lunes, 25 de marzo de 2013

Los 10 errores espirituales más comunes


Cuando comenzamos a transitar el camino espiritual, buscamos la perfección en nuestras vidas. Tratamos de mejorar nuestro carácter, costumbres, ideas, alimentación, y hasta la vida social. A veces, hacemos sacrificios con el fin de alcanzar una vida más plena y feliz; sin embargo, muchas veces no llegamos al estado de éxtasis o plenitud que anhelamos.  La decepción puede llevarnos a rechazar la disciplina que habíamos emprendido, o en el peor de los casos, puede desmoralizarnos a tal punto de pensar que Dios se ha olvidado de nosotros. Cualquiera sea la reacción, ésta sólo nos está señalando que hemos cometido un error. Y un error puede ser corregido. 

El Universo funciona como una gran computadora: hay que saber presionar las teclas adecuadas para obtener lo que se desea. Cuando no lo estamos haciendo, la computadora se detiene, espera fría y silenciosamente la señal eléctrica correcta. El Universo tiene sus teclas y la metafísica nos enseña. ¿Cuáles son? Algunas escuelas esotéricas han tergiversado estas enseñanzas, quizá sin ninguna mala intención, con lo que han llevado a muchas personas a cometer errores y a frustrarse en sus expectativas. 

Algunos de los errores más comunes son los siguientes:

1. ENVOLVERSE EN UNA BURBUJA DE PROTECCIÓN, O EN UNA LUZ, O EN COLOR, O EN ÁNGELES, O EN CUALQUIER OTRA FORMA QUE PROTEJA DE LOS PELIGROS QUE EXISTEN AFUERA.
Lo único que logra este tipo de ejercicio es fomentar la idea de que algo externo puede tener más poder que nosotros. Nuestra mente percibe que hay algo allí afuera que puede, por ejemplo, lastimarnos o hacernos daño. Pero, según las enseñanzas espirituales, TODO ES DIOS; por lo tanto, nada puede hacernos daño. 

En realidad, debería practicarse algún tipo de ejercicio de reconocimiento de la seguridad personal. Este ejercicio podría decir: "Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo, estoy rodeado de hermanos, vivo en el mundo que Dios ha creado y sólo veo amor en todas partes". En síntesis, al elegir qué ejercicio mental o meditación hacer, se deberá buscar aquel que nos recuerde la naturaleza divina de la vida y no el peligro que percibe nuestro ego.

Muchas personas creen que repitiendo ciertas afirmaciones pueden transformar su situación personal, lo que encierra un error. No son los pensamientos lo que determinan nuestra realidad sino nuestras creencias. Solamente los pensamientos que hemos interiorizado y tomado como nuestra verdad son los que se manifiestan. Dicho de otra manera, aquello que sentimos internamente que es así es lo que toma forma en el mundo externo.

La mente humana produce un promedio de 60,000 pensamientos diarios, la mayoría de los cuales son negativos. Las afirmaciones son necesarias para lograr implantar una creencia nueva en nuestra mente subconsciente y la repetición de estas afirmaciones es un procedimiento adecuado, pero hasta que no le agregamos la emoción o sensación que acompaña a esa idea, no la interiorizamos como una verdad dentro de nosotros.

La repetición de palabras carentes de emoción no es efectiva. Por lo tanto, si yo repito: "Vaya donde vaya, estoy siempre a salvo", pero no me siento realmente seguro, de nada me servirá. Es necesario seleccionar ejercicios mentales, meditaciones o visualizaciones que fomenten las creencias de paz, armonía y prosperidad.

2. ENVIAR LUZ A OTROS PARA QUE MEJOREN
Se puede enviar luz o energía a otras personas para que se curen de cierta enfermedad, para que mejoren su situación económica, su vida afectiva, y demás. La mayoría de estos ejercicios se parecen más a una forma de manipulación que a una verdadera ayuda espiritual. Primero y principal: si se va a ayudar a otro, hay que asegurarse de que la persona lo pida y lo necesite. Si esto no se da, tenemos que trabajar con lo que estamos percibiendo, porque el problema es algo personal que nos atañe a nosotros mismos y no a la persona que está sufriendo.

