viernes, 1 de febrero de 2008

Tiempo

Releyendo algunas entradas anteriores, se me hace obvio (¡qué difícil es ver lo obvio!) mi urgencia en concretar transformaciones, tanto en mí como en otros. Siento una inquietud interna, a veces, que me impulsa a acelerar los tiempos. Si bien es cierto que dormirse en los laureles o quedarse detenido no sirve, tampoco sirve exigirse. Lo sé... lo olvido... pero he esperado mucho!... no importa... hay tiempos...

Hoy, una paciente a punto de dar un paso importante en su vida me decía que se había dado cuenta de que inconcientemente creía que, si no tomaba esos pasos trascendentales, no llegaría o pospondría "el final". Otros piensan, al contrario, que haciendo muchas cosas se salvarán.

La muerte es omnipresente desde la perspectiva del Ego. Le teme. No sólo al fin físico sino a las terminaciones de etapas, de relaciones, de trabajos, de actitudes, de… cualquier cosa! Aferrado a lo “seguro”, a lo “cierto”, a lo “conocido”, desea quedarse en un status quo que nos termina asfixiando.

Soltarnos parece aterrorizante, dejarnos ir en la incertidumbre hacia lo desconocido, fluyendo en la confianza de que es para lo mejor, no nos convence demasiado. Y, sin embargo, nuestra alma clama por eso, nos susurra primero y nos grita después para que lo hagamos.

Creo que estoy escuchando a mi alma… por eso la urgencia… mi Ego se resiste y plantea dudas y temores… los tiempos son manejados por ellos dos y por otras instancias mayores… calma… fe… en la serenidad todo se hace más rápido y mejor…

No hay comentarios: