lunes, 18 de enero de 2010

Dios es Amor. Es dar, no tomar

¿Cuántas veces has oído que Dios es amor? ¿Qué quiere decir eso? El amor de Dios y llamar a Dios amor se definen por el hecho de que Dios te hizo nacer a la vida. Él te ha dado la vida y nunca te la ha quitado. Así que, si Dios es amor, el secreto del amor está en dar sin condiciones. Tomar no significa amor.

Vamos a hablar de cómo podemos cultivar el amor y por qué es importante. Si Dios es amor, entonces Dios es aquel que da y no aquel que toma. Los «tomadores» no son semejantes a Dios. Los «dadores» son como Dios, porque estamos restableciendo el principio divino dentro de nosotros. Ahora, el amor es el pegamento que mantiene todo unido.

Y entonces aquí tenemos que aprender, en una situación muy difícil, la magia del amor y cómo es en realidad. Esta cultura, una cultura que antiguamente destruyó los derechos de igualdad de las mujeres de estar a la par con el hombre, ha creado, en esta línea de tiempo, una realidad que ha originado un ambiente incivilizado, sin amor, indiferente y venenoso, en el cual los frutos de esa represión han causado toda serie de dilemas en la naturaleza humana. Y lo único que tuvimos que hacer fue tomar a los hombres o a las mujeres y quitarles su derecho divino, lo cual significa que por ser del género femenino, se las consideraba inferiores, y por lo tanto, podían ser usadas, abusadas, amontonadas y tratadas como ganado. Y si luego se rebelaban, se creaba una enseñanza que decía que no tenían alma y que por lo tanto, tratarlas como ganado, como posesiones y abusar de ellas no era pecado, puesto que Dios os las había dado para vuestro propio placer.

El amor existe en una civilización donde todos son iguales. Y, en verdad, los hombres y las mujeres, sin importar el color de los ojos y la piel, sin importar si son gordos o flacos, jóvenes o ancianos, deberían ser considerados iguales. Y hay indicios en esta cultura de que no es así, porque tendemos hacia lo bonito y evitamos lo feo. Tendemos hacia lo joven y destruimos lo viejo. En tal cultura, Dios como amor no existe.

El amor es la acción de Dios de permitir que todo esto exista. Y si nos decimos que queremos ser más semejantes a Dios, entonces ser semejante a Dios significa volver a esa esencia y ese decreto originales y tratar a todo lo que hay en tu vida con respeto, compasión, y entendimiento. No me importa si te dan una bofetada en la cara, si te escupen en la cara, o si te insultan terriblemente. Sí, eso duele. Sí, la supervivencia está incorporada a la materia humana, a los genes humanos, causando que reaccione, responda y se haga territorial. Ésa es la naturaleza de la propia bestia que habitas. El día que seas más amable, considerado, y caritativo —y necesitas ser así especialmente con aquellos con los que no quieres ser así en absoluto— será el día que comprendas lo que es ser un verdadero maestro. Comprendes lo que es ser Dios y lo que es sentirse como Dios. Entonces comienzas a cultivar en tu vida un jardín que es más abundante de lo que yo te puedo decir.

Si nos hemos perdido este dulce misterio en nuestra vida, es porque no hemos entendido bien, fuimos tomadores en vez de dadores y pensamos que todo el mundo nos debía algo, en vez de preguntarnos a nosotros mismos qué podíamos dar. Entonces serás Dios. Porque os digo una cosa, mi bella gente: no importa cuán difícil sea vuestra vida, no hay nadie ni nada en esa vida que pueda imponerse frente al amor; nadie, nada. Y no importa cuán sombríos y desesperados os sintáis, no hay desesperación que no pueda ser sanada simplemente mediante la acción de permitiros y amaros a vosotros mismos. Estas acciones son las acciones del gran Yo, el gran centro.

Lo que te ha puesto enfermo en el alma es que has sido grosero y malo con la gente, has esparcido mentiras acerca de la gente, has sido envidioso de la gente y la has calumniado, y tú lo sabes en tu corazón. Es una enfermedad que tarde o temprano afecta al cuerpo. Y luego odias a la gente porque no te ama. Sin embargo, no te ama porque tú mismo no te amas.

Así que deberías afrontar y cambiar cualquier reto que disminuya tu capacidad de ser semejante a Dios. Amarte a ti mismo es ser eso. No esperes que la gente te ame; ámate tú. Cuando lo hagas, entenderás lo que te estoy diciendo aquí. Entonces los pájaros se posarán en tus manos, y el león vendrá y se acostará a tus pies, y podrás caminar en un bosque moteado y todas las tiernas criaturas se acercarán a ti y no huirán de ti porque estás irradiando. Tú eres el gran dador y beberán de tu fuente. Entonces puedes curar a las personas porque está en ti amarlas. Sin eso no puedes curar. El amor es el bálsamo que cura todos los males.
Extractos del libro "El misterio del amor" de Ramtha

4 comentarios:

SHELAILA dijo...

El espíritu Divino o Dios no me dió la vida, no hay "algo" separado llamado Dios, yo como SER, decidí encarnar, para aprender o cumplir con una misión, tomé un cuerpo, para cumplir con algún aporte a la evolución de Tierra,amarte a ti mismo es amar todo,todos somos uno.

Laura Foletto dijo...

Es así, Sylvia y Ramtha también lo dice: "Hemos dicho, y lo has aceptado como una filosofía, que tu Dios es tanto personal como trascendental. Que no sólo eres ese Dios, sino que te da la ilusión de estar separado de él. Es trascendental".
Este es un muy pequeño extracto de un libro, en el que que quise poner el énfasis en el tema de dar. Besos.

jose angel dijo...

Cuando somos niños solo queremos recibir, es un instinto que tenemos incorporado para asegurarnos la superviviencia,

evolucionar, crecer, madurar, lo que sea, es comprender que no estamos amenazados por la vida, en esta seguridad es cuando se puede dar con libertad, sin esperar a cambio o sin dolor.

muy mensaje, gracias

Laura Foletto dijo...

Totalmente de acuerdo, José Angel. Excelente reflexión. Cariños.