La mayoría de los problemas son sólo momentos de prueba que está viviendo un individuo; son necesarios y muy útiles para el despertar de su conciencia. Nunca sabemos en realidad desde afuera cuán importante puede ser para cada persona la situación que está atravesando en determinado momento. Podemos percibir esa situación como algo terrible, doloroso, injusto o innecesario, pero cualquiera sea nuestra interpretación, nunca será correcta ni completa.

El enviar la luz a la persona podría acelerar o entorpecer su ritmo personal. Nuestra intervención es innecesaria y, la mayoría de las veces, no es más que un deseo egoísta de que la persona resuelva rápido su problema porque éste nos despierta angustia o dolor. Personalmente, recuerdo que una vez se acercó un amigo íntimo a decirme que estaba muy preocupado por mi situación. Yo le respondí que su preocupación no me ayudaba, que si realmente quería hacer algo bueno por mí, tenía que confiar en mí y saber que mi Guía Interior me revelaría en el momento adecuado lo que yo necesitaba hacer.

En lugar de enviar luz a otros cada vez que veas una situación difícil, comienza por enviarte luz a ti mismo para que tu Guía Interior te haga ver la Verdad que está operando en dicha situación.

3. CREER QUE VAMOS HACIA DIOS, QUE EVOLUCIONAMOS ESPIRITUALMENTE
No vamos hacia Dios, YA ESTAMOS EN DIOS. Todo lo que nos rodea forma parte del gran cuerpo universal de Dios. No evolucionamos espiritualmente. Nuestro Espíritu es Perfecto y Completo; no puede ni tiene que evolucionar.

En realidad, es un problema semántico, ya que la evolución espiritual no existe. Lo que queremos significar con eso es el despertar de nuestra Conciencia a esa perfección y cuanto más rápido lo hacemos, más plenos y felices vivimos.

Tal vez el error provenga de las enseñanzas religiosas que nos dicen que Dios está en el cielo, como si nosotros estuviéramos separados de Él. Nosotros y el cielo somos UNO, y debemos aprender a reconocerlo y a vivenciarlo; en eso consiste nuestra Evolución de Conciencia o Despertar Espiritual.

4. ANGUSTIARSE O PREOCUPARSE CUANDO HAY UN FAMILIAR ENFERMO O ATRAVESANDO ALGÚN TIPO DE CRISIS
En nuestra cultura está bien visto que uno se aflija o sufra a la par de sus seres queridos; sin embargo, eso sólo aumenta el pesar. Si interpretamos nuestro pesar desde otro nivel, esto significa que creemos más en el poder de la enfermedad o la crisis que en la solución.

Cuando te afliges por la enfermedad de un ser querido, agravas esa enfermedad, le das más fuerza y poder. La solución es hacer un esfuerzo personal y reconocer que, más allá de nuestro entendimiento, hay una Inteligencia Superior que está actuando y que tiene el poder de restaurar completamente a nuestro ser querido, si así lo desea dicha persona.

Lo mismo ocurre con cualquier tipo de problema o crisis. Si nos afligimos, es porque nuestro ego ha aceptado que hay una fuerza más potente que el Poder Divino.

5. CREER QUE UNO HA SIDO ELEGIDO POR DIOS
Muchas personas que estudian en escuelas esotéricas se sienten especiales y evolucionadas. Sienten que Dios los ha conducido al lugar adecuado para su crecimiento y evolución; que la información que va a recibir es muy importante y no puede divulgarse a personas que no están tan evolucionadas, porque no tienen la capacidad para entenderla o para darle un buen uso.

Esta presunción se convierte en una forma de arrogancia, nada espiritual, que nos hace pensar que somos privilegiados, especiales, elegidos, y que los demás están descarriados o perdidos en la vida.

Esta forma de arrogancia también se ve en las religiones que se sienten propietarias de Dios. Si uno no sigue su culto, está perdido. En el Universo existe un solo Dios y es el mismo para Todos. Los humanos inventan diferentes maneras de rendirle culto, crean dogmas y doctrinas, pero, en esencia, todos adoramos al mismo Dios.

Todos somos iguales ante los ojos de Dios. Para Él, nadie está más adelante ni más atrás. Nadie vale más ni menos. Cualquier interpretación y clasificación como ser especial corresponde al terreno del ego humano y no al terreno de lo divino.



