He pasado muchos períodos difíciles en mi
vida, pero estos últimos nueve años fueron realmente complicados. En un corto lapso, fallecieron mi hermano,
mi madre y mi padre (estando sola para acompañarlos en sus tránsitos), fui
perdiendo parientes, amigos, dinero, anhelos, idealizaciones, horas de sueño,
ya no recuerdo cuánto… Afortunadamente, antes había aprendido a
mantener la calma y la confianza para continuar, siguiendo la luz al final
del túnel.
Desde antes de que comenzara (vivo adelantada
a lo que sucederá), fue una de las etapas más creativas y entusiastas. Sentía
la enormidad del cambio, lo profundo y renovador que sería; “hay mar de
fondo” decía, porque todo se levantaba desde lo más recóndito y agitaba las
aparentemente tranquilas superficies.
Siempre tuve períodos de cambio pero intuía que este sería definitivo
y arrasador. No me equivoqué: se llevó
casi todo.
A medida que las transformaciones se
profundizaban, mi Ego no paraba de
recibir tanto golpes como desilusiones.
Al cabo de los años, no quedaba presunción que no fuera revisada y
descartada. Siendo la ira mi emoción
primaria, me he “brotado” mal en muchas situaciones (¡perdón a quienes lo han
padecido!) y también he llorado y me he reído irónicamente de mí en otras
tantas. No teniendo generalmente con quién compartir tanta información y
aprendizajes, algunas canalizaciones fueron una compañía a distancia que me
corroboraban lo que estaba pasando.
Aclaro que mi Ego no se rinde fácilmente; sigue queriendo controlar el
desarrollo, aunque ya patalea por un ratito y cede.
¿De qué
se trata el proceso? De aceptar todos
nuestros aspectos (esos que hemos proyectado afuera), de iluminar las
sombras, de reconocer la inmensidad de facetas que albergamos e integrarlas
en un diamante luminoso e iluminante. Cuando
se habla de sombras, muchos entienden que tienen que lidiar con lo “malo” y
se niegan atemorizados. Obviamente,
una parte es sobre cómo ponemos afuera, en otros, los aspectos “negativos” de
nuestra personalidad para no responsabilizarnos por ellos (los pongo entre
comillas porque no es una cuestión de moralidad sino de cómo los juzgamos por
ignorancia de la forma en que funciona la dualidad). La
paradoja es que, cuando nos permitimos analizarlos y elaborarlos, encontramos
su opuesto al otro lado de la oscuridad (la humildad después del orgullo,
la abundancia detrás de la carencia, etc.).
La otra parte de iluminar las sombras es que también negamos lo mejor
de nosotros: obnubilados por la desvalorización y los malos modelos, no creemos tener ni merecer las cualidades
que existen en nuestro interior.
Una pista para darnos cuenta: son esas cosas que envidiamos, que
admiramos, que valorizamos y que pensamos que no somos.
¿Por
qué es tan rudo? Porque vivimos en
una sociedad manejada por Egos inseguros e insuficientes (sus características
básicas) que desea, desea, desea,
cualquier cosa: dinero, reconocimiento, bienes, premios, niveles cada vez
más altos para compensar lo bajo que se siente. Por ello, se exige, demanda,
se atormenta, reclama, duda, teme, se pelea y lucha. La antigua conexión con lo sagrado que lo
atemperaba también está cambiando, como todo lo demás. Con
el propósito de obtener seguridad y certeza, concedimos nuestro poder a las
instituciones: la iglesia, los gobiernos, la policía, los jueces, la
prensa, los gurúes, la tribu, la familia, no importa: “que alguien me diga
qué ser y qué hacer, que alguien me resguarde, me encamine…”.
De esto se trata entonces: de retomar nuestro poder, confiando la guía a nuestro Ser Superior,
a la conexión verdadera con Todo Lo Que Es (lo más difícil que podemos
asumir). Para ello, nuestro cuerpo
físico está haciendo enormes esfuerzos a fin de contener más energía y
nuestros cuerpos mentales y emocionales están limpiando, liberando y
reconstruyendo siglos de estructuras obsoletas. ¡Tamaño trabajo! Esto
es lo que hemos estado haciendo estos últimos nueve años. Todas las retrogradaciones de 2016 nos
ayudaron a terminar de soltar lo que ya no nos sirve ni representa y a
refinar la información que hemos estado recibiendo, en vistas a iniciar un
nuevo ciclo, realmente nuevo y luminoso, que no tiene nada en común con lo que ha sido ni con lo imaginado (lo
cual es difícil de aceptar porque no podemos controlarlo ni detenerlo; si
quieres más información y recursos, lee aquí).
Volviendo a mí, ¿qué es lo que más me ha costado?
Después de tantas idas y vueltas, de tantas pérdidas, terminé
desconfiada, desilusionada y últimamente medio separada. He llorado amargas lágrimas y me he peleado
mucho porque eso es lo que más valor tiene en mi vida: la conexión divina. De
ella viene todo lo demás. Cuando
decidí que eso era una tontería que yo me estaba haciendo y me reconecté,
descubrí que todo lo que había sucedido
era lo correcto para mi diseño sagrado, que estoy exactamente donde debo
estar y que jamás me soltaron la mano, siempre fui tiernamente
cuidada. ¿Acaso no sé eso? Por supuesto que sí, intelectualmente. Es muy distinto incorporarlo, sentir la
presencia de la Luz guiando y protegiendo integralmente. El proceso tiene mucho de eso, de hacer
carne lo mental.
Te cuento esto porque quizás estés pasando
por algo parecido. No importa en qué parte te encuentres,
somos todos iguales. Algunos (como
yo) tenemos que pasar por las partes más duras, por lo que no funciona, para
poder advertir y ayudar a los demás; otros lo hacen desde distintas ópticas;
algunos están recién despertando; sea como sea, estás abriéndote al más
maravilloso camino que la Humanidad pueda atravesar, el de la conexión a su Fuente.
2017 es un año 1, comienza un
ciclo: respira, entrega, acepta,
confía y agradece. Te acompaño.
|
¿Quién soy? Alguien tratando de recordar su magnificencia. ¿Quién soy? Una conciencia en este cuerpo humano, en un tiempo y lugar excepcionales, jugando a construir/develar amor, gratitud, compasión, vivenciando un aprendizaje/enseñaje pleno de creatividad y alegría. ¿Quién soy? Un Ser Humano Mujer, abrazando la Vida. ¡Tremenda responsabilidad... grandiosa oportunidad! Esta es la Bitácora de un salto de fe hacia la entrega a mí misma, a simplemente ser.
martes, 27 de diciembre de 2016
Luego de nueve duros años, comienza un nuevo ciclo
miércoles, 16 de noviembre de 2016
La libertad que nos asusta (las culpas que echamos)
Hace poco, comenté acerca del
“apocalipsis” (en el sentido de “revelación de conocimientos ocultos” en
lugar del de “destrucción” que normalmente se le da) que muchos creen ver en
estos tiempos. Estamos en un mundo con la mayor información circulando jamás
antes y, sin embargo, ello no implica necesariamente mayor práctica ni sabiduría aumentada. A veces, el conocimiento es peligroso porque nos abre a posibilidades que nos
dan miedo afrontar.
En 1983, en el primer gobierno democrático
después de años de dictadura en Argentina, yo estaba haciendo terapia y
sentía un temor y una angustia difusos que no lograba identificar. Analizando con la psicóloga, se reveló que
esa libertad incipiente me trastornaba: ahora podía hacer cualquier cosa sin
sentirme perseguida, todo se abría ante mí y ¿qué hacer? Ya sin autoridades externas que me marcaran
el territorio, la responsabilidad era enteramente mía. Tiempo después, leí un par de artículos que
reflexionaban sobre este tema. La libertad nos estresa; es más fácil
seguir los lineamientos de papá y mamá, aunque nos rebelemos, que descubrir
el camino propio.
Cuando la libertad de otros nos resulta
amenazadora o revulsiva, queremos coartarla.
