sábado, 5 de diciembre de 2009

Exagerada-mente

Creo que los argentinos, en esta mezcla multicultural que somos, hemos tomado la exuberancia de los italianos meridionales como un rasgo nacional. Se nota en la ampulosidad de los gestos, el movimiento de las manos, el hablar a los gritos, las carcajadas generosas, el tocarnos al comunicarnos, el tomar todo a la tremenda… la exageración en general.

Mis padres descienden de italianos del norte y son menos notorios en sus manifestaciones físicas pero igualmente tenían ese dramatismo al encarar cualquier cosa, sobre todo mi padre. En algún momento de mi vida, comencé a notar esa actitud en mí. Reaccionaba con la misma excitación a algo mínimo como a algo importante. Ya casi no había medida, todo era intenso.

Me di cuenta lo perjudicial que era esto. Vivía con la emocionalidad al tope, estresada, ansiosa, apurada, generalmente por asuntos de los cuales ya me había olvidado a los dos días. Incluso, usaba esos temas menores para tapar los verdaderamente significativos y así seguir en esa rueda de susceptibilidad recargada. Cuando comencé a transformar esto y pude discriminar y accionar acorde a las circunstancias, todo se puso en su lugar.

Todos los latinos tenemos estos rasgos y están bien: el tema es usarlos para nuestro provecho y no para dañarnos.

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