6. SACRIFICARSE POR OTROS
No hay nada más inútil e insatisfactorio que sacrificarse por los demás. 

Las tareas que se hagan por los demás deberán hacerse con amor o, de lo contrario, evitarse. Todo lo que se hace con amor es placentero; por lo tanto, no pesa ni molesta. Por el contrario, todo lo que se hace con sacrificio genera presión interna, rencor, enojo, molestia y, a veces, hasta odio. 

El sacrificio por los demás está aprobado socialmente y es muy bien visto. Uno puede sacrificarse, por ejemplo, por los hijos, por los padres, por la pareja, por la profesión, por los niños desamparados, por alguien enfermo, por la institución religiosa a la que pertenece, por la empresa que da trabajo. La lista podría ser interminable y no es más que un muestrario de la acción equivocada de nuestro ego.

El sacrificio va muy de la mano con la manipulación. Por ejemplo, una madre que ha dejado su vida de lado por los hijos, tarde o temprano, usará su postura como válida para exigir algo de ellos; el novio o novia que cambia su rutina y deja de hacer ciertas actividades por el otro tratará después de exigir lo mismo.

La próxima vez que vayas a sacrificarte por alguien, pregúntate primero si ese alguien te lo pidió. La actitud de mártir no lleva hacia Dios como muchos creen, sólo el camino del amor. Haz las cosas con amor o no las hagas.

7. DEPENDER DE AMULETOS, ESTAMPAS RELIGIOSAS, CRISTALES, VELAS, IMÁGENES, O CUALQUIER OTRO TIPO DE ELEMENTO
Es cierto que los materiales tienen su propia energía y que el contacto con ellos (en especial, con ciertos cristales cuarzos) produce cambios en nuestra vibración personal y que pueden ayudarnos en el proceso curativo. También es cierto que algunas figuras, imágenes y colores producen reacciones psicológicas que nos estimulan; a veces para bien, otras para mal.

Las estampas religiosas y otros objetos, tales como cadenas con cruces, estrellas de David y demás nos recuerdan nuestras posturas espirituales. El problema es que la mayoría de estos elementos se convierten en amuletos y les damos más poder del que en realidad tienen. 

Hay personas que se sienten indefensas sin su cruz, la estampita de su santo protector, su cristal preferido o cualquier otro amuleto de su preferencia. El amuleto pasa a ser Dios. Vivir pendiente de un objeto es limitar la Presencia Divina a ese objeto. Dios es Omnipresente: está aquí, allá y en todas partes.

Lo peor sucede cuando una persona extravía su amuleto o éste se le rompe. La mayoría de las veces esto se interpreta como un presagio de que algo malo va a suceder. Esta idea es producto de creer que la persona se encuentra sin su protección y que, en consecuencia, las energías negativas pueden afectarla.

Vivimos en un Universo Mental. Todo lo que Creemos se hace Realidad. ¿Por qué no creer entonces que el mejor amuleto con el que cuento es mi Naturaleza Divina? Nadie ni nada puede despojarnos de lo que somos realmente.

8. CREER QUE UNO PUEDE GUIAR A OTROS O QUE PUEDE SER GUIADO
Sentir que gracias a uno otras personas se iluminan o, al revés, que la presencia de otros nos devuelve la luz es pura ilusión del ego. La verdadera Guía es Interna, es tu Intuición, la Voz de tu Espíritu. Muchas veces esa voz coincidirá con lo que escuchas de afuera y pensarás que alguien te está guiando. Pero, apenas aceptes a alguien como tu ídolo, comenzarás a fabricar tu propia decepción. Ocurre lo mismo si alguien te ha entronizado y te ha tomado como líder; en algún momento los problemas de tu vida personal lo decepcionarán.

Todos aprendemos y enseñamos al mismo tiempo. Por tal motivo, es conveniente mantener una actitud receptiva hacia las señales que recibimos de nuestro entorno y ver qué resonancia producen en nuestro interior.  No eres el salvador ni la guía de nadie. Ninguna vida depende de tus conocimientos ni de tus esfuerzos. Esto es cierto también al revés. Nadie te rescatará ni te salvará, excepto tú mismo.

El mejor Guía con que contamos está dentro de Nosotros. Nos habla con voz suave y paciente, sin obligarnos a nada; nos indica siempre el camino más corto y más feliz, nos da la idea más adecuada y la respuesta que racionalmente no podemos encontrar.

