lunes, 18 de junio de 2007

De amores y saltos

Después de un periplo de tres días fuera de mi casa (que incluyó hospital, familia y amigos, momentos tristes, alegres, notables, inactivos), estoy sin fuerzas. En este momento, todo se me antoja fútil, equivocado, vacío, sin sentido… promesas vanas de un amor que se escaparon con el viento… me sale la letra de Naranjo en Flor… y otra vez las promesas!!!

Una parte mía se ríe de esto. Cuando recupere energía, me habré olvidado de este estado y volveré a sentir confianza y esperanza. El tema es que me estoy cansando de este juego bipolar.

El otro día, me vino: “YO SOY UNA PROMESA CUMPLIDA”. Siento que, en algún momento, en algún lado, en algún recodo de mi alma, yo decreté que las promesas no se cumplen. Esto, más que nada, se refiere a mí misma; al desencanto al no producirse lo que quiero o me propongo o hasta soy. Como si bastara que lo deseara, para que no se hiciera realidad.

Estoy conciente de mis fallas y de mis faltas, pero no justifican algunos resultados. Me parece más bien el simple hecho de una rigidez en las formas y de una dejadez en amarme, de una constante huida del sencillo arte de encontrar el amor y la alegría que residen en mí.

No estoy vacía de amor, porque es imposible estarlo ya que soy amor. Estoy vaciándome de ego y expectativas y estoy perdiéndome y perdida. En terreno desconocido. Sólo el amor puede salvarme, pero no lo dejo. También me da miedo. Es desconocido para mí… ¿cómo se vive desde el amor?, ¿qué libertad te da el amor?, ¿qué impulso, qué alas, qué destino?

Hace unos días, pedí una imagen de este momento. Estaba en el borde de un edificio inconmensurablemente alto. Pensé que debía arrojarme. Salté, pero mi imagen siguió parada. Creí que, en realidad, no lo había hecho. Entonces, me dijeron que yo ya había saltado hace tiempo, que ya había tomado la decisión, pero que no era de una vez, que era en etapas. Me vi, simultáneamente, en el borde, a unos metros, más abajo, a más distancia, observando desde el aire. Todos los “movimientos” eran reales e implicaban partes mías en distintos momentos/estados/conciencias/dimensiones.

Esta que escribe ahora comprende. La de hace diez minutos no. Luego, no sé. Sólo me queda fluir.

Acaba de sonar el teléfono. Papá me cuenta que una amiga de mamá le preguntó por ella y, cuando le contó que está internada muy grave, ella le dijo que iba a llamar a la monja con la cual se reunían de vez en cuando para leer la Biblia y charlar sobre la vida. A las dos horas, la monjita y un sacerdote fueron a verla. Toda la sala se revolucionó. Las otras tres mujeres más sus acompañantes se alegraron muchísimo. El cura conversó con ellos y los bendijo al irse. Estaban felices. Se me caen las lágrimas… Dios me habla… comenzaré a escuchar mejor…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Laura, espero de corazón que tu mamá se recupere para que volváis a estar juntas.

Juan Carlos
Ávila

Anónimo dijo...

Laura, espero de corazón que tu mamá se recupere y volváis a estar juntas.

un beso
Juan Carlos
Ávila