La lógica conduce al suicidio; y la fe, a la vida suprema. Y la fe es ilógica: no pregunta, no discute, simplemente entra a lo desconocido, trata de experimentar. La experiencia es el único argumento de un hombre de fe. Intentará saborearla, vivirla. Sin probarla, no dirá nada. No se decidirá, permanecerá abierto.
Paso a paso, la fe conduce la abandono porque, cuanto más pruebas con la fe, más conoces, más experimentas. Tu vida se vuelve intensa y a cada paso te dice: “ve más allá, más allá se esconde mucho más. La meta se transforma en el más allá. Trasciende todo y sigue más allá.” Y la vida se transforma en una aventura, un descubrimiento permanente de lo desconocido. Entonces, se genera más confianza.
Cuando todos los pasos dados hacia lo desconocido te dan una intensa vislumbre, cuando todos los pasos dados hacia la locura te aportan una forma más elevada del éxtasis, cuando todos los pasos dados hacia lo desconocido te ayudan a darte cuenta de que la vida no se agota en la mente, sino que es un fenómeno orgánico completo, todo tu Ser es necesitado y se lo convoca; entonces, poco a poco, tu ser interior se convence. Y no se trata de una convicción lógica; es tu experiencia, es vivencial. O bien puedes decir que es existencial y no intelectual; es total. Entonces, llega un momento en el cual te puedes abandonar.
El abandono es la mayor apuesta. Abandonarse significa dejar completamente de lado la mente. Abandonarse quiere decir volverse loco. Digo esto porque todos los que viven en su lógica y de acuerdo a su mente, pensarán que te has vuelto loco. Para mí, no es locura. Para mí, esta locura es la única forma valiente de vivir. Para mí, esta locura es el salto más profundo. Para mí, esta locura es todo lo que un hombre está llamado a ser.
En tu mente, también están ambas posibilidades: la culminante y la no culminante. Si dejas a tu parte culminante, te abandonarás. Si dejas a tu parte no culminante, me escucharás, discutirás lo que te digo, racionalizarás y filosofarás acerca de ello. Entonces, o te convenceré o no. Si te convenzo, me seguirás; si no, te irás. Pero en ambos casos te pierdes: no importa si me sigues o te vas. Si estás tratando de convencerte intelectualmente, estás perdido.

El esfuerzo por ayudar, el esfuerzo por obtener ayuda, el abandono, la lucha constante del Yo para no entregarse, todas las explicaciones, todas las enseñanzas, todo se vuelve absurdo. Una vez que logras la iluminación… porque el abandono es uno de los aspectos, la iluminación es la otra cara de la moneda. Es la misma puerta. Cuando entras, en la puerta dice: “Abandono”. Cuando has entrado y vuelves la vista atrás, en la puerta está escrito: “Iluminación”. ¡Es la misma puerta!
Osho. “Mi camino. El camino de las nubes blancas”
Hola Laura, me ha encantado la entrada.
ResponderEliminarJusto hoy estuve escribiendo sobre el abandonarse al momento, la sensación más liberadora que conozco. La pude experimentar en su máxima expresión durante mi emergencia espiritual, justo cuando acabé de "nacer". En ese momento (en palabras de San Juan de la Cruz) "cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado"
Un abrazo!
Diana
¡Qué hermosas palabras las de San Juan de la Cruz! Hagamos eso, Diana, dejemos el cuidado entre las azucenas olvidado. Besos.
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