Por eso, es conveniente practicar meditación y ejercicios de relajación para poder escuchar esa voz. Si vives de prisa, tenso, angustiado y con un ritmo acelerado, seguramente no oirás la voz de tu intuición y buscarás guías externas.
Hay personas que son muy positivas y estimulantes, y podrán ayudarte en un principio. Evita idolatrarlas y evita también ser idolatrado. Recuerda siempre que la Guía más válida y acertada está siempre dentro de ti.

9. CREER QUE LOS MAESTROS ESPIRITUALES SON AQUELLOS QUE NOS PROVEEN DE LA INFORMACIÓN TEÓRICA
Tendemos a caer muy fácilmente en la creencia de que las personas que nos enseñan son adelantadas y que ya han superado muchas pruebas en su vida. En algunos casos, esto es totalmente cierto; en otros, no. El hecho de que una persona transmita una determinada información no la coloca en un grado superior. Debes recordar que cualquier forma de idealización o selectividad corresponde al terreno del ego.

Los verdaderos Maestros espirituales son aquellos que nos ponen a prueba y vienen disfrazados de hijos, padres, jefes, amigos, enemigos, animales, plantas y demás.  Son aquellos que nos traen problemas. Ellos son los que realmente nos enseñan las lecciones que tenemos que aprender porque nos ponen a prueba.

Todas las religiones del mundo enseñan que Dios es Amor, que vivir con Dios significa expresar Amor a los demás. Algunas personas asisten a templos, iglesias, o escuelas esotéricas, donde reciben esta información, pero luego van a sus casas y se pelean con sus familiares, critican a sus vecinos, odian a sus jefes, a los políticos, a los animales, a individuos de otras razas o culturas. Ellos todavía no han aprendido la lección y la vida los llevará a enfrentarse una y otra vez con la misma situación o persona hasta que aprendan a mostrar amor.

Haciendo una comparación con la enseñanza tradicional, los líderes espirituales o religiosos son los libros que nos dan la información; las personas que nos traen problemas son los Maestros que nos toman el examen para ver si pasamos la prueba o no.

Existe una Ley en el Universo: Todo lo que nos molesta, complica, enreda, o todo lo que odiamos, se nos pega. Esto ocurre hasta que aprendemos a amar la situación. Entonces, ese problema o esa persona se convierten en el maestro espiritual de ese momento.

10. CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR CUALQUIER OTRA EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL
Esta creencia nos lleva a una gran represión de la ira y de los enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor, crítica o rechazo. 

Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos las sensaciones y las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy placenteras, otras no.

El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer. Uno puede saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede evitar enojarse.

En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o angustiarse, pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho entrenamiento, hay momentos en que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los que nada puede calmarnos. Una vez que aparece el enojo, lo mejor es descargarlo de la manera más positiva posible. Es mucho peor reprimirse e intentar decir: Todo está bien en mi mundo, cuando uno internamente está sintiendo el deseo primitivo de querer atacar a alguien.

La mayoría de las personas que transitan el terreno espiritual son muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente de sus vidas este tipo de reacciones. Esto no resulta desacertado pero se logra a través de un proceso. Sé amable contigo mismo y, de vez en cuando, date el permiso necesario para maldecir, golpear un almohadón, gritar, llorar y expresar, como mejor te resulte, todas las emociones negativas que te toca vivir.

La mayoría de los errores aquí enunciados están generados por la actitud crítica de nuestro propio ego. El ego no puede desaparecer porque necesitamos de él para actuar en
este plano. La solución es ponerlo alineado con nuestro Espíritu.
Amablemente, le podemos decir al ego que: "A partir de ahora, deberá seguir las indicaciones de un nuevo Maestro amoroso, amable, paciente y permanente, que nunca juzga y que sabe que siempre estamos haciendo lo mejor". Si seguimos las indicaciones de nuestro Maestro Interior, nunca podemos fallar.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Tire y empuje


Me sentí identificada con este capítulo de la novela “Dirección contraria”, de Eduardo Pavlovsky, porque yo también tengo esa duda ante las puertas… y porque suelo cuestionar todo como Poroto…



