martes, 2 de junio de 2009

De experiencias y palabras

Marita, de Tucumán, me escribe acerca del último TIP: “me interesó especialmente por la física cuántica que me parece nos abrirá los ojos a muchas realidades desconocidas para nosotros. El tema bravo es que están descubriendo tantas cosas que los científicos no pueden expresarlas porque no hay palabras para ello. Como son realidades que no conocemos, no tenemos las palabras para hablar de ellas, para describirlas. Preocupante y a la vez fascinante, ¿no te parece?”.

Le respondo “Es interesante lo que comentás porque, justo el otro día, un paciente me decía eso: que las palabras ordinarias no podían dar cuenta de ciertos estados o relaciones, pero que la física o la matemática sí lo hacían. Ciertas realidades serían “explicables” sólo a través de los números, pero no de las palabras. Por eso, él era escéptico acerca de lo que decían las religiones o las filosofías porque no eran capaces de expresarlas”.

En Trelew, otra paciente me decía que, cada vez más, las ciencias estaban ocupando el lugar de descripción de la realidad y que hacían complicado la comprensión a quien no estuviera al tanto de ellas. Si la física cuántica o la computación, por ejemplo, expresaban en ciertas palabras todo un cúmulo de información accesible sólo a un experto, los demás quedábamos afuera. Esto pasa también con la filosofía u otras ramas humanitarias, como la psicología, pero ella decía que es mucho peor con las ciencias duras.

Las experiencias en sí no son totalmente manifestables en palabras. Como le dije a mi paciente: “¿cómo me describís el sabor de una manzana?”. Si algo tan aparentemente simple es difícil, cuánto más lo es eso que sucede en otras dimensiones. Él decía que los grandes escritos de la antigüedad habían expuesto ciertos estados o sistemas de acuerdo a las palabras y el nivel mental de las personas de su tiempo. A medida que evolucionamos, van quedando obsoletos. Entonces, ¿por qué creer lo que dicen ahora? Nunca llegaremos a encontrar las palabras ciertas.

Mi respuesta fue que confiara en lo que ÉL sentía, que se internara en su propio Ser y que encontrara la verdad que lo saciara a él. Unas cuantas veces he tenido experiencias extraordinarias, en las que he sentido la perfección inherente en la Creación. Jamás he podido luego expresarlo, pero me ha servido enormemente. Finalmente, las palabras no son más que símbolos de las vivencias. Maravillosos (un poeta lo puede atestiguar) pero limitados.

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