miércoles, 7 de noviembre de 2012

Aceptación


Esta palabrita genera muchas olas… en las cuales algunos se ahogan.  Como tenemos tan internalizado el concepto de luchar, de resistir, de ser fuertes hasta la rigidez, de no romperse, aceptación suena a derrota, a fracaso, a rendirse, a no poder.  También sugiere resignación, conformismo, aguante, sometimiento.  

Como escribí en el Curso de CREACIÓN INTEGRAL: “Se piensa que, al aceptar, se pierde eficacia, poder, objetivos, fuerza.  Al contrario, se genera un gran dinamismo al reutilizar positivamente la energía que se pierde en luchar y ponerse en contra de uno mismo, de los demás y de la Vida.  ACEPTAR significa no clasificar ni juzgar, permitiendo que la Vida se explique por sí misma, en la fe de que lo que pasa tiene un propósito (el mejor), aunque no lo entiendas en el momento.  Es una actitud de apertura, juego y aprendizaje, que va creando confianza interna”.



¿Cómo incorporarla en la vida cotidiana?  Dejando de reaccionar, quejarte, lloriquear, enojarte, victimizarte, justificar, explicar, etc, etc., frente a cualquier cosa que no te guste, que no es como “debería” ser, que no se ajusta a tus expectativas, que te “cae”,   TODO tiene que ver contigo.  Respira, céntrate y pregúntate: “¿para qué es esto?”.  Si te das cuenta, responsabilízate.  Si no, igual comprende que es parte de tu evolución, que tu alma lo diseñó para algo y confía (la palabrita melliza de aceptación) en que es para tu mayor bien y el de todos.  Serénate y pon conciencia en cada acto, pensamiento, palabra.  Encuentra la tercera posición (sal de la dualidad) y comenzarás a fluir armoniosamente.

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