A veces Poroto se detenía en los bares en la puerta de entrada largos ratos.  Le costaba mucho entender el significado de las palabras tire y empuje sobre las puertas de entrada. Nunca acertaba entrar a un bar. Se pasaba un gran tiempo mirando a la gente entrar y salir con facilidad por la puerta.  Sabíamos ya que por sus características las puertas eran un lugar fundamental y privilegiado en su vida. La salida. El centro del conflicto se desplegaba cuando enfrentando a una puerta que decía tire Poroto espontáneamente intentaba empujarla cuando en realidad tire es la palabra que para la mayoría de la gente significa que hay que acercar a la puerta en dirección al cuerpo. Su opuesto es empuje y sobre esto no tenía ninguna duda.  Había que empujar. Un día arrojó una tacita de café al aire en dirección a la caja registradora mientras gritaba. “Estoy tirando una taza de café y al tirarla la arrojo fuera de mi cuerpo hacia afuera”.  El dueño del bar atónito le contestó que sus argumentaciones no le importaban y no las comprendía pero que si no pagaba la taza y se disculpaba iba a ir preso. “Yo tiré la taza de café hacia afuera pero sin embargo en la puerta dice tire y yo tengo que presionar la puerta hacia adentro.  ¿Se da cuenta de la tremenda contradicción? Tire para mí es arrojar desde mi cuerpo o brazo hacia afuera sin embargo cuando en la puerta de salida dice tire usted exige que uno la traiga en dirección al cuerpo de uno. ¿Qué significa entonces tire ha pensado alguna vez?”. Hubo una posterior discusión entre los parroquianos que se levantaban y mirando los carteles de tire y empuje abrían y cerraban las puertas discutiendo entre ellos las palabras de Poroto. Alguno de ellos un joven pelirrojo le dio la razón y propuso modificar la palabra tire por empuje hacia adentro. En realidad hasta ese momento nadie había discutido los carteles pero Poroto era capaz de cuestionar todo lo que se aceptaba por dado y hacer reflexionar a la gente sobre lo que se estipulaba y aceptaba sin pensar. Desde ese día en ese bar muchos comenzaron a equivocarse al leer las palabras tire y empuje nunca las palabras de Poroto dejaban de ser indiferentes a la gente esa tarde para un gran sector del bar era un loco vulgar el arrojo de la taza fue percibido como el acto de un anormal. Sin embargo para el otro cincuenta por ciento las actitudes de Poroto eran entendidas de otra manera. Como alguien que enfrentado a la rutina inconmensurable de la vida lanzara un grito de rebelión. “Piensen lo que obedecen como obvio”, parecía gritarles Poroto y según él muchas veces esos pequeños gestos sin sentido tenían el valor de convertirse en acontecimientos porque como un “diapasón vibratorio” muchas personas comenzaban a pensar en otras cosas de la vida que no cuestionaban. La puerta dejaba de ser puerta lo obvio dejaba de ser obvio la orden dejaba de ser orden y toda una vida se ponía así en cuestionamiento. Ese era el valor intrínseco de Poroto y era ese precisamente el error de Uriarte de haberlo clasificado como esquizofrénico. Más allá de sus conductas bizarras Poroto siempre producía inteligencia en cada intervención. Por eso Willy lo defendía aunque aceptaba que la forma de sus intervenciones a veces podía ser considerada como extraña para la mayoría de la gente normal. Un día Poroto en los días de militancia le había dicho a Willy en una de las tantas noches de diálogos interminables. “La gente normal es la que duerme la vida. Pensalo la gente normal es la que duerme la vida” cuántos tire y empuje decía Poroto aceptamos sin cuestionar hasta convertirnos siempre en alumnos obedientes. Por otro lado Poroto decía que sin arrojar la taza no hubiera habido discusión ni cuestionamiento entre los parroquianos porque las palabras eran fácilmente rebatibles y el que tenía el poder siempre las sabía imponer mientras que la acción muchas veces intentaba nivelar las diferencias creando desconcierto en el poderoso desequilibrando las fuerzas y entonces decía Poroto ya la tacita de café arrojada para justificar un simple razonamiento se convertía allí en miles de tacitas cuestionadoras que resonaban por todos los costados.

lunes, 18 de marzo de 2013

¿Te sales del corralito?


En la película “La verdad sobre perros y gatos”, el personaje de Janeane Garofalo, luego de innumerables citas fallidas, le comenta a una amiga que, a esa altura, el único requisito que pedía en un hombre era: “que sea mamífero, con eso me conformo”.  Divertido como resulta, la realidad es que muchos nos terminamos satisfaciendo con la más mínima de las expectativas… y eso no es muy divertido…

A fuerza de luchar con nuestras propias oscuridades e ilusiones, además de con las de los otros, terminamos viviendo en el sótano del castillo en lugar de explorar las maravillosas habitaciones de las que disponemos.  El problema, en principio, está en luchar contra nosotros mismos y contra el mundo, más que en las carencias de las que nos creemos tan castigados.

