Las cuestiones lo siguen a una… Ayer, fui a mi médica clínica para hacerme un chequeo. Me pesó y estaba igual que la última vez… con unos cambios de configuración… Me reí, comentando cómo se transforma el cuerpo con los años y ella me dijo que ese comentario era un producto de la sociedad que vivíamos, que ya no se aceptan los cambios, porque impera la obligación de ser jóvenes: “ser vieja es peor que ser puta o delincuente”, ejemplificó.
Conversamos sobre eso y me dice que también lo observa en cómo se habla, cómo se adopta un lenguaje adolescente o infantil para parecer joven. Le digo que justo había escrito sobre eso en el blog. Coincido con Natalia en que los padres, por querer estar en sintonía, pueden llegar a perder respeto y autoridad. En definitiva, parece que nadie quiere ser adulto ahora. Supongo que hemos llevado esa definición a un callejón sin salida y que tendríamos que redefinir lo que significa para cada uno y para todos.
Ale aporta que no interesa el cómo sino la intención. No estoy muy segura. Hemos aprendido últimamente la enorme importancia de las palabras que usamos. Y también es sabido que la palabra es el segundo nivel de creación (primero las ideas y tercero la acción). En esta dimensión, todo es relativo pero, a la vez, todo está implicado en una concepción mayor, así que todo importa por lo tanto.
Asimismo, este tema me hace pensar en los enormes cambios que vamos transitando en lo físico y lo social. Antes, una mujer de mi edad era directamente una vieja. No me siento así de ninguna forma, pero también sé que no soy “joven”. Hay una madurez que no me permite engañarme al respecto. Entre todos, estamos rediseñando muchas cuestiones y eso es lo que creo que es realmente profundo y enriquecedor.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Juventudes
Publicado por Laura Foletto en 17:17
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