Tenemos muchas excusas para eso pero la verdad es que no sabemos lidiar con lo diferente, con aquello que
desafía el campo seguro que hemos delimitado como “mi, mí, mío”. Lo interesante es que, en el amplio marco
en el que existimos, estamos todos conectados y condicionados.
Confinados por los sentidos y el cuerpo
físico, creemos que nuestra frontera es la piel, que más allá de ella se extiende lo “otro”, que nuestros
pensamientos, emociones y actitudes se circunscriben a nuestra burbuja y poco
más. En el fondo, sabemos que no es
así (sobre todo si hemos leído sobre espiritualidad o filosofía) pero nos
resistimos a considerarlo en nuestra vida cotidiana porque las implicancias
son enormes y atemorizantes: ¿a qué
estamos contribuyendo entonces?, ¿qué hechos se alimentaron con nuestra
energía?, ¿de qué somos responsables?
No, mejor
acusar a los otros. Ellos, los
diferentes, son los culpables. Ellos,
los malos, los soberbios, los ricos, los pobres, los religiosos, los ateos,
los inmigrantes, los pecadores, ellos que no son como nosotros, los buenos,
los que seguimos las reglas, los que sabemos lo que es correcto, los que no
podemos ser condenados por nada…
El arco
se tensa cada vez más y, cuando la flecha vuela, resulta que vuelve a
nosotros. Todas las proyecciones
nos están atravesando y, heridos, más inculpamos y nos revolvemos
dolorosamente. La dualidad está templando las polaridades y sufrirlo en la carne no
es agradable. Lo vemos en lo
externo, en elecciones con candidatos que ganan por escaso margen; en las
imputaciones al otro bando de todo lo malo; en la estigmatización de clases
sociales, razas, grupos; en la imposición de lo “políticamente correcto” para
ocultar las miserias vigentes. Lo
vemos en lo interno, con los castigos, exigencias e idealizaciones con que
nos tratamos diariamente, creyendo que así conseguiremos ser buenos,
suficientes, reconocidos, dignos de amor.
¿Y creemos que todo eso es gratuito, que no nos explotará en la cara
en algún momento? Parece que el momento es ahora.
Pon una mano en tu corazón y sé
implacablemente sincero: ¿vas a seguir
jugando a la víctima o vas a aceptar que eres responsable de lo que eres y
hay en tu vida (y consiguientemente en la Vida)? ¿Vas a seguir echándole la culpa a la
familia, la sociedad, el sistema, las conspiraciones, los carnívoros, los
ultrarreligiosos, los conservadores, los extraterrestres, etc. (y el etcétera
es interminable)? LA SOMBRA ESTÁ EN
TODOS NOSOTROS.
Somos luz y sombra. Y la sombra está a plena luz ahora. Mostrándose desafiante y divertida (Trump y
Putin son ejemplos claros, egos tan grandes que no caben juntos en una sola
foto). Y está perfecto. Solo
podemos transformar lo que percibimos; si está escondido o negado, es peor. Todo está aquí para que lo veamos y lo
aceptemos como nuestro, como parte de lo que significa ser humano. Además, a
cuanta más sombra revelada, más luz encarnada.
La
libertad implica capacidad de elección.
No es fácil ni cómoda. Y
también involucra responsabilidad. ¿Estamos
preparados y deseosos? Probablemente
no, pero no podemos patearlo para más adelante porque las consecuencias ya
están aquí. En el anterior Boletín,
compartí algunas sugerencias para comenzar a crear una utopía posible en la
vida cotidiana. En los últimos
tiempos, hemos sido presionados intensamente como carbones y, poco a poco,
estamos sacando los fulgores propios de los diamantes. Continuemos,
es el destino.
|
miércoles, 26 de octubre de 2016
Energía Femenina en una sociedad patriarcal
Desde hace
tiempo, vengo escribiendo acerca de la necesidad de conectarnos con la
Energía Femenina. Cuando vivimos dentro de una estructura determinada,
como es la sociedad, no nos damos cuenta de los condicionamientos a los que
ella nos somete. Nos creemos libres, que podemos decidir
cualquier cosa, cuando eso no es real; es una fantasía desde el mismo momento
en que elegimos dentro de un menú disponible y, teniendo una mente dual,
generalmente lo hacemos por sí o por no: acatamos o nos rebelamos, pero es
difícil que nos tomemos el trabajo de analizar e investigar cuáles son los
fundamentos y las consecuencias de lo que se nos presenta como “normal”.
Vivimos en
una sociedad patriarcal. Entonces, los valores, las formas, las
instituciones, los acuerdos, la moda, lo que sea estará teñido de esa impronta.
¿Por qué pensamos que debemos luchar la vida en lugar de abrazarla?
Porque los méritos de lo Masculino pasan por la conquista y la
apropiación. ¿Por qué hablamos de víctimas y victimarios? Porque
el poder, no el amor, es la cúspide de su orden. ¿Por qué creemos que
tenemos que competir, estar primeros, ganar, actuar rápido, tener voluntad y
tenacidad, hacer continuamente? Porque esas son virtudes de su
energía. ¿Por qué priman la lógica, la razón, lo general y abstracto,
el conocimiento, la objetividad por encima de cualquier otra
consideración? Porque ese es su proceder. Todo lo demás es
considerado débil, inútil, sin provecho, pasivo.
¡Gran
tema! Lo pasivo (cualidad y estigma de lo Femenino) es
considerado flojo, apocado, frágil, humillante, susceptible de ser penetrado,
mancillado, atacado. No existe poder ni importancia en lo Femenino,
es vulnerable y por eso vulnerado. Las mismas mujeres hemos tomado
esa creencia y nos mostramos fuertes, indestructibles, activas, agresivas,
inconmovibles (aunque criamos hijas princesas e hijos machos). ¿Qué
posible beneficio puede haber en ser femenina en un mundo masculino?
Ciertamente ninguno. Y así estamos…
Luego de
años de liberación femenina, parece que el triunfo fue tomar los más bajos “beneficios”
de lo Masculino y encarnarlos: acostarse con cualquiera y jactarse;
seducir de la manera en que a muchos de ellos les gusta (abierta y
provocativamente, mientras se es denigrada en bailes y canciones como en el
reggaeton); adquirir sus vicios (emborracharse y drogarse); hablar ofensiva y
groseramente; trabajar todo el día; aguantar lo que sea; renegar de las
emociones; buscar un lugar alto en la sociedad consumista; ganar de cualquier
forma.
¿Apoyo una
vuelta a la era victoriana? Obviamente que no, me interrogo
cómo anclar una nueva energía femenina en estos tiempos. ¿Niego las
verdaderas superaciones? Para nada, me cuestiono la razón por la
que todavía no pudimos encontrar el poder de lo Femenino y terminamos
avalando lo peor de lo patriarcal.
Comprendo
entonces las violencias de ambos lados. Los hombres sienten la
competencia, no encuentran su lugar, se resisten a perder sus privilegios,
pero también están encontrándose con la vulnerabilidad de lo Femenino dentro
de ellos mismos y no hallan un espacio en donde compartir sus monstruos
internos, sus debilidades, sus dudas, sus temores. ¿Cómo y dónde
trabajar la enorme fuerza de la testosterona y de la sexualidad, la necesidad
de ser fuertes siempre, de ser proveedores, analfabetos emocionales, reyes
del mundo? La imposibilidad e impotencia del conjunto es tomada por
individuos que lo bajan de las formas más atroces.
Las mujeres
están tomando conciencia de siglos de sometimiento y salen (masculinamente) a
luchar; a imponerse abierta o disimuladamente (a veces con manejos turbios);
a pelear por lo que consideran propio, cuando quizás sea algo que “compraron”
de lo patriarcal y no las representan verdaderamente. Ponerse en lugar
de la víctima; abogar desde lo negativo (“no” a algo en lugar de “sí”);
defenderse y atacar desde la debilidad, no ayuda mucho pero es lo que se
puede hoy (el péndulo pasa de un extremo al otro hasta encontrar el
equilibrio).
