“No importa que te amen o te critiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo”. Comprendo esta afirmación de Osho porque, hace mucho, esta elección fue fundacional en mi vida.
Como a todos, mi Ego me bombardeaba con su necesidad de reconocimiento y aprobación de parte de los demás, pero, si seguía sus reclamos, yo sería infeliz porque no liberaría mi potencial para ser lo que vine a ser en esta encarnación. Toda verdad es paradojal, así que, una vez que decidí ser yo sin que me importara lo que nadie calificara o hiciera, me sentí libre y los demás me aprobaron o bajaron el tenor de sus opiniones. Es así: uno construye su mundo.
¿Quién soy? Alguien tratando de recordar su magnificencia. ¿Quién soy? Una conciencia en este cuerpo humano, en un tiempo y lugar excepcionales, jugando a construir/develar amor, gratitud, compasión, vivenciando un aprendizaje/enseñaje pleno de creatividad y alegría. ¿Quién soy? Un Ser Humano Mujer, abrazando la Vida. ¡Tremenda responsabilidad... grandiosa oportunidad! Esta es la Bitácora de un salto de fe hacia la entrega a mí misma, a simplemente ser.
miércoles, 27 de febrero de 2013
lunes, 25 de febrero de 2013
Una imagen vale más que mil palabras
¿Cómo te defines?
Un Ego torturado en una realidad proyectada.
O
Un Ser espiritual, transitando una experiencia humana, en múltiples
dimensiones,
con conciencia en el aquí y ahora.
ELIGE. ESA ELECCIÓN SERÁ TU VERDAD Y LO QUE ATRAERÁS.
miércoles, 20 de febrero de 2013
Creando
“El que
aprende y aprende y no practica lo que aprende, es como el que ara y ara y
nunca siembra.” Esta frase de Platón me viene seguido a la mente cuando
observo tantas personas leyendo y haciendo cursos constantemente sin aplicarlo
en su vida cotidiana. Saber mucho no nos
cambia. Es mejor saber poco y
concretarlo con perseverancia que llenarnos con conocimientos que permanecen
sólo en la mente. Por el contrario, son
una carga porque sabemos lo que podemos pero no lo probamos con vivencias. Vinimos a experimentar (por eso tenemos un
cuerpo físico), no a pensar solamente.
Pensamiento, palabra, acción: los tres pasos de la creación.
lunes, 18 de febrero de 2013
Para ti, que te preguntas: "¿y cómo lo hago?"
Es la interpelación (con tono desesperado) que
más surge cuando hablamos de hacer cambios.
Lo interesante es cuestionarnos porqué creemos que es tan difícil y
complejo hacerlo. En realidad, lo
complicamos (como todo) y después nos
quejamos porque se complicó. Así que una
primera sugerencia sería desdramatizar. Si sólo practicáramos bajar la emocionalidad
y respirar, volviendo a centrarnos, todo se haría mucho más sencillo.
Luego,
recordar que, si nos propusimos determinado aprendizaje, también traemos la
forma de resolverlo. ¿Y cómo
aparece? Todos los días surgen
oportunidades en nuestra vida cotidiana. Lo que sucede es que no nos damos cuenta o
las resistimos. Supongamos que a María
le cuesta mucho poner límites. Trabaja
en un empleo adonde su jefe y sus compañeros la sobrecargan con tareas que no le
corresponden, justamente porque ella se calla y cede. Ese es el tipo de lugar en donde puede
elaborar su problema y no saldrá de ahí (salvo a otro trabajo en donde le hagan
lo mismo) hasta que ella no aprenda. Por
lo tanto, cada día María tiene la posibilidad de rechazar alguna tarea de algún
compañero, diciéndole de buena manera que no es parte de su función. ¿Surgirán peleas continuas? No, si
María se ocupa interiormente de convencerse de su necesidad de respetar su
espacio y su individualidad; de convencer a su Niña Interna de que será
resguardada por ella siempre. En la
medida que comience a creerlo, su tono de voz, su postura, su actitud irán
revelando su confianza y esta energía se hará patente para los demás, quienes,
poco a poco, irán considerándola, dándole su lugar.
Este
compromiso de amarnos y cuidarnos es primordial para todos y, sin embargo, es
el menos abordado.
Utilizamos palabras de desmerecimiento, de carencia, de limitaciones
constantemente; dramatizamos situaciones con emociones y pensamientos
sobreexcitados; permitimos que los demás disminuyan nuestras contribuciones;
nos hacemos víctimas del mundo.
Nuevamente, encontramos oportunidades de
cambiarlo continuamente. El requisito indispensable para comenzar a
hacerlo es la conciencia. Si vivimos
dormidos y reactivos, repetiremos los patrones infantiles. Si ponemos un Testigo Interno, nos daremos
cuenta de cuándo nos decimos que no podemos, no sabemos, no somos suficientes,
no servimos. Respiremos y exhalemos esa sensación.
