lunes, 9 de enero de 2012

¿Te cuentas una historia maravillosa?

Érase una vez… una niña dulce e inocente, que creía en los cuentos de hadas, pero lamentablemente se encontraba en el hogar equivocado, donde sus padres no la valoraban y la comparaban con sus hermanos mayores, que eran crueles con ella. Al crecer, se sintió inadecuada e incapaz y aceptó casarse con un hombre común y banal, que tampoco la apreciaba, por lo que se dedicó a soñar con su príncipe azul, el que la salvaría de tanta desdicha…

Gracioso, ¿no? Normal, diría yo. Todos nos contamos historias tristes y las usamos como excusas para la pobre vida que llevamos. Estas historias son interpretaciones de lo que sucedió. Sacamos un poco de esto, agregamos un poco de lo otro, exageramos bastante algo, nos victimizamos apropiadamente, echamos unas cuantas culpas afuera y ¡listo!: tenemos para entretenernos el resto de la existencia.

Digo interpretaciones porque cada uno de nosotros tomó determinados aspectos de los padres con los que se sintió identificado o rechazado para construir una elaboración del vínculo y de las circunstancias que atravesó. Si le preguntáramos a cada hermano sus vivencias con cada padre, lo más probable es que nos contaran versiones distintas de un mismo hecho. Esto es porque cada padre activa en cada hijo sólo las facetas que acordaron trabajar en esta encarnación. A veces, puede darse que todos los hijos (o la mayoría) están elaborando un mismo tema, que es crucial para la evolución de todos los involucrados.

Sea como sea, estos aspectos y situaciones son elecciones del alma y siempre están acordes a nuestras posibilidades. Traemos tanto las herramientas concientes para resolverlas como el potencial inconciente, que debe ser descubierto y concretado. Nadie nos “tiró” a este planeta, débiles y pobrecitos. Así nos gusta presentarnos, pero la realidad es que somos seres potentes y creativos, llenos de recursos presentes y latentes.

¿Cómo reviertes tu historia triste en una historia maravillosa? Dándote cuenta de que todo tiene un significado oculto, una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Si puedes ver cada aspecto de tu vida como una señal que tu alma te envía para manifestar la belleza, el valor, el poder, la sabiduría, la alegría, la abundancia, el amor, lo que sea, podrás apreciar el precioso calidoscopio que has creado para expresarte en este cuerpo, en este tiempo, en este lugar.


¿Una ayuda? ESCRIBE UNA AUTOBIOGRAFÍA POSITIVA.

• Cuenta, animadamente, los hechos más hermosos, notables, motivantes, tiernos, divertidos, emotivos que marcaron tu vida. No escribas ninguna experiencia negativa o “buena, pero”, porque de esa manera la estás diluyendo.

• Rescata de los momentos difíciles el valioso aprendizaje que ellos significaron para ti. Si nunca lo pensaste así, comienza a hacerlo.

• Puedes empezar desde antes de tu nacimiento (cuando tus padres se conocieron) y relatar hasta el día de hoy. Si hay cosas que no conoces, averígualas o... ¡invéntalas!

• La memoria es completamente subjetiva: si te contaste una historia llena de desgracias y problemas es porque no estás valorando todo lo bueno, enriquecedor, solidario, valiente, bello que también has vivido... y que puedes vivir.

• Una parte fundamental: ¿cómo deseas que continúe? Escribe tu futuro en presente, como si fuera hoy, como si YA lo estuvieras viviendo:
- cómo es tu día,
- con qué personas te relacionas,
- qué trabajo tienes,
- cómo te sientes,
- qué actitudes tienes,
- cómo usas los recursos que posees,
- qué potencial desarrollas.

• Hazlo tan corto o largo, simple o complicado como quieras, pero involúcrate de cuerpo y alma con tu relato. Cuanta más pasión pongas y más claramente lo veas, más rápidamente será real. No escribas cómo llegar allí, ni algo cerrado y “seguro”: deja que la Vida te vaya sorprendiendo con cosas mejores que las que pudiste soñar.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado… Ahora, ¡no te duermas!

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