Estamos en una
encrucijada complicada. Nos estamos reorganizando a pasos acelerados y
tenemos la oportunidad de hacer una transformación que enaltezca lo mejor de
ambas energías. La sociedad debe hacer cambios profundos y radicales si
queremos que este caos sirva para la creación de un mundo mejor. Para
comenzar, podríamos conocer, practicar y honrar las cualidades de lo Femenino:
la afectividad, la belleza, lo pequeño y particular, lo receptivo, la
entrega, la paciencia, la perseverancia, la subjetividad, el estar, la
espera, la suavidad, la intuición, la compasión, la colaboración, el
sentimiento de Dios, etc.
El Cuerpo y
la Tierra están asociados a lo Femenino: connotan materia, renovación,
pasividad comprendida como presencia, atracción, albergue, confianza,
sustento, apoyo, regazo. Cuando las mujeres comprendamos el maravilloso
y potente regalo que somos, los dones cálidos y nutricios que poseemos,
cuando nos paremos firmes y apacibles sobre nuestros pies, sostenidas por la
Madre Tierra, habremos encarnado la Amorosa Energía de la Diosa.
|
miércoles, 19 de octubre de 2016
Consejos saludables
Hay al mínimo tres razones por las que nuestro físico se
quebranta: por uso inapropiado (mala alimentación, posturas erróneas, poco
descanso, “accidentes”), reflejo cuerpo-mente (cada síntoma, enfermedad,
actitud, es producto de problemas psicológicos no resueltos que pasan al nivel
material) y cambios energéticos que atraviesan la humanidad y el planeta
(algunos lo llaman Ascensión).
No tengo una fuerte salud, lo que sumado a los vaivenes de la
Energía, ha dado como resultado que haya pasado por distintos procesos. Me gustaría compartir algunos consejos que
quizás te ayuden:
-
Rinitis, alergias,
sinusitis: nariz tapada, dificultad para respirar, senos cargados son las
consecuencias de estos temas. Muchos
confunden rinitis vasomotora con alergia y se medican con remedios que no
corresponden. La diferencia es que los
niveles de IgE son normales y que los ataques de estornudos se suelen disparar
básicamente ante cambios de temperatura.
Sea como sea, algunas recomendaciones son:
Solución salina: se vende en las farmacias, para lentes de contacto
(no confundir con el líquido para conservarlos, que tiene químicos; es agua con
sal). Viene en envases chicos y grandes
de medio litro. Conviene comprar uno de
cada uno y, cuando se acabe el chico, rellenarlo con el grande. Al levantarte a la mañana y acostarte a la
noche, echa un par de veces en la nariz y suénala fuerte, hasta limpiarla
bien. Si es necesario, puedes repetir algunas
veces durante el día.
Inhalador Medex: es algo tan viejo que pensé que no existía más,
pero todavía se consigue. Úsalo un par
de veces al día, si necesitas abrir las vías.
Tintura de hierbas: durante años, tomé toda clase de pastillas y
usé gotas para la nariz en cantidades industriales, al punto de la adicción
(esos remedios suelen tener ese efecto y además es desesperante no respirar
bien). Cuando me di cuenta de la locura
en la que estaba metida, fui a una otorrinolaringóloga y (Dios pone a las
personas indicadas en el camino si uno está preparado) ella me mandó a una
cierta farmacia que hacía una tintura con distintas hierbas y, con eso más
estas otras sugerencias, dejé todo.
Perdí el rastro de la doctora y la farmacia cerró, así que no puedo
pasar la receta. Lo comento porque
quizás puedas encontrar a alguien que te ayude desde un punto de vista natural.
Maniobras: Para despejar los
senos para-nasales (sobre todo si hay sinusitis), oprime fuertemente la
lengua contra el paladar, mientras aprietas con el pulgar entre las dos
cejas. Repítelo hasta que sientas cómo
se descarga la mucosidad. Para destapar la nariz: echa la cabeza
hacia atrás, aprieta la nariz y aguanta la respiración lo que puedas; esto
dispara un mecanismo de supervivencia y abre la nariz instantáneamente. Para
descongestionar en un resfrío: la noche es lo más difícil, así que: duerme
con almohadas altas y respira unos momentos dentro de las sábanas (no mucho
tiempo porque el anhídrido carbónico es perjudicial para el cerebro, pero un
ratito puede destapar la nariz). Más
información aquí.
Advertencia: como bien lo sé, estos temas son proclives a hacernos caer
en ansiedades, adicciones y compulsiones.
Lo que aconsejo aquí no es para cambiar lo que estés haciendo y usar la
solución salina 20 veces, el inhalador 15 y las maniobras 10: es para
desacelerarte, tener paciencia y aprender a respirar correctamente (la
desintoxicación es dura pero necesaria).
La respiración diafragmática (además de múltiples beneficios) provoca la
descarga de ciertos neurotransmisores que calman, por lo que, si respiras en el
pecho y acelerado, nunca te serenarás y continuarás el círculo vicioso. Saca el foco de pensar todo el día en tu
falta de aire y ponlo en respirar, tranquilizarte y cambiar tus hábitos.
-
Resfríos,
garganta: un pequeño tip que puede hacer la diferencia: cuando sientas que
tu garganta comienza a irritarse, pasa la lengua por el paladar. Si notas pequeños “granitos”, masajéalos
fuerte con la lengua continuamente hasta que desaparezcan. Normalmente, esto es suficiente para detener
un resfrío o un problema de garganta.
-
Gastritis,
acidez, digestión: vientre hinchado, dolores, acedía son los síntomas más
comunes.
Limón:
exprime un limón, mézclalo con agua tibia en un vaso y tómalo en ayunas. Si tienes problemas de hígado, ingiere antes
una cucharada de aceite de oliva extra virgen y enseguida el limón (con una
pajita, porque el ácido del limón puede afectar el esmalte dental; luego
enjuaga bien la boca). Algunos, lo
mezclan también con bicarbonato de sodio.
No estoy de acuerdo con esto, porque el bicarbonato tomado por mucho
tiempo tiene bastantes contra-indicaciones (sobre todo si tienes presión alta,
problemas en los riñones o el corazón, etc.).
En todo caso, intercala el limón y el bicarbonato o toma solamente
limón.
Mastica
bien: sea producto de los tiempos que corren (literalmente) o de la
ansiedad o de lo que sea, casi nadie mastica apropiadamente los alimentos, por
lo que los tragamos casi enteros, provocando muchos inconvenientes. Asegúrate de tomar pequeñas porciones,
destrozar bien el bolo y recién después tragarlo. Esto hace que el estómago no tenga tanto
trabajo y que comas menos (activando el reflejo de llenado). No tomes bebidas carbonatadas ni con pajitas
ni hables mientras comes, porque te llenas de aire.
Agua:
estar horas sin comer o tomar agua empeora la acidez. Aliméntate en pocas cantidades, cada cierto
tiempo (el que sea más conveniente para ti).
Toma dos o tres litros de agua por día (no tiene porqué ser mineral si
tienes agua potable, además de que contaminas con plásticos el planeta); si
puedes conseguir Agua Diamantina, mejor.
Helicobacter
Pylori: esta bacteria es responsable de muchas gastritis (junto con los
antiinflamatorios y otros remedios… más los problemas psicológicos). Hazte la prueba y trátalo si lo
adquiriste.
Maniobras:
inhala, aprieta la boca del estómago mientras exhalas (o aprieta bajando desde
el final de esternón por unos diez centímetros), repite unas cuantas
veces. Hazte masajes circulares por toda
la panza, comenzando por el lado derecho y terminando en el izquierdo (en el
sentido de las agujas del reloj) con lentitud y comprimiendo donde más
hinchazón o dolor sientas, con cuidado.