Tengamos a mano frases cortas y contundentes para reemplazar esos
pensamientos.
Aquí surge otro tema: no podemos cambiar lo que no conocemos. Decimos livianamente. “yo quiero
cambiar”. ¿Qué? ¿Por qué otra cosa? Si no
sabemos de dónde partimos ni para adónde vamos, nos perderemos en la selva de
los NO. En lugar de rumiar las
mismas pasturas indigestas de siempre, es mucho más movilizador y entusiasta observarnos para conocernos
profundamente. Así, cuando percibamos
que nos decimos determinado mandato (“nunca voy a poder expresar lo que
siento”), respiremos exhalándolo y digamos un nuevo decreto (“me expreso con
naturalidad y sencillez y los demás me comprenden”). Luego,
pasemos al acto, ya que, sin llevarlo al cuerpo, no cambiará. Aunque nos cueste y lo hagamos mal al
principio, lo importante es perseverar
hasta lograrlo.
¿Difícil?
Más difícil es una vida de frustración y mediocridad. Viniste con un potencial magnífico para crear
y disfrutar. Nadie te lo impide, más que
tú mismo. Las limitaciones que ves
afuera nacen de adentro. Sácalas de ti y
se evaporarán afuera. Así funciona. Ahora
ya lo sabes. Ponlo en práctica. Tú puedes.
Estás apoyado por tu Ser y por el Universo. Deja de maltratarte y comienza. Haz la transformación que tu alma te pide.
jueves, 14 de febrero de 2013
Una frase simple
“En la vida hay felicidad y tristeza. Cuando venga la tristeza, entonces sabré que necesito poner felicidad en ella, hacer algo que me haga feliz”, (dicho por un adolescente nigeriano, comenzando a vivir en Alemania, en Art Files.).
Hoy, se habla mucho de amor... ¿Comenzamos por amarnos a nosotros mismos, dándonos felicidad, simplemente?
Hoy, se habla mucho de amor... ¿Comenzamos por amarnos a nosotros mismos, dándonos felicidad, simplemente?
lunes, 11 de febrero de 2013
Más simple y fácil, en conciencia
Con relación al último Boletín “¿Aprendes
a hacerlo simple y fácil?”, Rubén me escribe: “Hola Laura, me encantó tu
boletín, dices las cosas de una manera cruda pero certera. Es cierto que
complicarse para cualquier tarea cotidiana no tiene ningún sentido y te hace
perder tiempo que es el recurso más valioso. Pero si siempre haces todo simple
y fácil va a ser difícil descubrir algo nuevo, a veces con un poco de esfuerzo
cosas nuevas salen a la luz, cosas que siguiendo la ley del menor esfuerzo
nunca averiguarías (de los errores se aprende, muchos grandes descubrimientos
han sido por accidente). Lo que me cuesta es saber elegir aquellas situaciones
de las que se puede sacar provecho con un poco de esfuerzo y aquellas en las
que simplemente tienes que seguir la receta más sencilla.”
Agradezco a Rubén por su reflexión. Hay dos aspectos en lo que comenta. Una
es la referida a las actividades cotidianas, que muchas personas transforman en
una carrera de obstáculos al hacerlas sin buscar la eficiencia en ellas. Así, van tres veces al mismo lugar, alargan y
dificultan las acciones, gastan tiempo y dinero apreciables… para
realizarlas con una actitud de pesadez,
frustración y malhumor, que las cargan inútilmente. No hay peor cosa que comenzar algo con mala
disposición, porque implica hacerlo con una mochila de 50 kilos en la
espalda. Además de encontrar maneras
eficientes y creativas de realizar algo, si lo iniciamos con buen humor se
hacen mejor. Si nos cuesta, antes
busquemos animarnos con algo de música, de baile, de estirarnos y respirar, de
lo que nos sirva. Si no, tratemos de ser
neutros. De lo contrario, los únicos
perjudicados somos nosotros.
El otro
aspecto es el de rehuir a los desafíos por ir por la fácil. No hay forma de escapar de las lecciones que
son para nosotros.
Nuestra alma se encargará de presentárnosla continuamente, primero como
oportunidades, luego como dificultades en el camino y después como paredes
contra las que nos estrellaremos por no querer verlas de lejos.
Y aquí me gustaría reconsiderar acerca de cómo
tomar nuestros desafíos. Es verdad que
enfrentar lo que más nos cuesta es difícil, pero no podemos evadirnos de
ello. Sería más sabio tomarlo y resolverlo sin dramas, con sencillez y
creatividad, con facilidad y conexión (cualidades de la Nueva Energía). Resistir y sufrir son métodos de la vieja
energía. La conciencia y la presencia lo
son de lo nuevo.
