Estamos en una experiencia personal y, a la vez,
colectiva. Nuestro camino individual
está ligado al de los que nos rodean.
¿Te preguntaste cómo y para qué?
Imagina que estuvieras en flotando en medio de un mundo
blanco, sin referencias de ninguna clase, ya que no hay nada. De pronto, entra una mariposa azul y comienza
a revolotear a tu alrededor. Ahora,
sabrías que existe el color azul, que es más pequeña que tú, que a veces está
cerca y otras lejos, que es ligera y liviana, que te parece bella, que te da
calma y alegría. Sabes estas cosas porque otro te brinda referencias distintas a las
tuyas y puedes relacionarte con ellas desde tu punto de vista.
Relacionarte es la clave.
Vives en un mundo de RELACIONES. Con
personas, objetos, situaciones, valores, etc. ¿Cuál es tu conexión con tu madre? ¿Con el dinero? ¿Con tu celular? ¿Con el amor?
Cada respuesta que tengas a ellas
te DEFINE. Tu forma de reaccionar,
de decidir, de elegir, de pensar, de sentir acerca de una relación determinada
te revela facetas tuyas que no conocerías si no fuera por esa particular manera
en que ella te afecta.
Tú puedes pensar que eres valiente, pero no lo sabrás hasta
que te veas enfrentado a una situación de peligro en que ese aspecto pueda
revelarse… o no. Quizás, allí descubras
que necesitas trabajar con esa cualidad.
Solo, en medio de una montaña o de un retiro espiritual, crees que has
conquistado la serenidad y la compasión, pero no será real hasta que te alguien
te desafíe con una provocación. Puedes
repetirte 500 afirmaciones diarias de prosperidad, pero será verdad cuando
actúes desde la abundancia en una situación específica.
Cada persona o
circunstancia hablan de ti y de tus aprendizajes. No hay nada descolgado o accidental en tu
mundo, son todas oportunidades de conocerte y definirte. ¿Te irrita esa compañera de trabajo? Observa qué aspecto tuyo estás negando,
sácalo a la superficie, reconócelo y define qué quieres hacer con él. ¿Admiras a tu amigo? Date cuenta de que tú también puedes lograr
lo que él, a tu manera. ¿Criticas a tu
entorno, a tu país? Advierte que tú
compartes aspectos con ellos, deja de aportar con ese comportamiento o con la
queja misma y cambia, para contribuir positivamente.
Creemos que el afuera
nos define, pero es al revés. El afuera
nos permite revelar lo que llevamos adentro y optar. Tu mismo origen en esta encarnación es una
elección que hiciste antes de nacer. Hónrala aceptando las dificultades y
posibilidades que diseñaste para evolucionar y aprender. No están para volverte amargado, victimizado,
enojado, necio, sarcástico. Están para
revelar tu valor, constancia, alegría, integración, solidaridad, sabiduría,
amor, ternura, lo que sea. Lo que se te presenta en el camino es un
continuo recordatorio y oportunidad de sacar lo mejor de ti y compartirlo con
los demás. No es el trabajo de
ellos, es tuyo.
Es fácil exigirle a los otros que modifiquen actitudes, que
hagan esto o lo otro, que sean considerados contigo; en definitiva, que cambien
para que tú seas feliz. Es tu deber y tu derecho hacerte feliz. Cambia tú y habilitarás su transformación. Si no lo hacen, entonces decidirás si
continúas con ellos o no. Estás aquí
para tu propia evolución, eres responsable de ti mismo; por lo tanto, actúa en
consecuencia.
Eres el centro de tu
mundo (no del mundo). Tú lo defines en
cada momento. Estás decidiendo
constantemente cómo es y cómo será.
Hazlo simple. Alegre. Amoroso.
Creativo. Sagrado. A tu imagen y semejanza.
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