Advertencia:
comemos como un trámite más, mirando televisión, enfrente de la computadora,
sin prestarle atención, sin embargo esto tiene profundas consecuencias. Lo ideal sería agradecer la comida,
permanecer tranquilos, darle tiempo, masticar, pedir que ese alimento nos
nutra, manteniéndonos sanos y con energía, estar presentes (como si fuera una
meditación). Sé que la mayoría no puede
hacer esto, pero haz algún pequeño cambie que redunde en tu beneficio.
-
Hinchazón,
dolores: hay muchas enfermedades que provocan estos síntomas.
Alimentos
antiinflamatorios: cúrcuma (para aprovechar la curcumina, debe cocinarse en
un medio graso, con un mínimo de pimienta negra), jengibre (rallado o en polvo,
da un delicioso sabor a cualquier cosa), ajo, brócoli, repollo, coles de
Bruselas, cebolla, vitamina C (el limón en ayunas es bueno, tanto como en
ensaladas), verduras y frutas (papaya, cerezas agrias, frutos rojos), pescados
grasos, semillas y frutos secos, aceite de oliva extra virgen, etc., en general
todo lo que es antioxidante.
Alimentos
fermentados: nuestra sociedad “moderna” ha desterrado los alimentos
fermentados, los cuales son indispensables para nuestra salud. Debemos volver a comerlos, en forma de
chucrut, pickles, kimchi, miso, tempeh, yogur, kéfir, kombucha, y, ¿por qué
no?, cerveza artesanal o premium. Debes
asegurarte que estos alimentos hayan tenido una fermentación natural y no
artificial, porque hay bastante mentira en muchos productos que están industrializados
y así no aprovechas los beneficios.
Personalmente, me caen mal los yogures y el kéfir de leche, por lo que
diariamente hago kéfir de agua y lo tomo también con las comidas, lo que ha
contribuido a una buena digestión.
Recomendaciones:
la homeopatía, la acupuntura, la gimnasia suave (estiramientos, t´ai chi, yoga
sin exigencias y con seguimiento personalizado, etc.), las caminatas, la
osteopatía, el buen humor, la alegría, los amigos, las actividades creativas,
la naturaleza, etc.
Productos
para los dolores: el aceite de árnica, Artrosil (tiene unos cuantos
ingredientes naturales y viene en roll on, lo cual facilita el masaje), los
parches y aceites chinos, la tintura de harpagophitum (20 gotas en una vaso de
agua, dos o tres veces por día, durante dos meses, descansar un mes y volver), las almohadillas eléctricas, etc.
-
Problemas
de la piel: una de las expresiones más normales y típicas. Tuve durante un tiempo unas manchas rojas por
distintos lugares, lo cual ocasionó tantos diagnósticos como profesionales
visité (una biopsia informó algo sobre una deficiencia en el colágeno). Finalmente, me harté, me despreocupé y se fueron
solas (una estrategia que suelo practicar y que me funciona bastante
bien). Creo que tienen que ver con las
fuertes manifestaciones de la Energía y que no requiere medicación. El remedio natural y universal para la piel
es el aloe (sabila)… y la paciencia y aceptación.
Hay dos
teorías acerca de la piel: una que dice que el excesivo lavado e higiene de
nuestros tiempos es contraproducente y otra que exige toda clase de productos
(jabones, champúes, antitranspirantes, cremas, perfumes, antibacteriales, etc.,
etc., etc.) como indispensables. La
enorme cantidad de químicos de los artículos industriales es atemorizante (lee
las etiquetas), pero siempre me inclino por el equilibrio (no soporto los
fundamentalismos), así que estudia, obsérvate y haz lo que más te convenga.
-
Ataques de
pánico: nunca los he tenido (sí de ansiedad, que he superado con
respiración consciente), pero una forma sencilla de controlarlos es respirando
dentro de una bolsa de papel hasta que se pase.
En su forma física, un ataque de pánico se produce por una
hiperventilación, por lo que inhalar anhídrido carbónico nivela el oxígeno y se
resuelve rápidamente (el aspecto psicológico requiere otro trabajo). Más información aquí.
-
ESCUCHA Y
HABLA CON TU CUERPO: finalmente, lo más importante. Como lo he expresado muchas veces, tu
organismo no es una máquina ni un envase descartable sin importancia. Estás en una dimensión material y tu cuerpo
es el enlace entre lo espiritual y lo físico.
Además de los avatares normales, desde hace un tiempo está sobrecargado
por masivas entradas de Energía que está cambiando la Vida como la
conocemos. Necesita mucho más descanso,
cuidado y agua que antes. Por otro lado,
está más abierto a la comunicación y sanación.
Habla
con él: busca momentos de silencio; escucha qué necesita y las razones por
las que está somatizando (investiga en libros como “Usted puede sanar su vida”
de Louise Hay o “La enfermedad como símbolo”, de Ruediger Dahlke); llega a un
acuerdo de no agresión mutua y de objetivos comunes (dile lo que deseas y lo
que vas a hacer para ayudar); libera ideas enquistadas acerca de lo que
significa estar enfermo o envejecer, típicas de la sociedad o de tu grupo
social.
Afirma
la salud y el bienestar: algunos síntomas y enfermedades (sobre todo, las
que vienen y van) son el resultado del proceso de espiritualización de la
materia que estamos realizando (igual, consulta y asesórate). Esto significa que debemos cambiar nuestros
conceptos acerca de lo corporal, entre otras cosas. Con el tiempo, el cuidado y la atención,
podremos estar más sanos, más jóvenes, más tiempo, más conscientes. Esta es la clave: activa tu consciencia y tu
vida cambiará.
Los términos y productos son de Argentina, averigua los de
tu país. Esto es el resultado de años de
investigación y experimentación: haz tu propia exploración, googlea, practica,
encuentra tus métodos. Lo que le
dediques a tu salud cuerpo-mente redundará en bienestar y plenitud. No te quedes en la comodidad de leer,
preguntar lo que tú puedes averiguar por ti mismo y/o archivar. Dedícate tiempo y sé amable contigo. Si has encontrado otras soluciones,
comparte.
Espero que estas sugerencias te sirvan. Aquí estoy para ayudarte a transitar estos
maravillosos y desafiantes tiempos.
martes, 18 de octubre de 2016
Comunicación áurica: no eres una isla
¿No te pasó que, estando de buen humor,
comenzaste a hablar con un conocido y terminaste enojado? No discutieron y hablaron de tonterías,
pero tu ánimo cambió. ¿O que entraste a
un lugar y te sentiste mal, algo no te gustó, a pesar de que no pasó
nada? ¿O que te pusiste a conversar
con una persona que no conocías en el tren y te abriste como nunca, le
contaste cosas íntimas, y recibiste el consejo justo?
En una
sociedad materialista como la que vivimos, creemos que somos solo un cuerpo,
que estamos dentro de una burbuja, en la que nada entra ni sale, que somos
islas en medio de un archipiélago fijo y frío. Nada más alejado de la realidad…
Aunque leamos mucho sobre espiritualidad,
seamos religiosos o tengamos la teoría más elaborada, la verdad es que no
llegamos a darnos cuenta de las enormes implicancias de ser seres
espirituales transitando una experiencia humana. Nuestra aura (los cuerpos energéticos que están activos en esta
dimensión) es la responsable de todas nuestras relaciones y nos conecta de
formas inconscientes a Todo Lo Que Es.
Creemos que, cuando nos vinculamos con algo o
alguien, solo lo hacemos a través del cuerpo físico (la mirada, la voz, el
tacto, la actitud, la ropa) pero nuestro
campo electromagnético es el que atrae o rechaza, envía mensajes, dicta el
tono del contacto. ¿Cuántas veces
quisiste alejarte de alguien que recién conociste o acercarte hipnóticamente
a un lugar que sentías que te llamaba?