Mirando personajes inventados en la televisión y comprando productos que nos venden cambios fabulosos, reforzamos el modelo idealizado de nosotros mismos que construimos en la niñez y adolescencia para atemperar el sufrimiento y obtener amor, reconocimiento, apoyo o lo que hayamos necesitado.

Nos avergonzamos de cómo somos, nos vemos llenos de anomalías y carencias, nos victimizamos con las experiencias infantiles, echamos culpas afuera, privilegiados el lado B de la Vida, nos regodeamos en el negativo en lugar de apreciar la foto.  No es raro que, cuando le pregunto a un paciente sobre sus defectos, lo tenga que parar porque no cesa de castigarse.  Al contrario, cuando le pido sus cualidades, se queda mirando el piso, silencioso. 

Nos han criado en las críticas y los castigos.  En etiquetarnos por lo malo.  Así, sólo vivimos el lado cruel y negativo de la vida, en lugar del lado amable y positivo.  Nos vamos encerrando en un corralito, seguro, conocido y confortable.  Con el tiempo, resulta incómodo y asfixiante.  Es como con las experiencias traumáticas de la infancia: las consideramos castigos eternos, estigmas abiertos por siempre, en las que también nos recluimos.

Ese no es el juego.  El juego del Alma es buscar experiencias para crear y danzar en el universo, por lo que construye el muñeco del Ego y lo pone en una determinada obra, para disfrutar corriendo continuamente las limitaciones, para sanar las heridas porque en ellas están los aprendizajes y potenciales. 

Cuando te puedes mirar desde esta perspectiva, descubres un mundo increíble para explorar y expandir.  Te desapegas de la emocionalidad y de los pensamientos repetitivos, saltas los corralitos que te impusiste y te das cuenta de que es una aventura infinita.  Dejas de despreciar quién eres y te aceptas en la multiplicidad de un caleidoscopio polícromo. 

Esa monótona mediocridad irrespirable desaparece porque accedes a una presencia radiante, que descubre en cada pequeño acontecimiento una posibilidad para desarrollarte, en cada persona un espejo revelador, en cada momento la eternidad


Sentada en un café, mirando las barrancas de Belgrano, con música francesa y murmullos de fondo, con la suave luz de un día otoñal en el fin del verano, cada persona me refleja en las decenas de aspectos que me configuran.  Me veo compasiva, fea, gorda, alegre, hermosa, agresiva, triste, paseando, apurada, observando…  Todos jugando el juego del Alma, siendo uno en todos y todos en uno.  El milagro está al alcance de la mano, cuando corremos el velo y descubrimos lo extraordinario bajo lo ordinario.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Atomizada

A veces, tengo episodios de presión ortostática. Cuando cambio bruscamente de posición (sobre todo si estoy agachada y me levanto), me baja mucho la presión, a punto de casi desmayarme. Aprendí a controlarlo respirando.


El lunes, viajando en tren, estaba ensimismada leyendo y, de pronto me doy cuenta de que ya estaba llegando a la estación en que me bajaba. Me levanté apresurada y me bajó la presión. Mientras respiraba, tomada de un pasamanos, me daba la impresión de que estaba reagrupando mis átomos, recordándoles quién y cómo era yo y adónde estaba. Esto, que parece loco, es en realidad lo que hacemos todos los días cuando nos despertamos... ¿no es loco realmente? :-)

lunes, 11 de marzo de 2013

Danzarín estelar


La Tierra, Queridos, no fue creada para ser una “prisión” ni una “escuela”, donde estuvieran exiliados y en la que tuvieran que “aprender” hasta que pudieran escapar y regresar a casa. La Tierra es una joya preciosa que fue creada para ser un Proyecto Colectivo y una Obra de Arte para Creadores y Artistas que trabajaran con el Espíritu. El privilegio de estar en la Tierra y participar en la Danza de la Evolución en este Espacio Sagrado es una Gran Bendición. Es sólo cuando despierten el Espacio Sagrado y la Llama Divina del Amor en su interior, que realmente podrán ver el Espacio Sagrado que es la Tierra.

