miércoles, 13 de enero de 2016

Valora los milagros de sustracción

Su futuro jefe lo había confirmado en su nuevo trabajo (acababa de perder el anterior) y solo restaba el examen médico, un requisito obligatorio de la Compañía.  Cuando llegó, resultó que los valores de glóbulos rojos y blancos estaban altísimos; el médico lo rechazó y su jefe le dijo que no podía tomarlo en esas condiciones.  Sin empleo y sin salud: ¿qué iba a hacer?  No se desesperó; un amigo lo recomendó en una Agencia y, después de las pruebas habituales, le dijeron que tenían un puesto para él en un mes.    Se lo tomó para descansar, disfrutar y reflexionar.  Cuando ingresó, se dio cuenta de que era mucho más interesante que el que perdió, con un sueldo más alto, con compañeros cálidos y divertidos.  Mientras, se había hecho chequeos médicos y los valores comenzaron a subir solos, sin necesidad de nada.  ¿Qué había pasado?  Un milagro de sustracción, dirían algunos.

Estamos acostumbrados a los milagros de adición: siempre queremos más.  Pedimos aquello que suma a nuestras vidas, que llena los vacíos, que implica crecer desde los números y no desde la experiencia.  Pero, nuestra Alma, que sabe lo que nos conviene, suele quitarnos para hacernos comprender ciertas cosas o para darnos algo mejor que lo que pedimos desde el Ego: un milagro de sustracción.

Si miramos en retrospectiva, podemos encontrar unas cuantas de estas ocasiones y generalmente son momentos de gran aprendizaje y evolución.  Al principio, parecen desgracias, contratiempos, obstáculos, mala suerte, demoras.  Sin embargo, su propósito es que las utilicemos para detenernos; madurar; cambiar la actitud; manejar las emociones; tomar otro camino o replantearnos el que estamos; ser pacientes, constantes, serenos; tomar conciencia del valor de lo que somos, hacemos y tenemos, etc.



A veces, nos salvan de malos momentos.  Una demora puede impedirnos estar en un accidente o ser asaltados; un desencuentro puede protegernos de decir algo perjudicial o tomar una decisión equivocada.  También, nos posibilitan buenas oportunidades, como terminar en lugares extraños que nos hacen conocer a alguien que no hubiéramos visto de otra manera.

El Ego, en su afán de controlar y exigir, cree saber lo que es lo mejor para nosotros y se molesta, sufre y se deprime cuando las cosas no son como las planea o quiere.  En general, requiere de unos cuantos milagros de sustracción para que se baje del pedestal, deje de querer mandar insensatamente (aunque se piense muy racional), acepte lo que se presenta, encuentre la bendición disfrazada y se alinee con el Alma y la Vida.

En tiempos de Mercurio retrógrado, es una buena ocasión para replantearnos lo que tenemos entre manos y lo que deseamos, que no siempre se corresponde con lo que necesitamos o con lo que siente el corazón.  Nos planteamos objetivos exteriores pero no cómo ser ni estar en ellos.  Si queremos cambiar de trabajo porque tenemos un mal sueldo o un jefe abusivo, en primer lugar nos deberíamos preguntar porqué estamos ahí: ¿nos valoramos, sabemos poner límites, somos seguros y confiados, tenemos suficiente capacitación?  Un milagro de sustracción nos puede mantener en un lugar para que aprendamos a amarnos, madurar y evolucionar.  Una vez hecho esto, lo nuevo se dará sin problemas. 


martes, 5 de enero de 2016

Tendencias para el 2016

Consultando las tendencias para este año, se hizo evidente que puede ser uno de grandes posibilidades… después de resolver grandes desafíos.  Con muchos planetas retrógrados hasta septiembre, los primeros meses nos instan a reprogramar, rever, recapacitar.  Para hacer esto, primero es necesario identificar y soltar lo que ya no nos sirve.  Y todos sabemos lo que nos cuesta.  Vivimos en modo reactivo y no creativo; emparchando y no transformando; quejándonos y victimizándonos y no agradeciendo y empoderándonos.  ¡Manos a la obra entonces!