La
velocidad, la emocionalidad, la intelectualidad, la sexualidad, la salud, la
guía, la autoestima, muchas cosas (como los lazos kármicos, por ejemplo) son
intercambiadas en cada trato. Un individuo
pausado y lento baja la ansiedad de alguien rápido; una persona en un estado
violento altera a muchos a su alrededor; un bebé sonriendo calma a cualquiera
que se le acerque, despertando lo mejor de sí mismo; alguien pesimista y
abatido crea una nube negra en su entorno. ¿Sabes que puedes “captar” las ideas o
emociones de los que están cerca de tu aura (en el banco, en una reunión),
sin siquiera comunicarte?
Y ni
siquiera es necesario estar físicamente cerca para percibirlo. En este tiempo de virtualidad, una pantalla
es el medio para establecer relaciones antes inverosímiles, no porque no
fueran posibles (la comunicación aúrica está siempre disponible) sino porque
pudimos manifestarlas. ¿Acaso no
sentiste alguna vez que alguien a miles de kilómetros te necesitaba o le
había pasado algo antes de que te avisara?
¿La energía con que alguien habla o escribe, a través de Internet, no
te revela cómo está, qué le sucede?
Voy a evitar entrar al ancho mundo de las
comunicaciones interdimensionales porque eso ya es insondable e
inabarcable. Desde los “bichos” del
bajo astral de cuarta dimensión hasta los Seres de Luz, existe una vastedad
de formas, lugares y posibilidades que no entran en nuestra imaginación más
desbordada y las circunscribimos a la ciencia ficción para entretenernos… o cegarnos ante lo ineludible.
No queremos pensar en eso, estamos demasiado
ocupados en las exigencias que el Ego ha establecido como importantes: todo
lo material. No deseamos considerar que somos responsables del estado del planeta
(y más allá), que cualquier cosa que pensamos, sentimos, hablamos, hacemos,
entra al campo de energía de la Humanidad y provoca consecuencias. Mejor seguir creyendo que somos islas. Pero
resulta que somos los primeros perjudicados por esa falsedad: al no
tomarlo en cuenta, no nos cuidamos de las auras de personas y sitios que nos
dañan; convocamos aquello que más tememos; atraemos situaciones a las que nos
abrimos sin saberlo; nos enfermamos en lugares nocivos para nosotros; nos
enganchamos en velocidades, emociones, ideas, que no son armónicas para
nuestro diseño; no escuchamos al cuerpo, los instintos, la intuición, los
gustos, la guía interior; nos sentimos solos y perdidos en un universo
desolado.
Todos
somos Uno. Imagina que eres una
gota en el océano; sigues siendo individual y único pero parte indivisible de
esa poderosa corriente. Aprecia tu
singularidad y disfruta el todo, siendo consciente de que continuamente estás
conectándote con la Vida. Haz silencio y escucha el sonido de la
Luz.
|
jueves, 13 de octubre de 2016
¿Por qué desprecias tus cualidades y anhelas lo que eres ni tienes?
Cuando era
joven, en una sesión con la psicóloga, mientras me estaba quejando de mis
pocas ventajas y de mis muchos defectos, ella me interrumpe y me dice que yo
no estaba viendo la realidad porque poseía cantidad de cosas buenas. “Dime una”, la reté. “No caes bajo presión; por el contrario, en
los peores momentos sacas la solución perfecta”. “¡Ah, eso es una tontería!”, le
retruqué. “En lo más mínimo. Para muchas personas es imposible, siendo
vitalmente necesario a veces. Lo que
sucede es que tú no valoras lo que te es fácil o te ha costado poco asimilar
(lo cual pasa seguido porque eres muy rápida para aprender, otra virtud que
tienes). Te disminuyes al no apreciar tus cualidades y solo te concentras en
lo que no tienes o no puedes (por ahora).”
A mi turno,
siendo terapeuta y coach, se repite la situación con mis consultantes: cuando
luego de las largas recriminaciones acerca de sus fallas, les pido que digan
algo agradable de ellos, se quedan en silencio, un largo e incómodo silencio,
roto por algún: “soy bueno” (un paraguas socialmente aceptado que parece
contener alguna clase de beneficio).
En su opuesto,
un paciente de unos 65 años, que tenía una terrible opinión de sí mismo, se
soltó un día con esta declaración lapidaria: “uno no debe trabajar ni vivir
con lo que le es fácil; se tiene que forzar a aprender lo que no le gusta ni
le resulta natural porque eso tiene mérito; lo otro no sirve”. Sorprendida, le cuestiono: “con tu
criterio, Diego Maradona no se tendría que haber dedicado al fútbol porque
era excelente en eso; debería haber sido… neurocirujano; con lo cual, nos
hubiéramos perdido de un genial jugador y quizás hubiéramos tenido un mal
cirujano más”. Ahí comprendí la razón
de que se criticara y exigiera sin parar.
Esta “definición” de nuestra identidad fue
generalmente un recorte amorfo y apurado, producto del cierre abrupto de las
dudas y ansiedades que implica el crecimiento. La adolescencia y la juventud son los
períodos más estresantes de la vida y la mayoría opta por tomar algunos
aspectos, esconder y negar los más negativos o desafiantes y conformarse con
una pobre imagen amputada a la que denomina Yo, clausurando así la verdadera
riqueza y profundidad que representan el autoconocimiento, la evolución y la
plenitud.
Cuando comencé
a estudiar Diseño
Humano, me resultó revelador cómo funciona este mecanismo: los Centros Definidos en nuestro
diseño son fijos y por lo tanto confiables, están siempre disponibles,
activos y funcionando: son lo que verdaderamente somos. Sin embargo, nos identificamos con los Centros Sin Definir, que están
abiertos al condicionamiento de los demás y son nuestros aprendizajes. Ellos constituyen el No-Ser, lo cual solo
nos pueden traer dolor. Una verdadera
paradoja, colmada de ironía y sufrimiento.
Un ejemplo:
supongamos que una persona tiene los Centros Ajna y Cabeza Sin Definir, por
lo que tiene una enorme presión por saber, comprender y hallar sentido. Se dedica incansablemente a estudiar, leer,
ir a talleres, llenarse de información, hasta constituirse casi en un
intelectual, lo que considera su gran realización y orgullo. Lo que no sabe es que está condicionado
constantemente por los pensamientos de los que están en su cercanía y por la
idea de que encontrará las grandes respuestas en la mente (la cual no está
preparada para ello). ¿Y cuál es la paradoja? Que probablemente tenga el Centro del Plexo
Solar Definido y su vida (y su Autoridad Interna) dependan de sus emociones. Así, desprecia lo que es fundamental para
concentrarse en lo que no puede darle confianza, fluidez ni soluciones.
¿Cómo podemos ser felices si no nos
conocemos, si no nos aceptamos, si no nos apreciamos y amamos? Este es el estado de las cosas: lucha,
vacío, desdicha, consumismo. En la
sencillez de ser uno mismo está la clave, porque así cada uno deja de
pelear/se y vive en paz, aportando sus cualidades al Todo y disfrutando la
riqueza compartida. Nos falta mucho
para ello, pero… ¿no es hora de comenzar?
Comienza por ti mismo, aquí y
ahora.
|
jueves, 6 de octubre de 2016
Cierres y renovaciones al máximo: sé amable contigo
La semana pasada, publiqué en mi Facebook
algunas entradas acerca de cómo estamos transitando este año y muchos se
hicieron eco del estado (calamitoso) en que se encuentran (pongámosle un poco
de humor).
En numerología, el 2016 es un año 9, lo que implica el fin de un ciclo con sus
consiguientes cierres, pérdidas, despedidas, balances y el establecimiento de
nuevas metas. Muy probablemente, te hayas replanteado
bastante cosas en estos meses, sea porque el panorama cambió, sea porque ya
no vibrabas con lo que había, sea porque algo comenzó a aparecer en tu
consciencia, todavía no muy definido pero ciertamente fuerte.