Querida Familia de Luz, a medida que se adentren en esta Nueva Realidad, y asuman su plena expresión del Ángel Humano que son en la Conciencia Superior, también comenzarán a sentir y experimentar la energía de vida de una forma diferente.  En los últimos años, a medida que despertaban, empezaron a recordar que eran “semillas estelares”, o como nosotros preferimos llamarlos, “hijos de las estrellas”. Ustedes vinieron de las estrellas y estaban aquí en la Tierra con un propósito específico, que llamaron su “misión”. Siempre fue divertido para ustedes tratar de recordar qué sistema estelar era el suyo y dónde estaba su hogar en las Estrellas. Ahora, les decimos, que antes de tener un hogar dentro de un sistema estelar, ustedes eran simplemente Danzarines Estelares.

¿Qué significa eso? Significa que eran Pura Energía y Luz, Conciencia Pura, y que danzaban en el Cosmos con la Música de la Creación. Eran parte de la Gran Danza de la Creación y simplemente fluían con la Música de la Creación. Eran un Canal para la Luz Divina y expresaban Luz Divina.  Así pues, Queridos, antes de tener una “misión”, su propósito era simplemente expresar la Luz Divina y Danzar con la Música de la Creación.



Podemos explicarlo de otra manera… cuando entran en la energía del Danzarín Estelar, están expresando un aspecto de la Energía Femenina de Dios o lo Divino. El Danzarín Estelar fluye en la Luz y simplemente recibe los impulsos de la Luz y la Música, y danza o permite que la Luz dance a través de él. La Semilla Estelar, por otra parte, con su enfoque en una “misión” específica y sus responsabilidades, está enfocando el aspecto Masculino Divino, con su necesidad de crear activamente y lograr en el ámbito material.

Por supuesto, ellos no están separados, sino que se unen en la Hermosa Danza del Alma Gemela Cósmica, donde el Danzarín Estelar fluye con la Energía de la Luz Cósmica y lo expresa en su Trabajo y Misión de Vida como Semilla Estelar. Las dos energías se juntan y expresan el Yin y el Yang de la Luz Divina.

Queridos, en esta Nueva Realidad, comenzarán a sentir el surgimiento de su “Identidad Cósmica”, donde las energías del Danzarín Estelar y de la Semilla Estelar se mezclan para expresarse a través de USTEDES y de su Vehículo Físico en este Espacio Sagrado llamado Tierra. Aprenderán cómo fluir con la Luz y el Amor, y cómo ser parte activa y responsable de Crear y manifestar la Nueva Realidad a través del Espacio Sagrado.  ¡Les deseamos mucha Alegría en la Danza de la Vida!
Arcángel Miguel a través de Celia Fenn

viernes, 8 de marzo de 2013

8 de Marzo


Un buen momento (como cualquier otro) para comenzar a preguntarnos ¿Qué es Ser Mujer? Las respuestas moldearán nuestra vida y la de la Tierra...

miércoles, 6 de marzo de 2013

Un divague

Hace tiempo, estoy observando algunas “casualidades” que me llaman la atención;  cosas tontas, pero que suceden sincrónicamente.  Por ejemplo: el edificio está quieto, en silencio; salgo a tomar el ascensor y dos personas más salen al mismo tiempo.  Voy a la terraza a descolgar ropa (malvestida) y, justo la otra consorcista que también tenía ropa, se le ocurre ir.  Mi vecino de al lado saca a pasear al perro o sale a hacer compras, en el mismo momento en que yo salgo; esto ya se ha hecho una costumbre tan repetida que hacemos bromas al respecto.  Estoy esperando en un lugar y veo cómo, de golpe, entran muchísimas personas; se van, pasa un rato casi sin nadie y de nuevo aparece una multitud.


Pensando en esto, me acordé de la Ley del Ritmo del Kybalion: “Todo en el universo fluye y refluye. Todo es como la marea que sube y baja. Todo tiene sus períodos de avance y retroceso. Todo se mueve como un péndulo, la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma de su movimiento hacia la izquierda. El ritmo es la compensación”.  