Lo cierto es que no estamos acostumbrados a
ello. Preferimos ignorar o rechazar en
la ilusión de que desaparecerá. No lo
hará.
¿Qué hay detrás de esta actitud ilógica?
No es nuestro Adulto el que lo hace.
Es nuestro Niño Interno el que tiene miedo. Él no pudo con eso en la infancia y ahora nos
previene, atemorizado hasta los huesos, para que evitemos el mismo dolor. Es un círculo vicioso eterno, porque se
volverá a repetir una y otra vez.
Darnos cuenta de que es una reacción infantil
es importante. Debemos aprender a contener las emociones desbordadas de nuestro Niño,
explicándole lo que sucedió y asegurándole que somos nosotros quienes lo
protegeremos de ahora en adelante.
Lamentablemente, somos “tomados” por él y no distinguimos entre nuestros
aspectos infantiles y adultos, entre el Ego y el Ser, entre desgracias y
aprendizajes.
Rubén dice que es crudo lo que escribo.
Creo que es hora de que nos dejemos de comportar como pobres víctimas de
la vida y comencemos a descubrir el enorme poder que tenemos. Nuestros
Niños Internos traen las lecciones que nos propusimos. Sanándolos, accedemos al potencial que
traemos para una vida plena. Dejándolos
en su dolor, permitiendo que nos manejen, intensificamos la idea de limitación
y carencia con que alucinamos cotidianamente.
Es muy
distinto pararse en la Vida desde el papel de pobre ser humano común o desde un
ser espiritual transitando una experiencia humana. No estamos formados
para ello y la sociedad no ayuda. Pero
es el inicio de una maravillosa aventura en el que comprendemos que llevamos
adentro la serenidad, la alegría, la abundancia, la sabiduría, el poder y el
amor que buscamos afuera. Comienza ahora.
viernes, 8 de febrero de 2013
Amor y aceptación
'La gente acepta el amor que le parece que merece'. Lo leí hace poco y es una gran verdad. Y es una confirmación de que nosotros somos
el origen de todo los que nos rodea, porque alguien puede amarnos clara y
profundamente, pero, si creemos que no lo merecemos, lo boicotearemos o lo
dejaremos ir. Sólo cuando nos amemos
incondicionalmente, cuando descubramos el diamante que somos, podremos aceptar
que otros nos amen así.
lunes, 4 de febrero de 2013
¿Aprendes a hacerlo simple y fácil?
Desde siempre, he buscado lograr o hacer las
cosas con eficiencia, o sea, con la menor
cantidad de recursos. Desde limpiar
la casa a escribir a hacer un viaje, sin importar lo que sea, busco simplificar. Suelo decir que no levanto el c… de la silla
hasta no idear lo que voy a hacer eficientemente. Esto me permite gastar menos energía, dinero,
trabajo, y me evita malos ratos e idas y vueltas inútiles.
En una de mis profusas lecturas de la
adolescencia, encontré que esto se llama La Ley del Menor Esfuerzo y me
encantó. La palabrita “esfuerzo” nunca estuvo entre las más
estimadas de mi vocabulario. Pienso que implica que uno no encontró lo
que le gusta, que no sabe hacer las cosas, que cree que le recompensarán el empeño
y no los resultados, que no sabe cuándo parar, que privilegia la lucha al
aprendizaje.
En la secundaria, tenía una compañera que
escribía hasta cuatro páginas en una prueba y se sacaba un cuatro. Yo escribía media y me sacaba un ocho. Cuando se quejaba y me daba su prueba para
ver qué estaba mal, resultaba que había escrito mucho de lo que no le preguntaban,
yéndose además en detalles menores. Yo
contestaba exactamente el tema, en tres palabras. Ir al
grano nos cuesta, en todos los sentidos, me di cuenta más tarde…
Somos
expertos en justificarnos, explicar, victimizarnos, excusarnos, irnos por las
ramas, evadirnos, para no afrontar lo que tenemos adelante. Nos absolvemos con “no puedo”, “es más fuerte
que yo”, “no sé”, “no tengo opción”.
Mentiras verdaderas. Si admitimos
que todo lo creamos nosotros, entonces también creamos las resistencias.
Y aquí vuelve la famosa Ley. ¿De qué se trata? Mira la Tierra. ¿Percibes esfuerzo en cómo se abre una flor,
en cómo vuela un pájaro, en el agua corriendo?
Está en su naturaleza abrirse, volar, fluir, es lo que son y hacen. Observa a alguien que es experto en lo suyo,
un cocinero, un albañil, un pintor.
¿Notas la facilidad con que actúa?