Ha sido movilizador porque no se trató de asuntos
banales sino de un mar de fondo que se levantó y subió a la superficie
incontrolablemente. Y esto último es lo que más sacudió: el control. El Ego pretende fiscalizar todo por miedo,
inseguridad y desconfianza, por lo que busca establecer bases estables y
cómodas para operar siempre del mismo modo (básicamente es una máquina
repetitiva). Como la vida es cambio y
evolución, en algún momento esas plataformas ya no sostienen tanto movimiento y
se resquebrajan.
Cuando lo nuevo es tan radical y original, no hay
más remedio que confrontarlo a pesar de todas las resistencias que
opongamos. No involucra modificaciones cosméticas: tu estructura más esencial está
mutando, conmovida por masivas efusiones de Energía. Tus cuerpos físico y emocional están siendo
reformados hacia nuevas instancias de integración dimensionales. Tu mente está tratando de aceptar y adaptarse
a conceptos que, quizás conocía teóricamente, pero que no habían sido
in-corporados.
¿Cómo se manifiesta esto? Con cansancio, síntomas (tensión, alergias,
mareos, dolores), enfermedades, “accidentes”, sensibilidad extrema y/o
insensibilidad, hartazgo, irritabilidad, necesidad de soledad y escucha
interior, cambios en la alimentación y en el trato corporal, desgano, mal
dormir y sueños extraños, apertura a otras capacidades, replanteos
existenciales, pérdida de interés en objetivos y relaciones largamente
sostenidos, surgimiento de otros deseos, etc.
Un paquete variado y desafiante…
¿Cómo
transitarlo? Con amabilidad. Sí, es difícil. Nuestra sociedad (regida por el Ego) quiere
todo YA, sin proceso, sin espera, sin sustento.
Lamento informarte que esto es un asunto del Ser, a quien poco le
importa lo que deseas pero sí lo que necesitas.
Te maltratas, te exiges, te fuerzas, te agotas y nada pasa. No es ese el modo: aprende a aceptar, a tener
paciencia, a perseverar, a conectarte con el cuerpo y la Tierra, a incluir
todos tus aspectos, a ver las relaciones con Todo Lo Que Es, a confiar en ti
mismo y en la Vida.
¿Te diste cuenta de que esas son cualidades de lo Femenino? Eso también es parte del proceso, ya que
necesitamos equilibrar la preeminencia de lo Masculino durante siglos. Los atributos de la energía femenina han sido
denigrados y socavados por tanto tiempo que nos cuesta siquiera considerarlos
como buenos propósitos (incluso a las mujeres, que nos hemos masculinizado
bastante). ¿Para qué colaborar si
podemos competir, para qué integrar si podemos combatir, para qué esperar si
podemos arrebatar, para qué ser cordial si podemos forzar?
Tanto hombres como mujeres debemos replantearnos la fuerza del Amor. En el fondo, creemos que es débil, tonto, que
no soporta el embate de lo malo y dañino.
El Amor es poderoso e inteligente, disuelve sin necesidad de luchar,
empodera sin acorazar e insensibilizar, es vulnerable sin debilitar, moviliza
sin agotar, crea sin destrozar. Por eso,
sé amable contigo. Este proceso no es de unos meses, es para
siempre, porque está moviendo las bases mismas de la vida en la Tierra. Sé parte de la espiritualización de la
materia poniendo consciencia, entusiasmo, amor en tus interacciones contigo
mismo, con los demás, con tus asuntos, con el planeta, con la Vida. No hay nada que lo valga más. Eres
una chispa de Dios, latiendo en un corazón humano.
martes, 27 de septiembre de 2016
La mala costumbre de pensar... demasiado...
¡Qué vendaval!
¡Y qué olas! La Energía está
arrasando con lo que ya no sirve y todos estamos golpeados, frustrados,
perdidos, tratando de aferrarnos a cualquier cosa que parezca segura…
inútilmente… El cuerpo está somatizando:
contracturas, mareos, alergias, tensiones, accidentes, enfermedades, cada uno
tiene su punto débil, y molesta, duele, enoja.
La mente está trabajando sin descanso buscando explicaciones,
justificaciones, planes B, adaptaciones, y resulta insuficiente e ineficiente.
En medio de oleadas cada vez más fuertes, queremos
volver a usar las estrategias que nos sirvieron en el pasado pero ahora no
funcionan, porque en realidad fueron manotazos de ahogado que cumplieron
pobremente su propósito en su momento.
Puede que el paisaje sea el mismo o que se haya transformado
drásticamente en los últimos tiempos, con distintas pérdidas y cambios, pero lo
que todavía subsiste es la desilusión, la duda, la victimización.
¿Qué
hicimos mal? ¿Por qué
no tenemos el resultado que previmos? O
habiéndolo obtenido, ¿por qué no nos sentimos lo felices que creíamos? ¿Esforzarnos más todavía lo conseguirá? ¿O mejor nos dedicamos a tapar todo
consumiendo, viajando, divirtiéndonos?
¿No será que ya no hay salida, que la inseguridad, la guerra, la pobreza
nos arrasará?
Empujado por pensamientos y hechos movilizadores,
el Ego recurre a la mente para encontrar estabilidad y calma y encuentra
exactamente lo contrario: un torbellino de ideas interminables e inacabadas que
se contraponen y generan más miedo. ¿Y
si la respuesta no estuviera allí? ¿Y si
finalmente entendiéramos que jamás estuvo allí y que no se trata de pensar más
sino menos? ¿Y si la mente aprendiera a dejarse llevar?
Esa es la solución final, pero el mero hecho de
considerarlo ya es extraño, por lo que llevarlo a lo cotidiano parece en el
orden de lo imposible. ¿Es tan difícil? En principio, rotularlo así lo hace más arduo
por lo que sería mejor tomarlo como un juego, como una oportunidad de
facilitarte la vida en medio de tantas complicaciones. Imagina que siempre fuiste a buscar algo cada
vez que se te ocurría, preocupado porque no hubiera, temeroso de que te pasara
algo en el camino, aprensivo de que lo merecieras, inseguro de que pudieras
pagar el nuevo precio y de a poco aprendieras a confiar en que eso vendrá a ti
cuándo y cómo lo necesites… ¡qué cambio!
¿Y cómo se logra semejante portento? Viviendo
en el aquí y ahora, dándote cuenta de que lo que sucede es lo apropiado, que
fundiéndote con la experiencia encontrarás las respuestas que la mente no puede
darte, porque se adelanta, memoriza, empuja, dramatiza, rumia,
atemoriza. En ese constante luchar contra la realidad, con lo que es, te agotas y
te pierdes. Si atraes lo que eres,
según tu energía, ¿qué otra cosa habría sino lo que hay? Negarlo y batallar no lo cambia. Si no te gusta, pregúntate qué podrías
transformar internamente para atraer otra cosa, pero… no te olvides de los condicionamientos
familiares, sociales y religiosos.
Quizás, lo que te parece tan malo o tan poco o
tanto (de lo que sea) no son más que idealizaciones que compraste de los demás
o que te exigiste para sobrecompensar lo que creías que te faltaba. Nada te
falta. Eres y tienes todo lo que
necesitas para ser feliz. Dale
vacaciones a tu mente, comprende que solo sirve para reflexionar, darte cuenta,
comunicarte, saber (no lo verdaderamente importante). Respira, exhala la confusión, inhala todas
las partes que has proyectado afuera, que consideras negativas o insuficientes,
dales espacio dentro de ti. Eres completo e íntegro. Siente tu cuerpo, es tu amigo y tu guía. Ábrete al instinto, a la intuición, a las
emociones, a los sonidos internos, a la conexión. Percibe
tu entorno como amable, como proveedor de las vivencias que necesitas para
aprender, para evolucionar, para experimentar el milagro de que cuerpo y
alma se fundan. En esto estamos… ¡Es tan maravilloso! ¡Es único!