Puedo percibir esto en mi vida y en la de otros muchas veces, aunque nos resistimos porque, inconcientemente, queremos que todo suba continuamente, en lugar de subir y bajar.  También, es común en los grandes procesos sociales y políticos: todo tiene su ascensión, apogeo y caída.  Pero, es más difícil de descubrir en los sucesos de la vida cotidiana.  Igual, me encanta pensar que hay un ritmo divino atrás del ruido caótico de una gran ciudad.  Digo… me parece… un divague… armónico...

lunes, 4 de marzo de 2013

¿Honras tu ira?


De todas nuestras emociones, la ira es la más controvertida.  Socialmente depreciada, la negamos, la condenamos, nos culpamos por sentirla.  ¿La solución  es luchar con ella?  No.  Ya sabemos que luchar contra algo hace que eso crezca más.  Comencemos por conocerla.

¿Para qué sirve la ira?  Podemos considerar dos vertientes.  Una es la de protección.  Si nos sentimos atacados, lastimados, ignorados, rechazados, engañados, la ira nos ayuda a poner límites, a cuidarnos, a considerarnos.  La otra es la de lidiar con la frustración.  Si no logramos algo, si las cosas no son como deseamos, si vemos una injusticia, la ira nos habilita a encontrar una solución.

Al considerarla una “mala” emoción, nos perdemos estas posibilidades.  Al definirla como “incontrolable”, nos dejamos llevar por ella y caemos en la violencia y la descalificación, tanto nuestra como de los demás.  Por definición, toda emoción es pasajera y nos mueve a hacer algo.  Es algo así como una mensajera que nos advierte sobre una situación y, al ser corporal, nos incita a resolverlo a través de una acción eficiente.

Lamentablemente, al vivir de manera inconciente, no mediamos entre la información y la reacción, por lo que saltamos impulsivamente y después lamentamos las heridas ocasionadas, los problemas físicos que involucra y las consecuencias indeseadas.  Otros, en cambio, no se permiten sentirla.  Hace tiempo, una paciente me contó una escalofriante historia, en la que su madre había abusado de ella (y lo seguía haciendo) de muchas formas. Con ese antecedente, no era raro imaginar porqué tanto sus esposos como sus jefes como sus amigas habían sido victimarios feroces.  Cuando le pregunté si estaba enojada con su madre o con ellos, virtuosa, me contestó que no, que ella jamás había sentido ira por nadie.  Le dije que justamente ésa era la razón por la que había pasado por esos sufrimientos.  Cuando tomó conciencia de la ira que reprimía y comenzó a permitirla, no podía creer la energía que sentía y el aprecio por sí misma que nacía.

La clave está en honrar la ira y canalizarla adecuadamente.  ¿Qué significa honrar?  Aceptarla en sus beneficios y cuidarla en sus riesgos.  Es la más fuerte e intensa de las emociones; si la dejamos a su antojo erosionará nuestra autoestima y las relaciones con los demás; si la reconocemos como parte de nuestra conexión cuerpo-mente y descubrimos salidas apropiadas a su llamado, nos beneficiaremos con su potencia.  Así, encontraremos la diferencia entre sentirnos encolerizados y actuar encolerizados. 

Esto implica vivir con conciencia.  Sólo si nos damos cuenta de lo que sentimos, regularemos nuestra reacción y discerniremos de forma provechosa.  Al prestar atención a la irrupción del enojo, podemos respirar, exhalarlo, centrarnos lo mejor que nos sale e interrogarnos: “¿qué me está tratando de decir esta ira”.  Esta simple pregunta acepta lo que sentimos (sin engancharnos ni culparnos) y nos revela su propósito.


¿Alguien nos está faltando el respeto?  Pongamos un límite respetuosamente entonces.  ¿No nos sale en el momento?  Contener la emoción ya es saludable y nos permite dejar para más tarde la resolución que necesitamos, para ponerla en práctica cuando decidamos.  Lo peor es entrar en una sucesión interminable de descargos y sucesos previos que alimentan el fuego de la ira, victimizándonos inútilmente.  Somos creadores de nuestra vida.  ¿Para qué atrajimos a esta persona y a esta situación aquí?  Al hallar la respuesta, hallamos la esencia de nuestro aprendizaje.

Tengo un temperamento fácilmente inflamable.  Me ha llevado mucho tiempo canalizar adecuadamente mi ira.  Sigue siendo una maestra poderosa, que me guía a través del aprecio y la frustración.  Procuro usar su energía cuidándome y encontrando creativas formas de transitar mi camino, transformándola en humildad, autoestima, aceptación y amor.