lunes, 8 de abril de 2013

¿Renacemos a la ternura?


Necesito inspiración.  Estoy en blanco.  Después de maravillosos días en Chile, con cumpleaños incluido, y la internación de mi padre (está mejorando de su neumonía), muchas cosas me dan vueltas, pero me senté a último momento a escribir este Boletín y no se me ocurre nada… socorro!!!

Observo que están pasando situaciones extremas (las inundaciones en mi país, por ejemplo) y no está pasando nada.  Todo al mismo tiempo.  Ciertos acontecimientos, tanto personales como sociales, nos golpean y exigen respuestas transformadoramente profundas.  Otros se tardan más de lo que queremos tolerar. 

Entre medio de lo que logremos crear o ayudar a crear y de lo que debemos esperar, me pregunto qué es lo que sí podemos hacer y, sobre todo, cómo realizarlo: una pregunta que pocos se hacen en el fragor de la coyuntura.

Acostumbrados a lo que no está pasando, a lo que no somos, no tenemos, no podemos, en definitiva, a nonearnos (¿a nadie se le ocurrió inventar este verbo, que es tan actuado?!), nos perdemos de sísearnos (suena lindo…) y de contar las bendiciones.  Estamos repletos de ellas y, si las apreciamos y agradecemos cada día, crecerán y atraerán más bendiciones.  Además, como escribí una vez, si crees que algo le falta al mundo para que seas feliz, ten en cuenta que es justamente eso que tú traes para entregar, así que despierta tu potencial y date y dale al mundo tu preciosa contribución.

Cómo concretarlo es una decisión fundamental.  Cuando las cosas se ponen feas o tardan, tendemos a reaccionar erradamente, a dramatizar, a hacer demasiado o lo que no corresponde, a maltratarnos, a desear que suceda cualquier cosa de cualquier forma, y, lamentablemente, el universo suele darnos lo que pedimos o de acuerdo a nuestra energía del momento.

Pocas veces, nos paramos a considerar qué pensamientos pueblan nuestra mente, qué emociones alberga nuestro cuerpo, qué incitamos con nuestra conducta diaria.  Sin embargo, todo eso constituye el material de la creación.  La inconciencia es la madre de las repeticiones y los problemas. 



¿Haces un alto, respiras, sientes el cuerpo, las piernas conectadas a la Tierra y el torso al Cielo, detienes los pensamientos con una voz de verdadera autoridad interna?  Este momento es único.  Tú eres único.  Cálmate, céntrate.  Dile a los aspectos de tu Ego que se callen un rato.  Haz silencio un minuto.  Permite que tu Alma se comunique (no grita, susurra con cálidas y firmes palabras o te muestra imágenes o te provoca sensaciones).  Puede tardar, no estás acostumbrado todavía.  Persiste hasta que lo logres.  O estudia las señales, todo lo que te rodea te manifiesta el camino. 

Cuando pides ayuda a tu Ser Superior o le “tiras” un problema, no te estás lavando las manos.  Estás acudiendo a otro aspecto de ti, uno que tiene el panorama completo y las conexiones necesarias.  Cuando aparece la solución, no te desdigas ni huyas, pon el cuerpo y hazlo, afírmate y disfruta el proceso de fluir con el universo.

Mientras esto pasa, cesa de maltratarte.  Mímate, valórate, ten paciencia, sé constante, trabaja todos los días un poco, festeja tus éxitos y deja pasar tus bajezas.  Últimamente, se me está apareciendo mucho la ternura.  ¡Cómo nos falta y cuánto nos ayudaría!  Aprendamos a ser tiernos con nosotros mismos, como si fuéramos bebés comenzando el camino de la Luz, y prodiguemos ternura a los demás, ya que todos estamos en la misma senda. 

Al final, llegué al final.  Esto se me ocurrió.  Me alegra el resultado…  Dios/Diosa nos ama tiernamente…  Abramos el corazón a recibirla.

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