Vale el vendaval y las olas. Este instante lo contiene.
jueves, 22 de septiembre de 2016
La insoportable presión por la carrera de vivir
Un niño nace y, a
los pocos meses, está en una guardería, luego en un jardín de infantes, una
primaria, una secundaria, una universidad, un trabajo: una vida entera de
horarios y exigencias. Creemos que hemos escapado de la esclavitud
pero parece que ha tomado nuevos ropajes…
¿Lo vemos en
detalle? Desde que llegan, los niños están “estimulados” para aprender
cada vez más rápido y adaptarse a su entorno éxitosamente, con juegos,
prácticas, aparatos (que actúan como chupetes electrónicos), etc. A
medida que avanzan en su educación (que debe ser en los mejores colegios, para
tener mejores oportunidades en el futuro), hacen actividades adicionales
porque, como son como esponjas, tienen que absorber todo lo posible. Está
de más decir que las ofertas de publicidad para consumo de la sociedad
capitalista comienza en el nacimiento y termina en la muerte: es omnipresente.
La pubertad y la
adolescencia, períodos difíciles si los hay, están perturbados no solo por la
normal crisis del crecimiento sino también por conductas de falsa adultez como
el sexo temprano, el alcohol, las drogas, los comportamientos riesgosos, la
falta de límite y el amiguismo de los padres y otros etcéteras que los
complican más.
En los trabajos, a
medida que pasa el tiempo, se van duplicando las exigencias de estudios,
labores, horas, obligaciones extras, rendimiento, hasta el punto que ciertos
puestos parecen fusibles, en los que se quema al empleado para luego
reemplazarlo por uno nuevo.
La mujer,
“ganadora” de nuevos espacios, no solo debe ser perfecta esposa, amante y
madre, también debe ser perfecta trabajadora y perfecta mujer (hermosa,
delgada, con estilo, con intereses propios, cuidadora de padres ancianos, pilar
de la comunidad). ¿Algo más?
No se salvan los
adultos mayores porque ahora tienen que ser jóvenes hasta la muerte, nadie
quiere parecer de su edad y la famosa sabiduría, armonía y calma de la vejez
(¡palabra horrorosa!) es un asunto del pasado justamente.
Obviamente, en
estos años hemos avanzado en muchísimas cosas y no las descarto ni las
minimizo. Solo quiero ayudarte a reflexionar sobre esta vorágine de “deber
ser, hacer, tener y parecer” que se intensifica en cada generación con una
presión insoportable y abusiva. Parafraseando a “Sexto sentido”: veo
gente muerta corriendo de un lado a otro, con la sonrisa pintada en la cara, el
cuerpo agotado y el corazón vacío.
Es difícil
evaluar los condicionamientos de la sociedad porque estamos inmersos en ellos y forman tan parte de nuestras vidas
que los consideramos normales, pero en algún momento es necesario detenernos y
apreciar: ¿en qué estamos involucrados?, ¿es verdaderamente lo que deseamos?,
¿tenemos tiempo para nosotros?, ¿vale la pena tanta lucha para lo que estamos
obteniendo?; si la excusa son los hijos, ¿ese es el mundo que queremos para
ellos?, ¿son felices?, ¿valorarán tanto esfuerzo o querrán otro trayecto
finalmente?
¿Adónde nos
conduce tanto movimiento?
Con los ojos en la meta, nos perdemos del camino y, cuando llegamos (si
llegamos, porque el objetivo siempre se corre), puede que nos demos cuenta de
que nos perdimos también a nosotros mismos. Esta es una carrera del
Ego y de los viejos tiempos que se niegan a dejar el control. En
medio de un despertar de la espiritualidad en una nueva Energía, la ilusión de
materialidad se hace más poderosa y quiere su tributo.
Quizás, estés
pasando por un período de limpieza en todo sentido, de replanteos profundos, de
crisis existencial, en que anhelas una conexión real y verdadera, en que
necesitas escucharte, en que la interioridad te reclama. Hazte
caso. Tu Ser te está llamando, visionando un nuevo mundo. Es
tan absolutamente personal, original, auténtico que nada del afuera puede
reemplazarlo. Baja la velocidad, entrena la conciencia, no te exijas,
aprecia el panorama total de tu vida. Eres lo que estás buscando.
viernes, 16 de septiembre de 2016
La inagotable susceptibilidad del Ego
Cuando era joven,
una mirada o un tono desaprobatorio me podían arruinar el día. Si un
grupo se reía a mi espalda, creía que era por mí. Cuando no me invitaban
a algún lado, era porque yo era mala o no me lo merecía. Tenía que ser
perfecta para que me quisieran. Está de más decir que la mayoría de todo
esto estaba en mi imaginación, mejor dicho en la imaginación de mi Ego.
La susceptibilidad
del Ego es infinita porque, por definición, es incompleto, imperfecto, en
construcción y, por lo tanto, inseguro, desconfiado, en búsqueda de aprobación
y reconocimiento. Por eso, cualquier agravio, cierto o fantaseado, es
considerado un ataque y respondido con una defensa y/o una huida.
Requiere una gran dosis de consciencia y valor comprender esto.
Generalmente,
nos identificamos con el Ego y lo protegemos a capa y espada, sin darnos cuenta
de que estamos defendiendo lo que más daño nos hace. Creemos que los demás nos quieren perjudicar
(son solo espejos) pero, en realidad, somos nosotros mismos los que nos lastimamos
una y otra vez, prisioneros de pautas infantiles.
Una paciente me
contaba que una compañera de trabajo, en una pausa de café en grupo, había
hecho un comentario insultante (según ella) de una de sus actitudes habituales
(es malhumorada) y había querido responderle con saña (como había hecho antes)
pero, esta vez, había decidido callarse e irse. Todavía estaba un poco
enojada y no entendía muy bien la razón por la que se había
retirado. Le pregunté: “¿Por qué supones que todos te atacan, que la gente
está en tu contra?”. Se quedó pensando y me dijo: “No sé si esto es
cierto, es lo que yo creo (de creer y de crear, agrego yo). En el
fondo, soy insegura, creo que no sirvo, que no puedo un montón de cosas, así
que, cuando me hacen notar algo negativo de mí, ataco. Y después le sigo
dando vueltas al asunto en mi cabeza, recriminándome porque se dieron cuenta de
mi debilidad. Es un círculo vicioso.”
“¿Y por qué no
respondiste esta vez?”. “Me estoy dando cuenta de que vivo defendiendo lo
peor de mí, gastando energía en sostener una imagen que en verdad no me gusta,
que así no crezco. Ahora que digo esto, me viene un recuerdo de la
escuela en el que hacía lo mismo. Me la paso tratando de ocultar lo
“malo” y así lo hago más grande, no termina nunca. El otro día, cuando me
fui sin contestar, después me sentí mejor conmigo, como que me había
fortalecido. Lucho para no mostrarme vulnerable y, sin embargo, eso
justamente es lo mejor de mí. ¡Ah, el Ego! Si se pudiera
destruir…”. “Error, le contesté, el Ego se sana, no se elimina”.
El Ego es un
instrumento, es una fase que nos permite la conexión con el Ser, teniendo un
nombre, una personalidad, ciertos roles, determinados aprendizajes. Cada vez que afrontamos las
“debilidades”, que encontramos sus enseñanzas y las ayudamos a crecer,
potenciamos ese magnífico diseño original que traemos. Una de las cosas
interesantes de Diseño Humano es que afirma que el Ego es un Centro que
motoriza la fuerza de voluntad, la autoestima, el valor, la supervivencia… y
que solamente un 30% de la humanidad lo tiene Definido. Esto quiere
decir que el otro 70% está sujeto a toda clase de condicionamientos al respecto
y que está aprendiendo sobre estos temas. Viendo cómo estamos, es
bastante cierto…
En una sociedad
manejada por Egos enfermos, infantiles, inseguros, que aspiran a Tener para Ser,
que venden Perfección para Parecer y Materialismo para Pertenecer, nos
quedamos en la superficie, nos debilitamos al esconder en lugar de aceptar para
evolucionar. Todos traemos un maravilloso potencial de recursos y
aprendizajes, del que generalmente somos inconscientes. Conocernos y
actuar de acuerdo a esa matriz, lo hace más sencillo y pleno. Nadie es
perfecto, nadie tiene todo solucionado, nadie lo sabe todo ni lo puede todo y,
sin embargo, en esa imperfecta incompletitud, somos todo, somos una Unidad.
