los milagros. Oponerte las cierra (lo que resistes persiste).  ¿Y ahora qué?  Elige.  Sin ocultamientos ni excusas.  Haz una elección conciente.  Tú puedes con ella porque todo es a tu medida, nada es más grande que tú.  Tú creas de acuerdo a tu impronta energética. Deja de crear resistencias y problemas.  Sé responsable, o sea, responde por tu elección y tu construcción.  Tú eres capaz de motivar una solución creativa a lo que te rodea, porque tú lo diseñaste para tu mayor evolución.  


Así que, respira profundamente, exhala las resistencias e inhala aceptación.  Relaja los hombros, las mandíbulas, el ceño, el estómago, todo el cuerpo y siente una onda de expansión, que se abre paso desde adentro hacia afuera.  Lleva la respiración hacia la panza y deja que suba lentamente hacia el pecho, abriendo el corazón. 

¿Tienes que esforzarte para ser?  No.  Ya eres.  Eres una chispa de Dios, experimentándose en millones de aspectos.  Elegiste estar en este cuerpo, en este tiempo, en este lugar, con estas personas, con este aprendizaje.  Deja que surja la conexión a la Luz que eres, al Amor que eres, a la Sabiduría que eres, al Poder que eres.  Permite que se concrete en actos simples en el afuera.  Siente que eres Uno con Todo.  El Universo te sostiene y te apoya.  Respira.  Fluye con la Vida.  Fácil, poderosamente, amablemente.

5 comentarios:

Gloria Umaña dijo...

Gracias. G.U.

Anónimo dijo...

Hola, en principio GRACIAS por tus reflexiones. Yo estoy en un momento donde tengo que aceptar lo que me pasa, mis logros y mis desaciertos y ...me cuesta muchisimo no ponerme como vos decis en el lugar de victima. Ya soy una mujer de casi medio siglo vivido y no he logrado manifestar mi amor en una familia, ni he tenido descendencia, necesito aceptar que quizas no vine para eso...no logro comprender para que vine...
gracias, Cris

Laura Foletto dijo...

Gracias, Gloria y Cris!
Cris, la vida no es lo que "debería" haber pasado sino lo que pasa. Esa es la vida que elegiste y decidiste, conciente o inconcientemente. El amor puede manifestarse de muchas formas (la familia es más una condición de la sociedad que del alma) y, en primer lugar, en ti misma. ¿A qué viniste? Te preguntaría: ¿qué es lo que más te cuesta? Eso es. Quizás, tenga que ver con el amor a ti misma... Besos.

Anónimo dijo...

GRACIAS LAURA, gracias por contestar y estar. Si, si, es verdad lo que mas me cuesta es el amor a mi misma. Si, ahora soy consciente de eso, y tengo todas las ganas de salir de este lugar solitario y en penumbras en el que me he metido, consciente o inconscientemente, entonces... como sigo?
GRACIAS!!!
Cris

Laura Foletto dijo...

Cris, te contesto en la entrada del lunes. Me alegra que decidas salir de la oscuridad que has creado para encontrar la luz que siempre has estado ahí, dentro tuyo. Besos.