Ya con más espacio, más livianos y frescos, podemos considerar si nos abocamos a renovar viejas ideas que quedaron en el camino y/o construir otras.  Tenemos la tendencia a proyectar hacia afuera, olvidándonos que atraemos según la energía que somos.  Plantearnos metas que incluyan cómo sentirnos y pensar para lograrlas es esencial.  Si deseamos determinado trabajo, ¿estamos preparados no solo laboralmente sino psicológicamente para afrontarlo?  Si queremos cierto tipo de pareja, ¿vibramos en esa frecuencia o buscamos solo a alguien que nos salve?

Para muchos, en el 2016 se abrirán oportunidades que estaban cerradas desde hace bastante.  Nosotros y nuestros deseos hemos cambiado bastante en estos últimos años.  ¿Qué sobrevivió y qué está emergiendo desde lo profundo sin estar todavía claro?  ¿Aprendimos lo necesario en esta época de sequía o arrastramos frustración y amargura?  La actitud es fundamental para abrir esas puertas y será imprescindible volver a creer y crear.  Esto plantea otro tema que será crucial en este año: la integración del Ego al Alma.

El Ego se basa en la dualidad: se esfuerza hasta reventar o se deja llevar sin hacer nada.  Todos oscilamos entre los dos, con distintas gradaciones.  Nos planteamos objetivos, fechas, requisitos; trabajamos duramente; controlamos y nos exigimos; si no cuesta y no duele, no sirve.  El Ego es hijo de la lucha, el sufrimiento y la culpa.  Para librarnos de esto, capitulamos del todo; lo podemos racionalizar y/o romantizar con distintas filosofías, pero en el fondo le tiramos el asunto a Dios o a lo que sea; que otro se encargue.  Rendición no es entrega.  Está llegando la hora de unificar: es el Ego guiado por el Alma; conectándonos con ella, damos los pasos necesarios para concretar en la vida cotidiana.  Es una labor en el que no tenemos mucha experiencia pero lo iremos logrando a medida que lo intentamos, dando pequeños pasos que cimenten la confianza.


 Marte parece tomar un papel fuerte en este año.  Está para ayudarnos a desarticular patrones perimidos y estancamientos viejos, pero los enfrentamientos y las emociones descontroladas pueden jugarnos una mala pasada.  Teniendo en cuenta que otros planetas nos empujan al cambio radical, quizás optemos inconcientemente por posturas intransigentes y combativas, por forzar las cosas en lugar de fluir con ellas, por romper agresivamente con personas y situaciones.  Tratemos de calmar nuestro cuerpo y nuestras emociones, centrarnos en el aquí y ahora, callar y reflexionar, buscar mejores opciones.  Poco a poco, todo irá encontrando su cauce, llevándonos hacia lo que es auténticamente nuestro.


El mundo está cambiando con rapidez… y caos.  No podemos esperar serenidad ni guía ni modelo ni equilibrio del afuera.  Es algo que debemos aprender y sostener interiormente.  No hay mejor inversión que la de conocernos, aceptarnos, amarnos y liberar el potencial que traemos.  Perder tiempo, dinero, energía, atención y expectativas en cosas externas que no nos traen paz, alegría ni satisfacción verdaderas se hace cada vez más dañino.  En el inicio de cada año, tendemos a plantearnos metas.  La única diferencia entre el año pasado y éste eres Tú.  Ponte primero; finalmente, todo deriva de ti, de cómo te sientes, de con cuánta plenitud te conectas con las personas y las situaciones, de cómo te paras en este mundo y te afirmas.  Eres un ser espiritual atravesando una experiencia humana.  No lo olvides.  Respira, ama tu cuerpo, tu vida, tu creación, eres Uno con Todo Lo Que Es y lo serás siempre.  Aquí estoy para acompañarte.  ¡Feliz 2016!