Las paradojas de la Verdad…
martes, 6 de septiembre de 2016
Aceptar la decepción y la tristeza... Aceptarnos...
En medio de tantas
potentes efusiones de energía, muchos sueños han caído y muchas ilusiones se
han desvanecido. El panorama que podríamos haber previsto hace años no es
el que se presenta. Planificamos, creímos, visualizamos, trabajamos, hicimos
todo para que se concrete pero no sucedió… y duele intensamente…
Una relación de
amigos, un matrimonio, un puesto ansiado, un emprendimiento, una muerte
repentina, una promesa, un viaje soñado, un proyecto largamente elaborado, una
situación de vida imaginada, un estado idealizado, el fin de una etapa,
cualquier cosa pequeña o enorme en la que hemos puesto lo mejor y lo peor de
nosotros (todo nos constituye) se viene abajo. Puede caer como un rayo o
irse mostrando poco a poco, mientras forcejeamos por detenerlo sin resultado,
pero la realidad es esta, esto es lo que hay.
En una sociedad
que niega la muerte, cuesta hacer el duelo. Tenemos que estar bien, seguir adelante, mostrarnos positivos,
decir palabras sabias y puede que lo consigamos, que sepultemos la tristeza, la
frustración, el desencanto, el dolor, en el fondo de la mente y el corazón por
poco o mucho tiempo, pero en algún momento surgirá, imparable y formidable como
un geiser, como un terremoto.
¿Cómo
afrontarlo, cómo transitarlo?
Los demás, que se ven reflejados en la decepción y el sufrimiento, tratarán de
levantarnos y hacer como si nada sucediera (o se alejarán porque no lo
soportan). Pero no hay nada de malo en ello. ¿Por qué
debemos estar bien todo el tiempo, por qué esta necesidad de sonreír constantemente,
de mostrar una máscara de éxito y superación? Hace mucho, un
director de cine europeo contó que su productor norteamericano, cuando se
saludaban y él le preguntaba cómo estaba, siempre le respondía: “¡¡súper bien,
maravillosamente!!”, seguido de una sonora risa. Este director, que había
pasado por muchos avatares y que vivía en una zona que había sobrevivido a
tantas cosas, se mostraba sorprendido e intrigado: “¿Es que jamás le pasa algo,
que nada lo afecta?”. Parece que hemos seguido la escuela norteamericana…
El fracaso puede
ser un gran maestro. Es más, puede bajarnos del Ego de un plumazo y
acercarnos a la profundidad e integridad del Ser. La melancolía y la
tristeza pueden ser el caldo de cultivo de una creatividad desconocida para
nosotros. La decepción y la desilusión pueden volvernos humildes y
compasivos y abrirnos nuevas puertas. No se trata de vivir en el
sufrimiento sino de aceptar que nos sucederá en algún momento y que podemos
atravesarlo sin huir, sin llenarnos de pastillas, sin enmascararnos, sin
desensibilizarnos, sin destruirnos.
La palabra es “aceptación”.
La confundimos con resignación, sometimiento, renunciación o conformismo pero
verdaderamente se trata de dejar de luchar y pelearnos con nosotros
mismos.
martes, 30 de agosto de 2016
Acumular sin incorporar ni accionar
La semana pasada,
leí dos artículos diametralmente opuestos que me hicieron reflexionar. El
primero fue acerca de hacer espacio, tirando todo lo que no se usa o ya cumplió
su ciclo o no sirve, con la idea de que, haciendo vacío, vendrá lo nuevo.
El otro era de un hombre en sus cincuenta, que veía azorado como la gente
tiraba o remplazaba las cosas constantemente, mientras él había sido criado en
el guardar, reciclar, cuidar, en la durabilidad.
Por mi edad,
comprendo y acuerdo con el último: cambio los aparatos cuando ya son inútiles o
no concuerdan con la tecnología usual, guardo cosas “por si” las necesitaré en
el futuro, me encariño con ropa que me resulta cómoda, me molesta el derroche y
el desperdicio. Por otro lado, tengo períodos en los que regalo la mitad
de las cosas porque no las uso o quiero espacio. Las dos tendencias viven
en mí, como en la mayoría supongo.
Lo que me hizo
pensar fue el tema de estar constantemente tirando para que vengan cosas nuevas
porque me pareció más bien una expresión “espiritualizada” del consumismo
que vivimos actualmente. Desde el comienzo de la era industrial, en
la que acabó lo artesanal, todo se ha vuelto prescindible y usable solo por un
corto período, ya que es necesario continuar con la interminable cadena de
producción. En el primer mundo, en Estados Unidos y Europa, es común
renovar cada año el guardarropa y comprar el último auto y aparato tecnológico
disponible (sin contar con los acumuladores, que no se despegan de nada).
¿Es una actitud
solamente en lo material? Parece que no, ya que las personas
también nos hemos vuelto prescindibles y usables por un rato, desde los empleados
que se “queman” en exigentes jornadas de programadas actividades implacables
(ahora más mentales que físicas, pero igualmente estresantes para el cuerpo)
hasta relaciones que se terminan pronto porque no “me da lo que necesito” ni se
llega a profundizar para encontrar el oro detrás del brillo evanescente.
Esta es una
sociedad profundamente egoica, Dios ha muerto hace tiempo y el Hacer reina, ya
no le importa Ser a nadie.
Esto no es gratuito, por supuesto. La depresión, la angustia, el pánico,
la inseguridad, la falta de sentido, la desconexión (a pesar de estar
“conectados” continuamente) son el resultado de ser un cliente, un usuario, un
eslabón de la cadena, un número más. Ansiamos ser alguien que cuenta,
especiales, importantes y nos han vendido que eso se logra comprando
determinados productos y/o siendo famosos por cinco minutos, no importa cómo
(comenzando con los Likes y Retweets). Me asusta verlo en muchos
jóvenes, que corren detrás de ilusiones, queriendo conseguirlo “todo” antes de
los 30 (¿qué harán después?).
Aclaro que no
creo que todo tiempo pasado fue mejor. Vivo en el presente y aprecio lo que hemos logrado como humanos,
no cambiaría esta época por nada. Pocas veces ha habido tantas
posibilidades, tanta conciencia, tanta transformación y me encanta. Pero,
ante tanto cambio acelerado y manipulado, es necesario parar un poco,
reflexionar y elegir. Así como compramos cosas por impulso o por
publicidad, compramos ideas y no siempre nos sirven ni nos ayudan.
Hay un mercado
espiritual enorme y tenemos la misma conducta que con lo material: cuanto
más tenemos, parece que más somos. Para colmo, casi todo es mental o
“espiritual” sin cuerpo, por lo que terminamos creando castillos en el aire sin
sustentos reales. Pasamos de un libro a un taller a un curso a un
terapeuta a otro libro a otro taller… La acumulación no siempre significa
comprensión ni menos concreción: muchas veces es teoría que no pasa a la
acción. Y eso significa una carga más, porque sabemos mucho pero
seguimos en lo de siempre, así que la frustración es mayor.
No tengo una
conclusión. Es material en proceso. Como la vida… Como
yo… Me pareció interesante compartir algunos conceptos para plantearnos
cómo estamos viviendo y qué podemos construir juntos, desde un espacio más
libre, auténtico y enraizado en la integración de todo lo que somos.
Queremos “hacer” algo para dejar de sentir y ser perfectos como quiere el
Ego. Cuesta aceptarnos en la vulnerabilidad, en la ignorancia, en la
duda, en lo inconcluso, en el misterio, en la inseguridad, en la oscuridad,
pero eso es ser humanos divinos. Confiar en ese Ser sagrado que
también somos y que puede guiarnos por caminos sinuosos también cuesta, pero es
la vía luminosa.