Una vez que aprendió el asunto, se mueve en el máximo de eficiencia, con
gracia y belleza. Entonces, lo primero es admitir que ya somos, la naturaleza intrínseca
de nuestra individualidad única, original, preciosa.
Gastamos demasiada energía en “parecer”, en la
máscara, en lo que deberíamos ser, en lo que se supone que tendríamos que hacer
y tener, en un modelo idealizado por la sociedad y por nosotros mismos (resabios
de una niñez carente). En esta falta de aceptación, nos perdemos y
salimos presurosos a compensarlo con acciones faltas de corazón y de sentido,
pretendiendo elogios y aprobaciones por lo que no somos… ¿un círculo
vicioso un poco loco, sí?
Aceptar lo que eres, lo que hay, lo que puedes,
lo que son los demás, los recursos que ya tienes, los aprendizajes que te
propusiste, los cambios, abre las puertas de los milagros. Oponerte las cierra
(lo que resistes persiste). ¿Y ahora qué?
Elige. Sin ocultamientos ni excusas. Haz una elección conciente. Tú puedes con ella porque todo es a tu
medida, nada es más grande que tú. Tú
creas de acuerdo a tu impronta energética. Deja de crear resistencias y
problemas. Sé responsable, o sea, responde por tu elección y tu construcción. Tú eres capaz de motivar una solución
creativa a lo que te rodea, porque tú lo diseñaste para tu mayor evolución.
Así que, respira profundamente, exhala las
resistencias e inhala aceptación. Relaja
los hombros, las mandíbulas, el ceño, el estómago, todo el cuerpo y siente una
onda de expansión, que se abre paso desde adentro hacia afuera. Lleva la respiración hacia la panza y deja
que suba lentamente hacia el pecho, abriendo el corazón.
¿Tienes que esforzarte para ser? No. Ya
eres. Eres una chispa de Dios,
experimentándose en millones de aspectos.
Elegiste estar en este cuerpo, en este tiempo, en este lugar, con estas
personas, con este aprendizaje. Deja que
surja la conexión a la Luz que eres, al Amor que eres, a la Sabiduría que eres,
al Poder que eres. Permite que se
concrete en actos simples en el afuera.
Siente que eres Uno con Todo. El
Universo te sostiene y te apoya.
Respira. Fluye con la Vida. Fácil,
poderosamente, amablemente.
viernes, 1 de febrero de 2013
ERRE DE ROBO Y DE RISA
El martes, fui a un pub con un amigo y volvimos
caminando. Al pasar por las barrancas de
Belgrano y, a propósito de algo que estábamos charlando, le conté de una noche
que me habían asaltado allí, hace muchos años.
Era invierno y hacía un frío terrible.
Iba a visitar a una amiga y siempre cruzaba la barranca para ir a su
casa. Cuando puse un pie en la vereda,
escuché una voz interior que me decía “no vayas por ahí”. Dudé, pero no le hice caso. Estaba desierto. Al pasar la pérgola, un hombre apareció y me
preguntó la hora. Inmediatamente, me di
cuenta: “¡qué tonta!”, pensé. Me pidió
el dinero que llevaba. Yo tenía sólo una
cartera muy pequeña, con algo de plata y las llaves. Le di todo el dinero y me pidió más insistentemente. Calmada, le explicaba que era lo único que
llevaba. Entonces, sacó un revólver
enorme, viejo, se lo cruzó sobre el pecho y me dijo: “señora, que se lo estoy
pidiendo con respeto”. Casi me da un
ataque de risa. Traté de no reírme y le
dije que no perdiera el tiempo conmigo, que se estaba exponiendo a que pasara
un policía y me dejó ir.
Mi amigo recordó una vez que, trabajando en la fábrica de su
padre, fue a buscar un cheque en una bicicleta.
Un ladrón lo paró y le pidió dinero.
Él le mostró el cheque y le dijo que no tenía nada más. Enojado, el hombre lo despidió con un: “después
se enojan cuando uno los mata”.
Estuvimos riendo un buen rato.
Me habían robado muchas veces antes de esa, de distintas
formas. Por un lado, tenía relación con
el confuso y retorcido vínculo con el dinero que tenía y, por otro, con la
sensación de ser una hoja en la tormenta, alguien perdida en la ciudad enorme e
insegura. Desde ese momento, esa impresión
terminó. Me sentí cuidada,
protegida. Sólo debía escuchar las
señales, hacerles caso. Y eso hice. Nunca más me pasó nada así. Lo del dinero me llevó más tiempo, pero lo
estoy superando y encontrando mis formas de relacionarme con lo material.
Además, me gustó recordar con una sonrisa, sin una pizca de
emociones negativas. Mi vida anterior se
está desvaneciendo en una bruma amable y compasiva.