sábado, 17 de enero de 2009

Ruidos molestos

Viniendo de una pequeña ciudad del interior, el silencio fue siempre omnipresente y esencialmente atesorado por mí. Viviendo en una enorme ciudad como Buenos Aires, el ruido es omnipresente y renegado por mí.

Con los años, esto se ha incrementado. Creo que no debe haber espacio en donde no se haga “necesario” poner algún sonido. Desde los restaurantes y bares en donde no te deja hablar hasta cualquier lugar en donde te aturda (incluido los subtes, consultorios, tiendas… en donde sea!), la música fuerte parece ser el telón de fondo. Ni hablar de los escapes y motores de autos, colectivos, camiones y motos que no sólo ensucian con sus humos sino que alimentan el barullo de cada día (¿por qué las creaciones de los humanos son siempre ruidosas e irritantes?).

Lo estoy observando en la televisión también. Los “musicalizadores” ponen sonidos a cada parlamento o imagen (como los “reidores” en ciertos programas), saturando inútilmente el momento (sumo los carteles que explican lo que se ve y tapan la nota), que se termina transformando en una cantidad de información multiplicada y redundante.

Los celulares agregan toda clase de musiquitas, que junto con las conversaciones interminables y a toda voz de sus dueños, que cuentan su vida y milagros (los cuales no me interesan en absoluto), hacen de un viaje o una espera, un calvario.

La publicidad y la propaganda han copado todos los sitios y nos venden sus espejismos hasta en el baño.

En la casa, radio, equipos de audio, televisores, computadoras, MP3, cualquier invento es bueno para tapar el silencio. Me pregunto de qué se está huyendo.

Siento que el vacío de una existencia digitada por el afuera está haciendo estragos y se necesita mucho ruido para llenarlo… inútilmente. Las voces internas seguirán clamando hasta que le dediquemos el tiempo que piden. El ruido tiene un efecto ensordecedor y subyugante: está vendiendo ilusiones de felicidad y poder. Algún día, comprenderemos que eso sólo existe en el interior de cada uno. Mientras, los ruidos molestos nos taladrarán el tímpano.

1 comentario:

Concha Barbero de Dompablo dijo...

¿Te has fijado, Laura en que muchas personas hablan por el móvil cuando están solas, por ejemplo, en un restaurante? No soportan su silencio...